(1516) Si bien los indios de la zona
principal de Colombia vivían ya en una paz estable con los españoles, no
faltaban complicaciones con otros nativos más agresivos: “A finales del año 1573,
siendo entonces gobernador el Licenciado Francisco Briceño, se levantó una
rebelión de los indios Gualíes, que habitaban al oeste de la ciudad de
Mariquita. Fue el promotor un cacique llamado Yuldama, que hablaba español. Este
indio se enamoró de una mestiza hija de su encomendero, llamado Francisco
Jiménez, y, para disponer de ella, lo mató a él y a dos sobrinos suyos”. Los
ataques que realizaron los nativos fueron muy violentos, y Francisco Briceño le
pidió que se encargara de dirigir las tropas organizadas contra ellos al extraordinario
Gonzalo Jiménez de Quesada, en parte porque residía en la zona afectada, los
entornos de Mariquita, adonde se había
retirado ya envejecido. Aun así, y con gran sentido de la responsabilidad,
Quesada aceptó el encargo, y le fue fácil conseguir la colaboración de unos 60
voluntarios, entre ellos su sobrino, el Capitán Jerónimo Hurtado de Mendoza, y
el Capitán Antonio de Herrera, hombre tan valiente, que lo llamaban el ‘Bravo Español’. No formaban un ejército
aplastante, pero era de gente muy valiosa, e hicieron un buen trabajo: “Salieron
de la ciudad de Mariquita a primeros de septiembre de 1574, y, llegando a la tierra de los rebelados,
comenzaron el castigo talándoles las labranzas y abrasándoles las casas, que
hallaron ya vacías por haber huido a los montes los indios, pues se asustaron
en cuanto se enteraron de su inminente llegada”. Pero, genio y figura, hasta la sepultura;
Gonzalo Jiménez de Quesada no perdió la oportunidad de fundar otra población:
“Habiendo visto de pasada los españoles que vivían indios en una zona rica de
vetas de oro, decidió poblar entre ellos una ciudad con el fin de gozar de
aquella riqueza y tener un cuartel militar del que poder salir para pacificar a
indios rebeldes. Gonzalo Jiménez de Quesada hizo allí la fundación, a cuatro
leguas de Mariquita, por el mes de octubre de 1574, y le puso el nombre de
Santa Águeda”. Y, todo ello, sin olvidar que había un asunto pendiente. El de
castigar a los indios, y, principalmente, al promotor de aquella rebeldía: “Dio
orden de que se localizara el rastro de Yuldama, de quien ya se tenía noticia,
por indios amigos, del lugar donde estaba. Para que no hubiera retrasos,
Gonzalo Jiménez de Quesada ordenó que saliera el Cabo Juan Esteban con 14
compañeros”. (Veremos enseguida lo que ocurrió). La imagen muestra un documento
de GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA, firmado por él en 1576 (murió el año 1579).