lunes, 5 de diciembre de 2022

(1898) El Capitán Juan Rodríguez Suárez decidió fundar dos poblaciones, Grita y Mérida, pero esta sin permiso previo, y la reacción envidiosa del Capitán Juan Maldonado le creará problemas.

 

     (1498) Los cuatro soldados que aperrearon al traidor y viejo indio guía llegaron donde estaba el Capitán Juan Rodríguez Suárez, el cual, enterado de los apuros de los que llegaban detrás, les envió otros soldados e indios amigos para, mediante sus ayudas, acelerarles el regreso. Cuando ya todos se recuperaron de las heridas, puso en marcha su ejército, alcanzaron un valle en el que los indios gritaban desaforadamente, y allí fundaron otra población, a la que, por eso, le pusieron el nombre de Espíritu Santo de la Grita (que hoy es territorio venezolano, tiene 88.000 habitantes y se llama, simplemente, La Grita). Siguieron después hasta cerca de las montañas de los Andes, y, tras ver que el territorio era muy agradable y prometedor, el Capitán Juan Rodríguez Suárez, con la conformidad de sus soldados más entendidos, decidió fundar un pueblo de españoles, si bien no contaba con licencia para hacerlo. Lo puso por obra, el 9 de octubre de 1558, con las distribuciones de parcelas  y los trámites habituales, dándole a la ciudad, como recuerdo de su ciudad natal, el nombre de Mérida (ahora  es territorio venezolano, y tiene unos 350.000 habitantes).  De inmediato, el Capitán Juan Rodríguez envió un escrito a la ciudad de Pamplona para dar a conocer lo realizado y explicar con entusiasmo que el futuro de esta Mérida era muy prometedor. Pero no faltó la reacción de un envidioso. Hasta algún soldado suyo quiso ponerle zancadillas difamándolo, pero el que resultó más peligroso fue el Capitán Juan Maldonado, vecino de Pamplona y enemigo suyo, que, además, era yerno del Gobernador Ortún de Velasco. No desperdició Maldonado el hecho de que Juan Rodríguez fundara la ciudad de Mérida sin habérsele encargado tal misión, y con ese argumento, consiguió que la Real Audiencia de Santa Fe, el 28 de enero de 1559, firmara un documento en el que se reprendía al Cabildo de Pamplona por no haberlo impedido, y, a su vez, dieron en otro la orden de que, dondequiera que estuviese, se apresara al capitán Rodríguez y fuera enviado a Santa Fe. Para más inri, se le encargó de hacerlo al capitán Juan Maldonado, el mezquino personaje que había presionado para que cayera en desgracia Juan Rodríguez. Le pedían que examinara las características de la ciudad de Mérida, y le autorizaban (qué más quería él…) a que, si consideraba que era necesario trasladarla a otro lugar, lo llevara a efecto. Cuando llegó a la población, no estaba Juan Rodríguez, pero, al saber lo que ocurría, regresó a la ciudad, y se dejó apresar, confiando en que los Oidores de la Real Audiencia, finalmente, le agradecerían haber fundado Mérida.




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