lunes, 26 de octubre de 2015

(47) - Buenas noches, melancólico vate. Háblanos del misterioso personaje que brilló en el anarquismo de la Guerra Civil.
     - Gracias, buen Sancho. Hoy, para variar, te voy a robar la página. Se trata de José García Pradas, nacido el año 1910 en Quincoces de Yuso, o sea, casi menés. Y en ese pueblo  ni siquiera le recuerda una triste calle. Espíritu rebelde y noble, anarquista que (cosa rara) abominó de la violencia, pero que, supongo, se pringaría en la contienda hasta las cejas por su liderazgo en situaciones límite, sobre todo al final de aquella estúpida carnicería. Extraordinario escritor, encargado de  la dirección del periódico de la CNT en Madrid, buen orador en aquellos mítines explosivos, y miembro de la Junta de Defensa que resistió allí heroicamente, abandonando el último el barco, sin ser su capitán. Puse su poesía en nuestro libro por dos razones. Primero porque ese texto podría haber salido, con todo derecho, de las bocas dolientes de los nativos que sufrieron en Indias los infames atropellos de algunas malas bestias que llegaron allá con los españoles.
     - Y que lo digas: como esos dos hijos de vulpeja, Pedrarias Dávila y Nuño Beltrán de Guzmán. Dinos la segunda razón.
     - Pues que ese admirable anarquista era mi tío, y me permití hacerle un merecido, aunque mínimo, homenaje. Hoy, con tu venia, querido preceptor, voy a escoger yo tres fotos: 1) Su fotografía. 2) La portada del libro que editó mi tío el año 1974, donde recoge unas memorias de la guerra escritas en 1940 (o sea, “en caliente”), pero con una jugosa introducción a sus ya 64 años. 3) Una joya histórica, un documento digno del premio Pulitzer: aparece Julián Besteiro comunicando por radio la rendición y el abandono de Madrid. Le rodean varios personajes. Mi tío, con bigote, está detrás del carismático político, y es el único que no muestra un semblante resignado, sino más bien airado. La escena se repitió, casi idéntica, en otras dos fotos, porque inmediatamente después hablaron Cipriano Mera y el coronel  Casado.
     - Me extraña que no hayas escrito su biografía.
    - Habría sido un trabajo apasionante, pero la investigación de los trepidantes años de aquel calvario sería interminable y muy difícil de contrastar.  Además, me resultaría imposible ser suficientemente objetivo tratándose de  mi tío. Él, que odiaba a Carrillo, tuvo la caballerosidad de poner en duda que fuera el responsable de Paracuellos, pero es muy difícil      que el gran José García Pradas, a pesar de su idealismo y su nobleza, no estuviera manchado por la porquería de aquella guerra. Hasta mañana, buen Sancho.
       - Te doy mi bendición, honrado literato.




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