(29) - Salut, mon chéri. Je
suis vraiment desolé.
- Salut, mon bon Sanschó. Sé por qué estás desolado.
- Y yo sé
que lo sabes. Viste la espectacular puesta de sol de anteayer, pero, al sacar
la foto cuando llegabas a tu casa, te diste cuenta de que tanta belleza
ocultaba una amenaza. Yo he querido proteger a todos los meneses, pero el
Comité Cuántico de Penalización de Injurias Cósmicas (el COCUPIC) es
implacable.
- ¿Te has
dado cuenta de que esas siglas no quedan bien en francés?
- Ya sé que
suenan a “pico de cornudo”, pero para Francia las cambiamos. Deberías más bien
llamar la atención al Gobierno por su Plan de Ordenación de los Recursos
Naturales (el PORN). Con esos lindos, pero temibles, colores, nuestro Comité
avisaba al Valle de Mena de que, si no se alcanza un decente nivel de comporas
de nuestro libro, será arrasado a sangre y fuego, siendo solamente protegidos
los que lleven en sus manos mi biografía. Exigen que se reconozca la
importancia histórica de mi paso por la tierra y el valor de tu brillante
trabajo. No admiten excusas; ni siquiera la de la crisis económica. Dicen que
esas quinientas páginas equivalen a seis películas apasionantes, y que sería
maravilloso que las leyeran los enamorados en el tálamo, al anochecer, como preludio
de una tierna y hermosa fusión de amor.
- Cambiemos
de tema, mensajero de las desgracias, porque estoy a punto de desmayarme. Vamos
con otro de tus compañeros de la catedral de Sevilla.
- Traté
mucho al canónigo Luis Fernández de Soria, porque, amén de ser mi compañero en
el coro, hizo muchos trabajos para la Casa de la Contratación. Murió en 1522,
un año más tarde que yo. Era tan amigo de los Colón, que fue apoderado en
Sevilla de Cristóbal y de su hijo Diego, y, cuando el bastardo Hernando Colón
donó la rica biblioteca colombina de su padre a la catedral, nombró al canónigo
Luis segundo posible destinatario de ese legado. Era de origen judío-converso,
y siempre tuvo el desparpajo de no ocultar la convivencia con su amante. Pero,
¿cómo no?, quiso asegurarse una plácida llegada al Paraíso dejando un montón de
dinero para misas por su alma. Mas, ¡ay!, los trámites testamentarios le
jugaron una mala pasada, quedando retenido ese dinero varios años. Nos daba
pena ver cómo, mientras tanto, se estaba achicharrando en el Purgatorio. Bonne
nuit, mon petit: pon esa apocalíptica foto como advertencia a los frívolos.
- À la procaine, mon cher chanoine de Seville.
- À la procaine, mon cher chanoine de Seville.
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