martes, 31 de mayo de 2016

(Día 282) APARECE UNA NAVE con españoles que tratan de usurparle a CORTÉS territorio mexicano. Será el comienzo de un grave conflicto con FRANCISCO DE GARAY. De momento, CORTÉS resuelve el problema, e incian ya, desde CEMPOALA, la marcha hacía México.

(34) –Un susto tras otro, secre: ¿quién ha enviado esa nave?
     -Nos lo cuenta Bernal, Sancho, y te va a tocar de cerca. “Cortés mandó  que quedaran  al mando en Cempoal a Pedro de Alvarado y a Gonzalo de Sandoval, que ya daba muestras de varón muy esforzado (Bernal lo adora) y fue el primer cargo que tuvo”, y salió disparado hacia Veracruz “mandando que  le siguiésemos 50 soldados de los más sueltos”. Y al llegar a la Villa Rica, topamos con 4 españoles que venían a tomar posesión de aquella tierra por orden de Francisco de Garay, gobernador de Jamaica”.
     -¡Ay, Dios: Garay! No Juan (el fundador de Buenos Aires), sino Francisco, natural de Sopuerta; entonces, mientras yo era el abad de  Jamaica (sin pisar aquella tierra), él tenía allí el cargo de gobernador. Bernal cuenta qué hacía por allí un barco suyo. Cortés apresó a los 4 intrusos “y les preguntó con qué títulos venían”. Le contestaron que, como era tan prometedora la zona por lo que se sabía de los viajes de Hernández de Córdoba y de Grijalva, “Francisco de Garay, que tenía en la Corte quien le favoreciera, que eran el obispo Fonseca (¡otra vez!), el licenciado Zapata y el secretario Conchillos, consiguió provisiones para ser adelantado y gobernador desde el río S. Pedro y S. Pablo por la banda del norte”. Cortés intentó hacerse con el barco del que habían bajado, pero, salvo otros dos despistados, la tripulación no picó y se alejaron, “por manera que se hubieron de aquel navío seis soldados (todo es bueno para el convento), y así nos volvimos a la Villa Rica (Veracruz)”. Garay nunca tuvo suerte con Cortés, ni entonces, ni más tarde, cuando murió a su lado, como veremos. Todo despejado: vámonos a México.
     -Pasado el susto, querido Abad de Jamaica, sus amigos indios le indicaron  a Cortés la mejor ruta, aunque el resultado estuvo a punto de ser catastrófico (siempre al borde del abismo). “Los principales de Cempoala dijeron que el camino más conveniente era por la provincia de Tlaxcala, porque eran sus amigos y mortales enemigos de los mexicanos; y nos dieron doscientos tamemes (porteadores) para llevar la artillería”. Pongamos punto de partida y fecha para el histórico viaje: “E partimos de Cempoala mediado el mes de agosto de mil y quinientos y diez y nueve años. Y fuimos a Jalapa, y de allí a Socochima (Xicochimalco), y como eran amigos de los del Cempoala y no tributaban ya a Moctezuma, nos tenían buena voluntad”. Cuente su reverencia lo que aconsejó un sensato fraile.
     -Siguieron Cortés y los suyos hacia México por la ruta de Tlaxcala, reposando en pueblos de indios amigos, y llegaron a Zocotlán, donde fueron acogidos de mala gana, “y estábamos muy apercibidos y con gran orden porque eran vasallos de Moctezuma”. El cacique les dio datos impresionantes y detallados de la ciudad de México. “Y con todo cuanto contaba de su fortaleza y puentes, que levantando cualquiera no se podía entrar en ella, somos de tal calidad los soldados españoles (autoestima a tope), que ya queríamos estar probando la aventura, aunque parecía cosa imposible. Y verdaderamente México era más fuerte que todo lo que decía, porque una cosa es haber visto la manera y fuerzas que tenía, y otra como yo lo escribo. Y dijo que Moctezuma todo lo señoreaba y que no sabía si estaría contento de que nos hubiesen aposentado sin su licencia”. Cortés le respondió que venían a que eso cambiara, y les dijo que también ellos deberían hacerlo (dejar los sacrificios, el canibalismo y la sodomía); luego dio orden a sus soldados de poner una cruz. Pero fray Bartolomé de Olmedo le dijo: ‘Parésceme, señor, que en estos pueblos no es tiempo para dejarles una cruz en su poder. Y esto que se les ha dicho basta hasta que tengan más conocimientos de nuestra santa fe’. Y así, quedó sin poner la cruz”. (Bravo por el frailuco).

     El plano que mostramos es muy didáctico: lo usaremos varias veces. El verdadero inicio del gran ‘asalto’ fue Cempoala (el viaje de ida a Veracruz, y vuelta, lo habían tenido que hacer para que Cortés resolviera una de sus típicas contrariedades). Hemos pasado por Jalapa, Xico Viejo e Ixhuacán; estamos ahora en Zocotlán (Xocotla). La primera gran meta va a ser Tlaxcala, donde Cortés confía en encontrar grandes amigos.


lunes, 30 de mayo de 2016

(Día 281) CORTÉS se ve obligado a imponer su autoridad con suma dureza. Para impedir las tentaciones de volver a Cuba, CORTÉS destruye las naves. Se decide ya ir directamente a Tenochtitlán, al encuentro con Moctezuma. Arenga épica de CORTÉS. Surge un imprevisto.

(33) –Avante con la tragicomedia diaria, escribano: Cortés vivía en un campo minado y  necesitó ser valiente, ingenioso e implacable.
     -Además, querido maestro, tenía enemigos en el exterior y en su propia casa. En cuanto partieron para España Puertocarrero y Montejo (donde se quedarían dos años enredando sin tregua en la corte para defender la causa de Cortés), un grupo de partidarios del acuciante Diego Velázquez, “acordaron tomar uno de los navíos e irse a Cuba a dar cuenta al gobernador de cómo podía apresar a nuestros procuradores; Cortés lo supo cuando se iban a embarcar,  les tomó confesiones (no sería suavemente) y confesaron la verdad. Y por sentencia, mandó ahorcar a Pedro Escudero e a Juan Cermeño, y cortar los pies al piloto Gonzalo de Umbría, y dar 200 azotes a los hermanos Peñates; y al padre Juan Díaz, si no fuera de misa, también le castigara, mas metióle harto temor”. Durillo, ¿no?
     -¿Y qué remedio?, hijo mío. Hasta al páter le debería haber sacudido, pero ya ves cómo se nos respetaba a los consagrados. Fiel a su estilo, Bernal añade un comentario (yo diría que aprobatorio) sobre los sentimientos de Hernán. “Acuérdome que cuando Cortés firmó aquella sentencia dijo con grandes suspiros: ‘¡Oh, quién no supiera escribir, por no firmar muertes de hombres!’, como lo hacía el cruel Nerón en el tiempo que dio muestras de buen emperador. Y cuando se hubo ejecutado la sentencia, se fue (el hiperactivo) Cortés a matacaballo  a Cempoal, y mandó que luego le siguiésemos los demás”. Juntos ya en Cempoal, se llegó al acuerdo de destruir los navíos que tenían en Veracruz, y Cortés le encargó el trabajo a un fiel compañero, Juan de Escalante. Deja claro Bernal que los navíos no fueron quemados, sino que “se dieron al través”, y que lo ordenó por dos razones: imposibilitar la vuelta a Cuba (quedando en Veracruz una pequeña guarnición, con los viejos y enfermos) e incorporar como soldados a los marineros. Habló Cortés con el cacique gordo y con sus indios de Cempoala, recordándoles sus compromisos con el rey español y la necesidad de que se mantuvieran alejados de las malas costumbres pasadas, porque los españoles iban a dar el gran paso: emprender, por fin, el ansiado y temible viaje al encuentro de Moctezuma en Tenochtitlán.
     -Luego, reverendo, Cortés alimentó con unas frases épicas el fuego y el ansia que llevaban sus soldados dentro ante la perspectiva de la heroica y productiva proeza que tenían por delante. ¿Qué dijo?
     -Se puso grandilocuente, a tono con el crucial momento: “Y entonces Cortés nos dijo que ya habíamos entendido a qué jornada íbamos (¡México!), y que mediante nuestro Señor Jesucristo, habíamos de vencer todas las batallas, y estar prestos para ello como convenía, porque en cualquier parte donde fuésemos desbaratados, lo cual Dios no permitiese, no podríamos alzar cabeza, por ser muy pocos y no tener otra ayuda sino Dios y nuestro buen  pelear y corazones fuertes. Y dijo otras muchas comparaciones y hechos heroicos de los romanos. Y habló con muy buen razonamiento, con otras palabras más melosas y otra elocuencia mejor que lo que yo digo. Y todos a una respondimos que haríamos lo que nos ordenase, que echada estaba la suerte de la buenaventura, como dijo Julio César en el Rubicón. Y estando de esta manera para partir…” ¿Será posible?: surge otro serio inconveniente. Cortés y sus fieles han tenido de todo: luchas con los indios, problemas internos con algunos protestones, ejecución de traidores, el incordio constante de Velázquez, apoyado por mi poco recomendable ‘padrino’, el obispo Fonseca… Pues, bien, tienen que aplazar la salida: llega un mensajero desde Veracruz diciendo que andaba un navío rondando por la costa. ¿De quién será?

     (En la foto, el italiano río Rubicón. Julio César se la jugó –‘alea jacta est’- : el hecho de atravesarlo era una ilegalidad que le iba a enfrentar contra todo el poder de Roma; no es extraño que Bernal viera con los mismos ojos la decisión de “dar con las naves al través”, saltarse la autoridad del gobernador Velázquez y dirigirse en un desesperado viaje a México, donde les aguardaba  la poderosa fuerza militar del imperio de  Moctezuma).


domingo, 29 de mayo de 2016

(Día 280) EL TODOPODEROSO OBISPO FONSECA trata de mala manera a los ENVIADOS DE CORTÉS. Pero EL REY se muestra acogedor. DURERO ve el tesoro y queda asombrado de su belleza. Anotación de SANCHO ORTIZ DE MATIENZO sobre los indios liberados de ser sacrificados.

(32) –Seguro que me dejas solo, secre, con el temible Fonseca.
     -No te hagas el ofendido, insigne canónigo, que sé que te gusta volverlo a ver. Cuéntanos la llegada de los enviados a España.
     -Vale, socio. Bernal, por una vez, se equivoca: Carlos V no estaba ya en Flandes, sino en Tordesillas visitando a su madre, Juana la Loca (que era la reina ‘oficial’, Juana 1ª de Castilla), y allí le mandé  yo con mi sobrino Domingo de Ochandiano las cartas y el tesoro llegados de México. Pero  sí es cierto que Puertocarrero y Montejo se vieron obligados a defender los intereses de Cortés y sus soldados en plan sumiso ante el hosco Fonseca, el ‘jefe’ de los asuntos de Indias y protector de Velázquez. La entrevista fue desastrosa. “Les mostró tan mala cara y peor voluntad, que nuestros embajadores estuvieron a punto de replicarle, pero se reportaron y dijeron que mirase su señoría los grandes servicios que Cortés y sus compañeros hacíamos a su Majestad; y les tornó a responder muy soberbiamente que se habían levantado contra Diego Velázquez; y pasaron otras muchas palabras agrias. Y a esta sazón llegó Benito Marín, capellán de Diego Velázquez, dando muchas quejas de Cortés y de todos nosotros, y el obispo se airó mucho más. Y acordaron nuestros embajadores de callar hasta mejor tiempo y lugar”. Cambiaron de estrategia; buscaron contactos contrarios a Fonseca, lo que no fue difícil, “porque era mal quisto (poco querido) por las muchas demasías que mostraba con los grandes cargos que tenía”. Consiguieron mandarle información al rey, que ya estaba en Flandes, “e quiso Dios que Su Majestad alcanzó a saberlo todo muy claramente, y en su real corte no se hablaba de otra cosa sino de Cortés y de las conquistas que habíamos hecho”. En Flandes pudo ver el gran artista Durero parte de las joyas aztecas que llevó Carlos V, y este fue su comentario: “Y también vi allí (en Bruselas) las cosas que trajeron al Rey desde la nueva tierra del oro (describe algunas de ellas), y eran tan hermosas que sería maravilla ver algo mejor. Nada he visto a todo lo largo de mi vida que haya alegrado tanto mi corazón como estas cosas. En ellas he encontrado objetos ma­ravillosamente artísticos, y me he admirado de los sutiles ingenios de los hombres de esas tierras extrañas”. Déjame ahora copiar el comentario que anoté sobre los indios que trajeron con el tesoro, de los que Bernal nos revela que fueron  liberados cuando los engordaban para ser comidos.
     -Pues veamos tu texto, daddy, que lo leeremos reverencialmente.
     -Te quejas con razón, discípulo amado, de que perdí la oportunidad histórica de contar todo lo que estos ojos y oídos pecadores míos conocieron directamente de ese hito de la humanidad que fue lo de  Indias. Esto que sigue es una muestra de lo poco que llegué a contar, y lo hice en el libro de contabilidad de mi tesorería, aunque registré también otros datos muy importantes: “En cumplimiento de lo mandado, fueron vestidos ricamente los cuatro indios, dos de ellos caciques, y dos indias traídos por Montejo y Portocarrero, y enviados a S. Majestad a Tordesillas, donde estaba. Salieron de Sevilla en siete de febrero de 1520, y en ida y estada y vuelta, que fue en 22 de marzo, se gastaron 45 días. Uno de los indios no fue a la Corte porque enfermó en Córdoba y se volvió a Sevilla. Venidos de la Corte, murió uno. Permanecieron los cinco en Sevilla, muy bien atendidos, hasta 27 de marzo de 1521, día en que partieron en la nao de Ambrosio Sánchez, enderezados a Diego Velázquez, en Cuba, para que dellos hiciese lo que fuese servicio de Su Majes­tad”. Ya ves, querido secre, que cuidamos de ellos, bajo mi responsabilidad, más de un año.

    (Foto: Autorretrato de Alberto Durero. Cuando vio las joyas que mandó Cortés, el año 1520, ya no era tan hermoso mancebo. Tenía  unos 50 años y le quedaban 8 de vida (y a mí, solamente uno). Pero había afinado su genialidad con la gran experiencia acumulada: sabía bien lo que era el verdadero arte, y se extasió con las maravillas aztecas. Da grima pensar que gran parte de las primorosas obras del pueblo mexicano fueron fundidas y transformadas en lingotes de oro; al fin y al cabo, vil metal).


sábado, 28 de mayo de 2016

(Día 279) A SANCHO ORTIZ DE MATIENZO le envían el tesoro para CARLOS V, y 4 indios liberados de ser sacrificados. Los soldados le escriben al rey ensalzando en extremo a CORTÉS, que, a su vez, trata de ocultar el mérito de las 2 expediciones anteriores. El gobernador VELÁZQUEZ decide mandar una impresionante armada contra CORTÉS.

(31) -No solo iban a traer a la Corte el gran tesoro de Moctezuma y el oro que habían rescatado los soldados. Como es lógico, secre, le enviaban al rey una relación sobre los hechos más relevantes.
     -Pero el jefe supremo, honrado clérigo, era Cortés, y quiso mandar su propia misiva. Bernal habla de la que firmaron los demás, capitanes y soldados,  conjuntamente. Sigue tú, por dos razones.
     -Vale, malandrín, que siempre estás tocando en la misma tecla, aunque primeramente copiaré algo curioso que yo no sabía: le dicen al rey que “enviamos 4 indios que quitamos en Cempoala, que tenían a engordar en unas jaulas de madera para luego sacrificarlos y comérselos”. Esos indios, hijo mío, me llegaron a Sevilla, pero ahora me entero de la terrible situación en que habían estado. Y la tecla que vuelves a tocar es la de Fonseca (qué cruz). Dice Bernal que, en la carta que escribieron, le advertían al rey que temían que Fonseca favoreciera a Velázquez dándole la gobernación de Nueva España, porque le había regalado encomiendas de indios “que le sacan oro de las minas, y no dejó ningún pueblo para la real corona; y le pidieron que le hiciesen la merced de la gobernación a Cortés, y dieron muchos loores dél, hasta ponerlo por las nubes. Y nos rogó que le mostrásemos la carta, y hubo mucho placer de los loores que dél dábamos”. Pero aparece otra vez el Cortés tramposo y acaparador de todo el  brillo: “Empero, no quiso que dijéramos lo del quinto del oro que le prometimos, ni que declaráramos quiénes fueron los primeros descubridores, porque en su carta no hacía mención de Hernández de Córdoba ni de Grijalva, sino de él solo, a quien atribuía la gloria y el honor todo (bravo, Bernal). Y no faltó quien le dijo que a nuestro rey y señor no se le ha de dejar de decir todo lo que pasa. En julio de 1519 partieron los enviados desde San Juan de Ulúa y llegaron a la Habana”. Al enterarse el gobernador Velázquez del objeto y destino del viaje, “tomáronle sudores de muerte, y de presto mandó dos navíos para apresar la nave, pero no la hallaron y se volvieron a Santiago de Cuba. Y luego le aconsejaron sus amigos que enviase sus quejas a España al obispo de Burgos (Fonseca), que estaba de presidente de Indias y hacía mucho por él (así me puso a mí en la Casa de la Contratación, hijo mío); y también envió a dar sus quejas a la Audiencia de Santo Domingo”. No menciona a mi sobrino, que estaba allí de oidor, entonces en apuros, pero sus datos históricos son de toda garantía.
     -Sigue, sigue, sapientísimo clérigo, que no tiene desperdicio.
     -Fue la época en que los frailes jerónimos tenían la máxima autoridad en la audiencia dominicana (la única que había entonces en Indias). Bernal deja claro que los religiosos no le hicieron ni caso a Velázquez, puesto que Cortés ya iba cimentando su gran prestigio. Para mayor infortunio del gobernador, acababa de llegar el licenciado Zuazo con la misión de tomarle residencia (habitual examen de control de los funcionarios), “y cuando lo supo el Diego Velázquez, se acongojó mucho más, y de muy gordo que era, se quedó flaco en aquellos días”. Pero reaccionó con la rapidez y el veneno de una cobra: “con gran diligencia preparó una recia armada para  prender a Cortés y a todos nosotros”. Esta flota sería luego un problema descomunal para Cortés, que, cómo no, también lidió con ágil elegancia. Porque, tomen nota sus mercedes, se componía de once barcos y unos mil trescientos soldados. “Y puso por su capitán a un hidalgo que se decía Pánfilo de Narváez, hombre alto de cuerpo y membrudo, natural de Valladolid, con buenos pueblos de indios y muy rico, e hablaba algo entonado, como de bóveda (no nos hagas reír, Bernalito). Y dejaré ahora al Velázquez aderezando su armada”.

     (En la reproducción, el linajudo y ‘gordo’ Diego Velázquez de Cuéllar, hombre de gran valía, veterano del 2º viaje de Colón, gobernador de Cuba, hiperactivo fundador de ciudades, protegido de mi ‘padrino’ Fonseca, y siempre vencedor, menos con Cortés, a quien quiso hacer la vida imposible pero perdió todas las partidas).


viernes, 27 de mayo de 2016

(Día 278) LOS TOTONACOS se serenan y queda establecida la paz definitiva. BERNAL describe el espantoso aspecto de los sacerdotes. Nuevamente reciben como regalo hijas de caciques. Para ganarse el favor de Carlos V, deciden mandarle todo el oro que habían conseguido.

(30) –No faltó un pelo, querido socio, para que Cortés arruinara la valiosa amistad conseguida con los totonacos. Pero pudo controlar la situación.
     -Hasta el mejor cirujano, tierno abad, puede meter mal el bisturí. Sigue diciendo Bernal: “Como ya los caciques y papas se sosegaron, les dijo Cortés que quemaran los ídolos que hicimos pedazos, y así lo hicieron”. Y nos describe a los ‘atractivos’ papas: “El hábito que llevaban eran unas mantas oscuras a manera de sotanas hasta los pies; y traían el cabello muy largo lleno de sangre pegada y muy enredado, que no se podía esparcir, y hedían como azufre, y tenían otro muy mal olor como de carne muerta; y no tenían mujeres, mas tenían el maldito oficio de sodomía, y ayunaban ciertos días”. Recobrado el buen rollito con los de Cempoala, Cortés, después de  decir a los indios “que agora que los teníamos como hermanos les favorecería en todo contra Moctezuma”, cristianizó el ambiente colocando un altar, “mandó que se quitase las costras de sangre que había en los cúes y que lo aderezasen todo muy bien, y que los papas se trasquilasen e vistiesen mantas blancas e que anduviesen siempre limpios. Y para que lo cumplieran  puso allí como ermitaño a un soldado cojo y viejo que se decía Juan de Torres, cordobés (vaya encarguito). Y al otro día se dijo misa, y se bautizaron a las 8 indias que nos habían entregado”. Ya nos dijiste por qué, Sancho.
     -Triste y contradictoria cosa, secre: para que no fuera pecaminoso el amancebamiento. Y sigue Bernal: “A la sobrina del cacique gordo se la llamó doña Catalina, y era muy fea. Se la dieron a Cortés por la mano, y él la recibió con buen semblante (no sabe uno si lo dice con ironía). A otra hija de un  gran cacique, se puso por nombre doña Francisca, e era muy hermosa para ser india, y se la dio Cortés a Alonso Hernández Puertocarrero. Luego nos despedimos de todos, y en adelante, los indios siempre nos tuvieron muy buena voluntad, especialmente desde que vieron que recibió Cortes a sus hijas y nos las llevamos con nosotros”. Tenemos que subrayar, eminente escribano, esos dos logros fundamentales de los españoles: con tremendo esfuerzo y mucha sangre, se logró anteriormente la amistad de los indios de Tabasco; y de la manera más pacífica, los totonacos de Cempoala, con su cacique gordo al frente, se pusieron en las manos de Cortés porque intuyeron que solo los españoles podían liberarles del yugo de Moctezuma. Esta última alianza será especialmente rentable. Cortés aprendía rápido.
     -Y enhorabuena, daddy, porque te va a mandar ahorita el tesoro.
     -Razón tienes, biógrafo mío: ya vimos cuándo le mandó Moctezuma a Cortés aquella preciosa colección de objetos, y cómo él enseguida me los envió a la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla para que se los entregara a Su Majestad. Pero sigamos el hilo de lo que cuenta Bernal: “Después de quedar como amigos los indios, nos fuimos a la villa (Veracruz), y llevábamos con nosotros algunos principales de Cempoala, y le dijimos los soldados a Cortés que ya sería bueno ir a ver qué cosa era el gran Moctezuma, y también se puso en plática que enviásemos a Su Majestad todo el oro que se había habido, y él respondió que estaba bien acordado”. Por si alguno ponía pegas, Cortés explicó que  sería muy importante  hacerlo así para ganar el favor del rey, “e desta manera todos a una firmaron su conformidad. E luego se nombraron para que fuesen como procuradores (con el tesoro) a Castilla a Alonso Hernández Puertocarrero y a Francisco de Montejo (amigo de Velázquez), al que ya Cortés le había dado dos mil pesos para tenerlo de su parte, y se les dio el mejor navío, yendo de piloto Antonio de Alaminos, que sabía cómo ir por las Bahamas porque fue el primero que navegó aquellas aguas”.

     (Ponemos ese tosco y brutal grabado por su antigüedad y porque es el único, de los que hemos encontrado, que representa con bastante fidelidad y en acción a los siniestros ‘papas’ que nos ha descrito Bernal).


jueves, 26 de mayo de 2016

(Día 277) NUEVA MISIÓN DIPLOMÁTICA DE MOCTEZUMA, con muchos regalos para CORTÉS, pero también con quejas por haber fomentado la rebeldía de los TOTONACOS. La intransigencia de CORTÉS con la religión local está a punto de arruinar la alianza con los TOTONACOS.

(29) –Qué bonito trabajo, entrañable discípulo: vivir en directo aquella loca aventura de México y hacerlo al ladito de Bernal.
     -Ciertamente, querido maestro; y de paso sacamos de las sombras (toda luz es poca para él) a ese delicioso soldado-escritor. Sigamos con su narración. Moctezuma, cuyo comportamiento siempre será un misterio, cuando llegaron los dos recaudadores teatralmente liberados por Cortés entró también en el jueguecito de los tanteos mutuos, y envió a dos sobrinos suyos cargados de regalos para darle las gracias, con todo el empalago de las farsas diplomáticas, “pero, por otra parte, se quejó mucho porque con nuestro favor se habían atrevido aquellos pueblos a hacerle la gran traición de no darle tributo y negarle la obediencia”. Con otra ridícula explicación, Cortés les dijo a los sobrinos que “éramos amigos de su señor Moctezuma, y como tal servidor le ha guardado a sus tres recaudadores. Y luego los mandó traer de los navíos, y con buenas mantas y bien tratados se los entregó. E les dijo que le pide por merced al señor Moctezuma que perdone el desacato que los indios han tenido contra él, porque no pueden servir a dos señores y en aquellos días nos han servido en nombre de nuestro rey y señor”. ¿No es kafkiano el argumento, reverendo?
     -Y ofensivo, jovencito: como si hablara con el más tonto de México. Para que los sobrinos de Moctezuma gozaran de un buen  espectáculo (y quedaran impresionados), “Cortés mandó que corriesen y escaramuceasen algunos jinetes, de lo cual se holgaron de haberlo visto. Y despedidos y muy contentos, se fueron a su México (la distancia era de unos 400 km)”. Como Bernal, en cuanto le brota por asociación algo pintoresco, lo suelta en plan de charla (y es de agradecer), dice: “En aquella sazón se le murió el caballo a Cortés, y compró, o le dieron, otro que se decía el Arriero, que era castaño oscuro, que fue de Ortiz el Músico y un Bartolomé García el Minero (nunca falla: ya dio antes estos datos en su relación de caballos), y fue uno de los mejores que hubo en la armada”. Él sabe que se ha salido alegremente del hilo de la narración, pero lo arregla diciendo (tropezará mil veces, afortunadamente, en la misma piedra): “Dejemos de hablar de esto, y diré que aquellos indios amigos nuestros que creían que el gran Moctezuma enviaría sus grandes ejércitos para destruirlos, desque vieron que sus parientes venían con presentes y a darse por servidores nuestros (así lo pensaron), decían que ciertamente éramos teúles, y que Moctezuma nos había miedo”. Sin pausa y con prisa, Cortés y sus cuates iban ganando terreno.
     -Sigue contando, ilustre socio de tertulias, el siguiente pasito.
     -Gracias, joven. Cortés estuvo a punto de estropear la idílica paz conseguida con los totonacos. Quiso imponerles un cambio radical de costumbres: eliminar no solo los sacrificios humanos, sino también  la sodomía. (Aunque algunos historiadores consideran que no era una práctica habitual, es evidente que sí, por dos razones: 1.- Los nativos no se regían por una moral tan estricta como la cristiana. 2.- Tendrían que estar totalmente equivocados esos españoles que, absolutamente en todos los rollos imperialistas que les soltaban, les exigían el abandono de la costumbre ‘nefanda’). Los caciques contestaron que prohibirían la sodomía, pero que “no podían dejar sus ídolos y sacrificios, y Cortés les dijo que los habían de derrocar; desque aquello vieron, el cacique gordo mandó a sus capitanes que apercibiesen a los guerreros en defensa de sus ídolos”. Cortés no cedió, y los indios ‘se arrugaron’, pero no quisieron hacerlo ellos, y “dijeron que, si los queríamos derrocar, que no era con su consentimiento; y no lo hubieron bien dicho, cuando subimos al cu unos 50 soldados y los derrocamos, y vienen rodando por las gradas aquellos sus ídolos hechos pedazos. Y cuando lo vieron, comenzaron a darnos guerra; nosotros echamos mano al cacique gordo, a seis papas y a otros principales, y les dijo Cortés que si hacían guerra, habían de morir todos ellos. Y entonces el cacique gordo mandó a sus gentes que se fuesen y que no hiciesen guerra”.
     (Véase una reproducción del ‘tranquilizador’ ambiente en el que tiraron los ídolos gradas abajo. Le faltó ‘diplomacia’ a Cortés).


miércoles, 25 de mayo de 2016

(Día 276) MANIPULACIÓN EFICAZ pero poco digna de CORTÉS a los aztecas y totonacos, logrando un doble objetivo: quedar bien con MOCTEZUMA y precipitar la alianza con los TOTONACOS. Hasta cuatro emplazamientos tuvo la ciudad de VERACRUZ, coincidiendo el definitivo con el primero.

(28) -¡Ay, Cortesito!, ¿qué necesidad tiene tu grandeza de hacer trampillas de colegiales? No me gusta que juguetees con los indios.
     -Es realmente decepcionante, reverendo, pero él solo atendía a los resultados. Veamos lo que ocurrió. Los totonacos estaban eufóricos por haberse atrevido a cumplir lo que les mandaba Cortés, apresar a los 5 recaudadores de Moctezuma. Pronto se extendió la noticia asombrando a los demás indios sometidos y estimulando su rabia dormida. No llegaron a sacrificar a los presos porque Cortés se lo impidió. Hasta ahí, todo muy bien. Pero luego ‘el maniobrero’ logró con tretas liberar a dos, y tuvo la santa jeta de preguntarles que por qué les habían apresado. “Y respondieron que lo hicieron los caciques de Cempoala con su favor, y Cortes dijo que no sabía nada y que le pesaba dello, y les dijo muchos halagos, y que se fuesen luego adonde su señor Moctezuma a decirle que éramos sus grandes amigos e servidores. Y cuando amaneció y los caciques vieron que había dos presos menos, querían muy de hecho sacrificar a los otros tres, pero Cortés no les dejó, e se hizo el enojado porque se habían huido los otros”. El caso era quedar bien con Moctezuma.
     -Esa es, querido secre, la primera parte de la maniobra. La segunda, y más importante, cayó por su propio peso: “Los indios dijeron que qué harían, que vendrían sobre ellos los poderes del gran Moctezuma y no podrían escapar de ser muertos y destruidos. Y dijo Cortés con semblante muy alegre que nosotros les defenderíamos y mataríamos a quien enojarlos quisiese. Entonces prometieron todos aquellos pueblos y caciques a una que serían con nosotros en todo y juntarían sus poderes contra Moctezuma. Y aquí dieron obediencia a Su Majestad ante el escribano Diego de Godoy, y todo lo que pasó lo enviaron a decir a los demás pueblos. Como ya no pagaban tributo ninguno, no cabían de gozo de haber quitado aquel dominio”. Pues siento decirlo, querido socio, pero el método me parece vergonzoso y pueril: Cortés se podía haber ahorrado el numerito de soltar a los recaudadores y andar con esos fingimientos, porque lo importante, la adhesión de los indios, ya la tenía bien cocinada, y el único recado que los aztecas llevarían a Moctezuma sería el de que se trataba de un tramposo congénito.
     -Aunque es posible, reve, que el impaciente Cortés lo hiciera para acelerar esa adhesión. Pero sí: resulta algo denteroso. Prosiga su reverencia.

     -Vamos a ver cómo Veracruz se convierte en una ciudad corretona. Sigan el hilo vuesas mersedes. La 1ª fundación fue más o menos donde está hoy en día, y ya nos dimos cuenta de que Cortés la creó como un ente virtual, aunque con todos los protocolos y nombramientos oficiales; no había edificios: ni iglesia, ni ayuntamiento, pero, eso sí, plantó la picota y la horca por si alguien ponía pegas a su decisión de poblar, que había supuesto un acto de rebelión contra el gobernador Velázquez. Ahorita mismo Cortés ha conseguido que los indios totonacos se declaren ante notario vasallos del emperador Carlos. Era la ocasión de poblar de verdad la Veracruz ya fundada con tinta sobre el papel, pero en un lugar mejor. Fue el 2º emplazamiento. Dice Bernal: “Después que hubimos hecho liga y amistad con más de 30 pueblos que se decían totonacos, acordamos fundar (en realidad, poblar) la Villa Rica de Veracruz en unos llanos, a media legua del pueblo que se dice Quiahuiztlán (en el mapa, Punta Villa Rica), trazando (ahora sí) iglesia y plaza y atarazanas (astilleros), y todas las cosas que convenía para ser villa. E hicimos una fortaleza, y nos dimos mucha prisa trabajando todos (Cortés incluido), desde el mayor al menor, y con los indios, que nos ayudaban”. Pronto se vio que el fondeadero del lugar no reunía buenas condiciones. El año 1525, se abandonó haciendo el tercer emplazamiento en lo que actualmente se llama Antigua. Y bastantes años después, en 1599, se instaló definitivamente Veracruz (4º emplazamiento) donde hoy se encuentra su poderoso puerto. Lo que son las cosas: es el mismo lugar en el que Cortés hizo la primera fundación, la virtual, en la costa que tiene enfrente el islote de San Juan de Ulúa. Nos ha costado desenredarlo porque hay mucha confusión sobre el tema, querido secre, pero ya está claro como la luz del día. ¿Qué tal un trago?


martes, 24 de mayo de 2016

(Día 275) PRIMERA gran alianza “PARA SIEMPRE” con unos indios, LOS TOTONACOS. Ocurre algo inaudito: CORTÉS consigue que los totonacos osen apresar a los recaudadores de MOCTEZUMA.

(27) –Imposible aburrirnos con Cortés, coleguita: cada día un  sobresalto. Venció y convenció a los indios de Tabasco; ha hipnotizado, de momento, a los amigos de Velázquez. ¿Y ahora?
     -Está a punto de dar otro paso clave, reverendo. Se dirige hacia Cempoala, donde viven aquellos indios totonacos que le visitaron y le pusieron al corriente de que muchos pueblos odiaban a los aztecas: “Caminábamos muy apercibidos y con mucho orden, como siempre, e ya cerca del pueblo salieron 20 indios principales a nos recibir de parte del cacique, y dijeron que su señor nos esperaba en sus aposentos por ser hombre muy gordo y no poder venir”. Era el poblado más grande que habían visto y las calles estaban llenas de curiosos. Se veían tan blancas las casas que un soldado decía que eran de plata, “e tuvimos bien que reír de su frenesí de plata, que después le decíamos que todo lo blanco le parecía plata. E nos salió a recibir el cacique gordo, que porque era muy gordo así le nombraré, e hizo muy gran reverencia a Cortés y lo sahumó, que era su costumbre, y Cortés le abrazó”. Regalos del cacique, agradecimiento y sermón de Cortés sobre los bueno que es el emperador y la necesidad de que abandonen los sacrificios, “y luego que lo oyó el cacique gordo, dando grandes suspiros se queja reciamente del gran Moctezuma, diciendo que hacía poco que lo había sojuzgado”. Cortés le prometió ocuparse del asunto después, y los españoles siguieron hasta un pueblo-fortaleza llamado Quiauistlán. Sigue, Sancho, y cuenta la típica anécdota de Bernal.
     -Todo su texto, hijo mío, va salpicado de esos detalles, y nos servirá de ejemplo de su estilo. “E yendo subiendo con buen orden aquella fortaleza, el capitán Alonso de Ávila, como era soberbio e de mala condición, porque un soldado que se decía Alonso Hernando de Villanueva no iba en buen orden, le dio un bote de lanza en un brazo que le mancó, y después se llamó Alonso de Villanueva el Manquillo. Dirán que siempre salgo del orden al mejor tiempo para contar cosas viejas. Dejémoslo y digamos que en lo más alto de la fortaleza vinieron los indios donde estaba Cortés y lo sahumaron”. Intercambio de regalos, abrazos, sermoncito, etc. Entonces llegaron los de Cempoala, trayendo al cacique gordo en andas, y todos los indios a coro “daban tantas quejas de Moctezuma con lágrimas y suspiros que tuvimos mancilla (pena) dello, porque cada año les pedían muchos hijos para sacrificar”.
     -Magnífica ocasión, Sancho, para que Cortés los convirtiera en inquebrantables amigos. Dará otro paso de gigante.
     -Razón tienes, hijo mío. Con su astucia y valentía, Cortés se metió en el bolsillo a los totonacos. Le dijeron que los recaudadores de Moctezuma también les tomaban sus mujeres e hijas si eran hermosas, y las forzaban, y que eso hacían a todos los pueblos totonacos, que eran más de treinta. “Y estando en estas pláticas, entraron por el pueblo cinco indios mexicanos recaudadores de Moctezuma, y pasaron sin hablar y con mucha presunción por donde estábamos, y les riñeron al cacique gordo y a los otros por habernos hospedado, e les pidieron que les diesen 20 indios para aplacar a los dioses por el maleficio que habían hecho”. Cortés les dijo a sus aterrorizados amigos indios que apresaran a los recaudadores, “y cuando los caciques lo oyeron estaban espantados de tal osadía, y Cortés insistió, y así lo hicieron, y a uno dellos que no se dejaba atar le dieron de palos. Y entonces Cortés les mandó a los caciques que no le diesen más tributo ni obediencia a Moctezuma. E viendo cosas tan maravillosas, dijeron que no osarían hacer aquello hombres humanos sino teúles, que así llaman a sus ídolos, e desde entonces nos llamaron teúles”.

     (El grabado muestra bien cuál sería desde entonces el mayor apoyo de los españoles: los pueblos cruelmente explotados por los aztecas; no es creíble que sin ellos lograran conquistar México).


lunes, 23 de mayo de 2016

(Día 274) EL EXPEDITIVO CORTÉS se saltó la orden de no poblar y FUNDÓ DE INMEDIATO VERACRUZ. Otra astuta maniobra de CORTÉS consigue que los partidarios del gobernador VELÁZQUEZ no se marchen a CUBA. Llega ALVARADO y cuenta los horrores que ha visto en los templos por todas partes.

(26) –Lo bueno de Cortés, airoso jubilado, era su productividad.
     -Así es, my dear. Tras ningunear a los partidarios de Velázquez, la situación quedó clara: él era el jefe supremo y estableció el derecho a poblar en aquellas tierras. ¿Y cuándo empezó a hacerlo? El mismísimo día en que zanjó el asunto: “Y luego fundamos una villa que se nombró la Villa Rica de la Vera Cruz (es bonito asistir al parto de tan gran ciudad) porque habíamos desembarcado en  Viernes Santo de la Cruz. E hicimos alcaldes e regidores (concejales); y fueron los primeros alcaldes Alonso Hernández Puertocarrero y Francisco Montejo, a quien le metió Cortés porque no estaba muy bien con él (o sea, para ganárselo). Y se puso una picota en la plaza (donde se avergonzaba a los delincuentes), y, fuera de la villa, una horca”. (Sin embargo aquello no era más que una fundación virtual, simple y astuto pretexto para amarrar las cosas, porque será más tarde, como veremos, cuando la pobló de verdad). Bernal menciona otros nombres, y hace una aclaración sobre alguien al que siempre trata con especial afecto: “Dirán agora que cómo no nombro al capitán Gonzalo de Sandoval, que llegó a ser la segunda persona después de Cortés. A esto digo que, como era mancebo entonces, no se tuvo tanta cuenta con él hasta que le vimos florecer en tal manera que todos le teníamos en tanta estima como al propio Cortés”.  A los del bando de Velázquez se le atragantó la prepotencia del jefazo, “y harto trabajo teníamos para que no se desvergonzasen más y viniésemos a las armas”. El previsor líder juntó los documentos que explicarían después ante el rey las decisiones que había tomado. Eran, en total, tres; la instrucción de Velázquez, en la que le ordenaba: “Desque hubiéredes rescatado  lo más que pudieres, os volveréis”, el poder que le acababan de dar sus hombres en Veracruz y el pregón que se publicó en Cuba (con permiso de Velázquez) anunciando que el objeto de la expedición era poblar, “y esto fue a causa de que Su Majestad supiese cómo todo era en su real servicio”. Ya siento, querido Sancho, que te lleves ahora otro mal rato.
     -Me voy acostumbrando, apuesto jubileta, a pasar vergüenza ajena. “Y fue harto buen acuerdo (la previsión de Cortés), según como en Castilla  nos trataba Don Juan Rodríguez de Fonseca (pobre ‘padrino’ mío), que fue obispo de Burgos y arzobispo de Rosano, pues supimos por muy cierto que andaba por nos destruir. E volvieron los amigos de Velázquez diciendo que no querían estar debajo de su mando, sino volverse a Cuba. Y Cortés les respondió que no los detendría e que le daría licencia a cualquiera que se lo pidiese”. Un lío tras otro.
     -Pero Cortés era torero fino. Veámosle otra larga cambiada, daddy.
     -Una vez más, santo jubilado, las tácticas de Cortés: se niega a regresar a Cuba, y dice que el que quiera marcharse tendrá su licencia, aunque se quede solo (será teatrero…). Y sigue Bernal: “Y con esto asosegó a algunos, pero, con otros amigos del gobernador en tanto vino la cosa que poco ni mucho le querían obedecer. Y Cortés determinó prender a Juan Velázquez de León, Diego de Ordaz (pronto quedaría seducido por el hechizo de Hernán), Escobar, Pedro Escudero y a otros que ya no me acuerdo (Bernal siempre tan espontáneo)”. Volvió entonces Alvarado de una salida para conseguir comida, y contó los horrores que había visto en varios adoratorios. Tendremos que hacer como dice Bernal: “Y dejemos de hablar de tanto sacrificio, pues desde allí adelante en cada pueblo no hallábamos otra cosa. Y tornemos a nuestra plática, que, como Cortés en todo ponía gran diligencia, procuró hacerse amigo de los de Diego Velázquez, de manera que, a unos con dádivas del oro que habíamos tenido, que quebranta peñas (¡ele!), e a otros con prometimientos, los atrajo a sí, y los sacó de las prisiones, e hizo tan buenos amigos de Juan Velázquez de León y de Diego de Ordaz como luego se verá, y todo con el oro, que lo amansa”.

     (Imagen de Veracruz en 1615: es muy representativa porque aparece la ciudad y, sobre el islote, el fuerte de San Juan de Ulúa).


domingo, 22 de mayo de 2016

(Día 273) LOS SOLDADOS PARTIDARIOS DEL GOBERNADOR querían ya abortar el viaje y volver a Cuba. La habilidad de CORTÉS soluciona el problema, y se consuma la rebeldía contra el gobernador. El aspecto más innoble del gran CORTÉS entra en acción: ESTAFA A SUS HOMBRES.

(25) –Siempre igual, secre: ¿qué problemas tenemos para hoy?
     -Pues como de costumbre, dottore, variados. Dice Bernal: “En aquellos arenales había muchos mosquitos, así zancudos como de los chicos que llaman mosquitos, que son peores que los grandes, y no podíamos dormir. Y no había bastimentos, y el cazabe estaba muy mohoso y sucio. Y algunos soldados que tenían indios en Cuba estaban  suspirando por volver a sus casas, en especial los criados y amigos de Diego Velázquez; e como vio así la cosa, Cortés mandó que nos fuéramos a un pueblo que se llama Quiauiztlán, pero los amigos y deudos de Velázquez le dijeron que para qué quería hacer el viaje sin bastimentos, e que no se podía pasar más adelante porque ya se habían muerto de heridas, dolencias y hambre unos 35 soldados, y que era mejor volver a Cuba. Y Cortés respondió que no es buen consejo volver sin ver por qué, e que hasta ahora no nos podíamos quejar de la fortuna; y que, en cuanto a los que se habían muerto, que en las guerras suele acontecer. Y con esta respuesta se sosegó algo la parcialidad de Diego Velázquez, aunque no mucho”. Mientras, Cortés maniobraba.
     -Rasón tenedes, perspicaz mansebo. Dio un paso más en su desacato a Velázquez, y, encima, les hizo una jugada poco honorable a sus soldados. Bernal cuenta que Puertocarrero y otros dos capitanes le sondearon a él (lo estaban haciendo con muchos otros) de cara a tomar una decisión muy importante. Le dijeron: “Mirá, señor, tened secreto de lo que os queremos decir, que pesa mucho, y que no se enteren los de la parte de Diego Velázquez”. Basándose en que el gobernador había publicado que la expedición tenía derecho a poblar, y, al parecer, solo había dado permiso legal para rescatar, de manera que si volvían a Cuba perderían todas sus esperanzas, le plantearon bien clara su intención: “Estamos muchos caballeros amigos de vuestra merced dispuestos a que esta tierra se pueble en nombre de Su Majestad, y de Hernando Cortés en su real nombre; y tenga, señor, voluntad de dar el voto para que todos lo elijamos por capitán. Yo respondí que la ida a Cuba no era buen acuerdo, y que sería bien que la tierra se poblase e que eligiésemos a Cortés por general y justicia mayor hasta que Su Majestad otra cosa mandase”. Los partidarios de Velázquez, “que eran muchos más que los nuestros”, le dijeron a Cortés que dejara de conspirar y ordenara la vuelta a Cuba. Y el ‘zorreras’ se la lio de nuevo.
     -Así es: aparentó estar de acuerdo. Cuenta tú la jugarreta, reve.
     -Adicto al camuflaje, querido biógrafo mío, el maniobrero Cortés, “sin demostrar enojo, dijo que le placía obedecer a Diego Velázquez, y mandó pregonar que el día siguiente nos embarcásemos todos (para volver a Cuba)”. La esperada reacción se produjo de inmediato: “Los que estábamos de su parte le requerimos que poblase y no hiciera otra cosa, porque era muy gran servicio de Dios y de Su Majestad, y se le dijo muchas cosas bien dichas sobre el caso, de manera que Cortés lo aceptó, y aunque se hacía mucho de rogar, como dice el refrán ‘tú me lo ruegas y yo me lo quiero”. Tendrían que darle un óscar por su calidad de actor. Pero no le pareció bastante enredo, porque aprovechó la tensión creada para quedarse, no ya con una ‘gallina’, sino con dos; y en este caso salieron estafados todos, los amigos de Velázquez y sus propios fieles, aunque Bernal subraya claramente el robo. Veámosle a Cortés en su aspecto más indigno: “Puso como condición que le hiciésemos Justicia Mayor y Capitán General, y lo peor de todo, que le diésemos el quinto del oro de lo que se hubiese después de sacado el real quinto. Y le dimos esos poderes delante de un escribano del rey”. Jamás conquistador alguno se atrevió en Indias a birlarle a sus compañeros con tanto descaro gran parte de lo que les pertenecía. Solo se entiende la aceptación considerando la enorme dependencia que tenían de su jefe. Pero esa espina se les quedaría clavada para siempre.

     (Foto del Palacio de Cortés en Cuernavaca y de su estatua: está claro que el insaciable capitán necesitaba el quinto del oro para alcanzar su futura grandeza).


sábado, 21 de mayo de 2016

(Día 272) MOCTEZUMA MUEVE FICHA: les envía a los españoles dos embajadores. Retornan y los manda de nuevo con grandes regalos y un mensaje: NO QUIERE RECIBIRLOS. El astuto CORTÉS se da cuenta de algo vital para la conquista: son muchos los pueblos indios que odian a los aztecas.

(24) –Veamos, alegre carrozón, cómo siguen los acontecimientos
     -Otro paso muy significativo, tierno ectoplasma, fue la visita, en plan de primer tanteo, de dos embajadores de Moctezuma con algunos regalitos protocolarios. Ocurrió poco después de que la expedición española llegara a San Juan de Ulúa, y se trataba  nada menos que de dos gobernadores, Pitalpitoque y Tendile, acompañados de muchos indios. Abrazo va, abrazo viene, se interrumpe el idilio para celebrar religiosamente la gran fecha del día, Pascua de Resurreción: “Dijo misa cantada fray Bartolomé de Olmedo, que era gran cantor, y estuvieron presentes los dos gobernadores”. Después de comer con ellos, Cortés les soltó el rollo habitual sobre el gran emperador cristiano que quería tener amistad con su señor, “e que querría saber dónde manda Moctezuma que se vean; y el Tendile respondió algo soberbio: ¿Acabas de llegar y ya le quieres hablar?”. Mostró los regalos que traía, y Cortés le entregó una silla muy lujosa para Moctezuma. “Y el Tendile traía consigo grandes pintores y pintaron la cara de Cortés, de capitanes y soldados, navíos, caballos, a doña Marina y Aguilar, y hasta dos lebreles y armas que teníamos”. Cortés no perdió la ocasión de montar su show de cañonazos y caracoleo de caballos. “Se puso fuego a las lombardas y fueron las piedras retumbando con gran ruido, de lo que se espantaron los gobernadores y los indios, y todo lo mandaron pintar para su señor Moctezuma”.
     -Prosigo yo, discípulo mío, porque lo que viene me toca de cerca. El ilustre Tendile, supongo que obnubilado por lo visto, se fue a México a contarlo, y Moctezuma le mandó de vuelta con regalos a lo grande, que cargaban más de 100 indios, con muchas provisiones, que es lo de menos, y un gran tesoro. Bernal detalla lo más espectacular: “Una rueda de hechura de sol de oro muy fino, del tamaño de una rueda de carreta…”; sigue con una relación de joyas de muy variadas figuras, pero termina diciendo: “e fueron tantas cosas que, como ha ya tantos años que pasó, no me acuerdo de todo”. Pero yo sí me acuerdo, y me resulta inapreciable saber en qué momento y cómo llegó a manos de los españoles ese primer tesoro que les regaló Moctezuma, porque lo recibí intacto en la Casa de la Contratación para su envío al rey. Hablaremos de ello.
     -Qué momentos viviste, querido maestro. ¿Cómo sigue la historia?
     -Decía el cronista Sahagún que “cada día aumentaba la desazón de Moctezuma”. Bernal nos explica que la respuesta que le había dado para Cortés a su gobernador Tendile era que le gustaría conocer al emperador español, pero “en cuanto  a que le vieran Cortés y los suyos, que no había para qué y que  no le hablaran más de ello, poniendo muchos inconvenientes”. Luego, por orden de Moctezuma se marchó toda la comitiva de sus indios, “porque parece ser que sus ídolos de la guerra y el infierno, al que sacrificaba muchachos cada día para saber qué hacer con nosotros, le respondieron que no oyera más a Cortés y que  no lo trajese a la ciudad”. En cuanto desparecieron los mexicanos, se acercaron otros indios de lengua distinta, pero que conocían el náhuatl y pudieron entenderse con doña Marina. Bernal captó la importante conclusión que sacó el astuto Hernán: “Y de plática en plática supo Cortés cómo tenía Moctezuma enemigos e contrarios, de lo cual se holgó (alegró)”. Seguro que los indios le revelaron que no solo ellos, sino otros muchos pueblos odiaban a muerte a los aztecas.

     (En la foto, el conocido como “Penacho de Moctezuma”. Es muy probable que sea el mismo que formaba parte del tesoro que yo recibí en la Casa de la Contratación, aunque quizá se trate de una copia. Lo llevó Carlos V a Flandes y permaneció desaparecido durante siglos, hasta que ese ejemplar fue restaurado y colocado donde está actualmente, el Museo de Etnología de Austria. Las plumas son de quetzal, y la bella orfebrería, de oro y piedras preciosas).


viernes, 20 de mayo de 2016

(Día 271) Tras hacerlos amigos, CORTÉS informa someramente a los indios sobre el rey de España y los ritos cristianos. BERNAL vuelve a hablar de DOÑA MARINA, resumiendo su dramática vida hasta que aparecieron los españoles; nos la muestra también en una anécdota entrañable. El sistema de traducción, a través de AGUILAR y DOÑA MARINA, era complicado, pero eficaz.

(23) -Con qué destreza, querido socio, iba ganado terreno Cortés.
     -Ya sabes, reverendo, que Bernal se asombra de su facilidad para convencer (y manipular): “Como Cortés siempre atraía con buenas palabras a todos los caciques, les dijo que le dieran obediencia a nuestro emperador, que manda en  muchos señores y que, en lo que hubieran menester, les vendrá a ayudar. Todos los caciques le dieron muchas gracias, y allí se otorgaron por vasallos, y estos fueron los primeros vasallos que en la Nueva España dieron obediencia a Su Majestad”. Luego se hicieron los preparativos (altar, cruz e imagen de la Virgen) para el Domingo de Ramos, y ese día, en presencia de todos los indios, “con gran devoción anduvimos una procesión, y se dijo misa. Y nos despedimos de los indios encomendándoles la cruz y la santa imagen, y que las tuviesen muy limpias. Y al otro día nos hicimos a la vela”. Navegaron por los sitios que Bernal ya conocía: el río Alvarado, el de las Banderas, la isla Blanca y la Verde, la isla de los Sacrificios, “y luego llegamos a San Juan de Ulúa el Jueves de la Cena (Jueves Santo). Y, de repente, Bernal se pone a hablar  nuevamente de doña Marina.
     -Seguro, pequeñuelo mío, que se moría de ganas por contarlo: “Los padres de doña Marina eran caciques de un pueblo que se dice Payanala. Murió el padre quedando muy niña; la madre se casó con otro cacique mancebo y hubieron un hijo”. Hicieron la ‘cacicada’ de nombrar heredero del cacicazgo al ‘machote’, y les regalaron la niña a los indios de Xicalango, y estos a su vez se la tuvieron que dar a los de Tabasco tras ser derrotados por ellos, de quienes, también quebrantados en guerra, la recibieron los españoles entre otros regalos de paz. Visto lo cual, ¿cómo puede haber alguien que la tache de traidora? El dicharachero Bernal sigue: “Y conocí a su madre y a su hermano de madre, que mandaban juntamente a su pueblo. Y después de vueltos cristianos, se llamó la vieja (no es despectivo) Marta y el hijo Lázaro”. ¿Lo dudan vuesas mersedes? Pues sigan leyendo: “Esto lo sé muy bien porque el año 1523 fue Cortés a las Hibueras (Honduras) y pasó por Coatzcoalcos, y yo iba con él. Y como doña Marina, en todas las guerras fue tan excelente mujer y buena lengua, siempre la traía Cortés consigo. Y entonces se casó ella en Orizaba con un hidalgo que se decía Juan Jaramillo”. Nos despedimos de ella, baby, pero quiero mostrar otro pasaje de Bernal, posterior en su narración, en el que recoge un entrañable hecho.
      -Me encanta que lo hagas, reverendo: a los dos nos inspira ternura.
      -Cuenta Bernal una emocionante anécdota de doña Marina: “Estando Cortés en la villa de Coatzacoalcos (año 1523, terminada la conquista de México), llamó a todos los caciques para hacerles un parlamento sobre nuestra santa doctrina, y vino la madre de doña Marina y su hermanastro, Lázaro, y tuvieron miedo della, que creyeron que los iba a matar, y lloraban. Y doña Marina los consoló,  les dio muchas joyas y ropa y les dijo que les perdonaba porque no sabían lo que hacían cuando la abandonaron, y que Dios le había hecho a ella merced de quitarla de adorar ídolos y agora ser cristiana, y tener un hijo de su amo y señor Cortés, y ser casada después con el caballero Juan Jaramillo”. Y nos explica también el curioso sistema de intérpretes que hubo de utilizar Cortés en los inicios de la campaña: “E digamos que doña Marina sabía las lenguas de Tabasco y de México, y como Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es todo una, entendíanse bien los dos, y el  Aguilar lo declaraba en castellano a Cortés. Fue gran principio para nuestra conquista, y así  se nos hacían las cosas, loado sea Dios, muy prósperamente. He querido decir esto porque sin doña Marina no podíamos entender la lengua de Nueva España”.

     (Doña Marina pronto aprendió español y fue insustituible como intérprete de Cortés en todas sus negociaciones con mayas y aztecas. La foto muestra una escena del lienzo de Tlaxcala -es de la 2ª mitad del siglo XVI-, obra de artistas nativos, en la que aparece ella haciendo traducción simultánea para Cortés y Moctezuma).


jueves, 19 de mayo de 2016

(Día 270) POR PRIMERA VEZ SE ESTABLECE UNA ALIANZA DE AMISTAD CON LOS INDIOS. Esta táctica diplomática sería la clave de la toma de MÉXICO. Les regalan mujeres, y así aparece la tan denostada DOÑA MARINA (la Malinche), a la que BERNAL admira y respeta con gran afecto.

(22) –Estás tembloroso, secre, como los enamorados.
     -Te encanta la guasa, reve; pero esta vez tienes ‘algo’ de razón. Va a aparecer en el escenario una mujer indígena adorable, por mucho que la hayan criticado unos y otros. Bernal siempre la va a tratar con enorme respeto y admiración: él sí que herviría de tierna pasión frente a ella porque todavía era ‘mancebo’ (24 explosivos años). Vayamos por partes. Que nos lo cuente: “A 15 días del mes de marzo de 1539, vinieron muchos caciques e principales de Tabasco haciéndonos mucho acato”. Esta amistad con un grupo numeroso de indios, la primera que consiguieron, abrió las puertas a la única estrategia que podía permitir el triunfo de los españoles; hizo que sus sueños dejaran de ser una locura imposible: jamás hubo trastornados con tanta suerte. Los indios trajeron muchos regalos “pero no fue nada todo este presente en comparación de 20 mujeres, y entre ellas una muy excelente mujer que se dijo doña Marina, que ansí se llamó después de vuelta cristiana”. Su nombre indio era, probablemente, Malinche, pero nosotros, como Bernal, la llamaremos per in secula doña Marina. Se respetó su nobleza de hija de cacique, dándole el entonces muy distinguido trato de ‘doña’. Pronto veremos el por qué de su decisiva importancia y de su ubicua presencia en este ‘novelón’ de México. Luego Cortés, por medio de Aguilar, se mostró muy agradecido y les dijo a los caciques que trajeran a toda su gente, “y que en esto conocería que tenían verdadera paz, y en dos días lo hicieron y quedó todo poblado”. Le explicaron a Cortés que habían atacado porque otros caciques les presionaron, y porque Melchorejo les animó, “y supimos que le sacrificaron; pues tan caro les costó su consejo. Un día después, fray Bartolomé de Olmedo dijo misa con todos los caciques delante, y predicó a las 20 indias, y luego se bautizaron, y se puso por nombre doña Marina a aquella india y señora que nos dieron. Y verdaderamente era cacica e hija de grandes caciques, y bien lo mostraba en su persona. Estas fueron las primeras cristianas de Nueva España”. Suéltalo, Sancho, o revientas.
     -Pues sí, compañero: hablemos de una contradicción. Queda absolutamente claro que se permitía (qué remedio) tener amantes indígenas, pero la estructura religiosa exigía que estuvieran bautizadas. Doña Marina tendría entonces 17 vivarachos años.
     -Como sé que te cae bien, tierno abad, sigue hablando de ella.
     -La extraordinaria doña Marina se integró plenamente en la cultura española. No olvidaría sus raíces, pero supo ver que una sociedad mucho más humana, especialmente para las mujeres, le abría sus puertas. A pesar de sus comienzos, entregada como amante, acabó sus días casada con un español y muy apreciada en su entorno. Cuando la conozcan bien, comprenderán vuesas mersedes que es cruel criticar su vida. Dice Bernal que “Cortés repartió estas mujeres, a cada capitán la suya. Y como doña Marina era de buen parecer (guapa), entremetida (simpática) y desenvuelta, se la dio a Alonso Hernández de Puertocarrero, y, desque Puertecarrero fue a Castilla (cuando me trajo las joyas a Sevilla, querido secre), estuvo la doña Marina con Cortés e hubo un hijo que se dijo don Martín Cortés (reconocido por su padre)”. Esto es un anticipo de lo mucho que contará más adelante sobre ella, con ojos de cordero enamorado, el gran Bernal.

     (No me acusen de exagerado vuesas mersedes, aunque yo también me estoy poniendo tontorrón, pero esa belleza azteca de la foto podría haber sido doña Marina. Quítenle el maquillaje si quieren, y hasta los adornos de tela y plumas, pero cuidadito con suprimir su encantadora sonrisa, sus rasgos orientales, los ojos oblicuos, la nariz ligeramente aguileña, o esos deliciosos pómulos. Que nadie se meta con ella o me liaré a hisopazos y excomuniones).


miércoles, 18 de mayo de 2016

(269) TREMENDA BATALLA, en la que se usó artillería. Murieron más de 800 indios. Se ríe BERNAL de la fábula de que intervino en la lucha el APÓSTOL SANTIAGO. Después de la victoria, CORTÉS emplea hábilmente la diplomacia y pacifica a los indios.

(21) –Me estremezco, hijo mío: aumenta el voltaje de la guerra.
     -Certo, caro; lo cuenta con detalle Bernal: “Los indios traían penachos, tambores y trompetillas, las caras almagradas (rojas), blancas y prietas (oscuras), y grandes arcos, flechas, lanzas, rodelas, espadas y muchas ondas de piedra (añadamos el pavor que producían sus horrendos sacrificios); y como eran grandes escuadrones, se vienen como rabiosos y nos cercan, que la primera arremetida nos hirieron a más de 70, e un soldado murió pronto de un flechazo en el oído; y nosotros, con los tiros y ballestas y a grandes estocadas, les hicimos apartar; Mesa, el artillero, mató muchos dellos porque, como eran grandes escuadrones y no se apartaban, daba en ellos a su placer”. Cortés, con la caballería, atacó a los indios por la retaguardia, “e los indios creyeron que caballo y caballero era todo uno, porque no habían visto caballos. Y desque los hubimos desbaratado, nos detuvimos debajo de unos árboles, dimos muchas gracias a Dios, y curamos a los soldados y caballos quemándoles las heridas con el unto (la grasa) de uno de los indios muertos, que fueron más de 800, y prendimos 5 indios; luego enterramos a dos soldados nuestros”. Y, ahora, se nos pone guasón.
     -Es un caso Bernal, querido socio: finamente, se carcajea del famoso cronista López de Gómara porque escribió que intervino en la batalla San Pedro o Santiago con un caballo blanco. Le hace papilla la versión, aunque él, como buen cristiano, cree que Dios les ayudó: “Pudiera ser verdad lo que dice el Gómara, e yo, como pecador, no fuese digno de verlo. Lo que yo entonces vi fue a Francisco Morla (no a un santo) en un caballo castaño, algo separado de Cortés, que me parece ahora que lo estoy escribiendo que se me representa toda aquella guerra por estos ojos pecadores, e ninguno de los conquistadores que se hallaron allí dijeron tal cosa”. Escribe después una frase que marca como un hito aclaratorio el inicio de la epopeya que estaban edificando: “Aquesta fue la primera guerra que tuvimos en compañía de Cortés en la Nueva España”. Sin duda se trató del examen para pasar el noviciado, y lo superaron todos con la máxima nota, cada uno en su sitio dentro de un bloque arrollador y con Cortés como jefe indiscutible. Tenemos ya una muchedumbre de indios vencidos.
     -Y los veremos convencidos, reverendo. Aparece el Cortés político.
     -Sí, señor; el ilustre extremeño era más peligroso negociando que batallando: especialista en vender la burra coja. “Cortés soltó a dos de los indios presos, les dio cuentas verdes y diamantes azules, e por medio de Aguilar, les dijo muchas palabras sabrosas e de halagos, y    que les queremos como hermanos e que no hobiesen miedo, y que llamasen a todos los caciques porque les queremos hablar”. Tanteando la oferta y el riesgo, los caciques enviaron “quince indios esclavos, entiznadas las caras, y con las mantas y bragueros que traían muy ruines, con algo de comida”. Cortés los recibió bien, pero “les dijo medio enojado que, si querían paz como les ofrecimos, que viniesen señores a tratar della”. Luego vinieron 30 indios principales que pidieron perdón por su ataque, y Cortés les dio licencia para enterrar a sus muertos, pero había preparado una farsa que parece ridícula, aunque resultó efectiva. Convencido de que los indios idealizaban a los caballos y la artillería, les quiso mostrar que ambos “seres mitológicos” estaban muy enfadados con ellos por haber iniciado la batalla; disimuladamente se disparó un cañonazo, quedando los indios horrorizados por el estruendo; y luego trajeron un caballo que se alborotó entero porque sintió el olor de una yegua en celo que había estado allí antes. “Y los caciques creyeron que por ellos hacía aquellas  bramuras, y estaban espantados. Luego Cortés, con buenas palabras, los tranquilizó. Y hubo muchas pláticas entre Cortés y los principales; dijeron que volverían al otro día, traerían un presente y hablarían más cosas; y ansí fueron muy contentos”.

     (En la foto solo se ven dos, pero vienen detrás miles de guerreros de Tabasco; hay que estar como un cencerro para no salir corriendo hacia los navíos).


martes, 17 de mayo de 2016

(Día 268) CORTÉS SE PUSO AL FRENTE DE LA BATALLA. La ganaron y, al tomar posesión, CORTÉS no mencionó al gobernador, implicando a todos en un amago de alzamiento. El intérprete indio huido resultó un traidor. Los combates se hicieron cada vez más dramáticos.

(20) –Está claro, tierno trovador, que Cortés luchaba en primera fila, porque hasta perdió un zapato en aquel lodo de la ribera.
     -Sin duda, excelso menés, era el motor de aquella piña de soldados que, espantando el miedo al grito de ¡Santiago!, arremetió contra la masa de indios, “y les hicimos retraer hasta que huyeron; llegamos a un gran patio donde estaban unos aposentos y tres casas de ídolos, y Cortés tomó posesión de aquella tierra en nombre de Su Majestad, y dijo que si alguno se lo contradijese, que él lo mantendría con su espada y su rodela. Y todos respondimos que era bien tomar aquella posesión en nombre de Su Majestad. E por un escribano del rey se hizo aquel auto”.
     -¡Alto, alto!, perillán, que el discursito lleva ponzoña. El astuto, temerario y megalómano Cortés acaba de dar sutilmente un paso que les compromete a todos en un acto de rebeldía (hasta a los que, por miedo, se callaron): se ha saltado con todo descaro la autoridad del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, su superior, puenteándolo sin pestañear y estableciendo una conexión directa entre México y Castilla, entre él y el rey, aunque solo haya tomado posesión de una parcelita de Tabasco. Como la araña teje la tela.
     -Era un  caso, dottore: encauzaba al instante las ocasiones y los problemas. El día siguiente ordenó otra salida de dos grupos de soldados. Se dieron cuenta de que Melchorejo, ‘la lengua’, había huido, “y Cortés sintió enojo por que pudiera contar a los indios algunas cosas que nos trajesen poco provecho; y en aquellas escaramuzas murieron 2 soldados, nos hirieron a 11, se mataron 15 indios y se prendieron 3. Y uno de los indios dijo que Melchorejo les aconsejó que nos diesen guerra día y noche, e que nos vencerían porque éramos muy pocos; de manera que habíamos traído con nosotros muy mala ayuda e nuestro contrario; e también supimos que, siguiendo su consejo, estaban los indios aparejados para nos dar guerra”. El perfeccionista Cortés lo controló todo y organizó la estrategia para frenar la avalancha de indios que les iba a caer encima al amanecer. “Apercibió a los mejores jinetes  que llevasen los caballos con  pretales (cincha por debajo del pecho) de cascabeles, e que no se parasen a lancear hasta haberles desbaratado, sino que las lanzas se las pasasen por los rostros. Y señaló 13 de a caballo”. ¡Qué heroicos suicidas!: la gloria o la muerte. No como yo, pobre de mí, que solo me dedicaba a mis rezos.
     -Y a controlar lo de Indias desde Sevilla, reverendo. Veamos los preparativos.
     -Copiaré, mayordomo mío, casi entera la parrafada de Bernal. Al frente de la caballería iba a ir Cortés. Cita al resto de los jinetes por este orden: “Cristóbal de Olid, Pedro Alvarado, Alonso Hdez. Puertocarrero. Juan de Escalante, Francisco de Montejo, Alonso de Ávila, Juan Velázquez de León, Francisco de Morla, Lares el buen jinete, Gonzalo Domínguez, extremado hombre de caballo, Morón el de Bayamo y Pero González de Trujillo. Mandó a Mesa, el artillero, que tuviese muy a punto su artillería, y a Diego de Ordaz, que no era hombre de a caballo, que fuese capitán de todos nosotros, los soldados. Y otro día, muy de mañana, después de oído misa, que nos dijo fray Bartolomé de Olmedo (qué bravos frailes aquellos), puestos en orden con nuestro alférez, Antonio de Villarroel, marido que fue de Isabel de Ojeda (incorregible Bernal), fuimos por unas sabanas al pueblo de Cintla. E yendo de la manera que he dicho, dimos con todo el poder de escuadrones de indios guerreros”. Bernal titula el siguiente capítulo: “Cómo nos dieron guerra en una batalla todos los caciques de Tabasco y sus provincias”. El encontronazo entre indios y españoles iba creciendo de forma exponencial.

     (En la foto, el monumento de Cortés en su extremeño pueblo natal, Medellín, donde no dejó ningún recuerdo personal salvo el de su asombrosa biografía: su verdadero hogar estuvo definitivamente en México. El lugar fue importante desde los romanos; actualmente no pasa de 2.500 habitantes. El castillo delata su notable historia medieval, y se ve también asomar la torre de la iglesia en la que fue bautizado tan excepcional personaje).