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-Todo es relativo, socio: Aguilar, agasajado; Guerrero, criticado.
-Se puede entender, caro Sancio: a Cortés
le sentó fatal saber que, según palabras de Bernal, “cuando vinimos los de
Francisco Hernández de Córdoba, fue Gonzalo Guerrero el componedor de la guerra
que nos dieron los indios en Cabo Catoche. Y después que Cortés oyó esto, dijo:
‘En verdad que le querría haber a las manos, porque jamás será bueno’ E diré
que los caciques de Cozumel desque vieron al Aguilar que hablaba su lengua, le
daban muy bien de comer. Y después de despedidos con muchos halagos, nos
hicimos a la vela”. ¿Qué tal?
-No hay justicia en esta vida, jovencito.
Tenemos a dos desgraciados dignos de la máxima compasión; Cortés le juzga
implacablemente a Guerrero como un traidor, y recibe a lo grande a Aguilar,
como es natural, pero con un plus de motivo interesado: va a ser un valiosísimo
intérprete. Hasta hubo algún cronista de la época que vio la mano divina tras
este maravilloso regalo. Sigue diciendo Bernal: “En 4 días del mes de marzo de
1519, habiendo tan buen suceso de llevar buena y fiel lengua, mandó Cortés que
partiéramos. Vimos en una isla cuatro cúes, que son casas de ídolos, y en ellos
muchas figuras, y todas las más de mujeres, y se puso a aquella tierra Punta
Mujeres (la actual isla Mujeres)”. Al
tocar en Puerto Términos, “hallamos la lebrela que se hubo quedado cuando lo de
Grijalva, y estaba gorda y lucia, y haciendo señas de halagos, e se metió con
nosotros en la nao. Llegamos al pueblo de Potonchán, y Cortés tenía pensamiento
de dalles una buena mano por el desbarate de Francisco Hernández de Córdoba e
Grijalva, pero los pilotos dijeron que perderíamos el buen viento, y ansí
llegamos al río de Grijalva, que los indios llaman Tabasco”. Hasta ahora,
Cortés ya se ha dado bastante a conocer a sus hombres, pero nadie, ni siquiera
él, sabe aún de cuántos quilates es su personalidad. En Tabasco tendrá una
verdadera prueba de fuego. Desembarcaron y vieron que “todo el río estaba lleno
de guerreros, de lo cual nos maravillamos los que estuvimos allá con Grijalva”.
La sorpresa de Bernal radicaba en que habían quedado como amigos. “Y la causa
dello fue que otros pueblos comarcanos los tuvieron por cobardes, afrentándolos
porque se habían dejado matar 56 hombres, por manera que oyendo aquellas
palabras, se determinaron a coger las armas, juntándose para darnos guerra más
de 12.000 indios”. Bonito panorama, sí señor.
-No nos dejes en ascuas, Sancho: veamos en
qué da el asunto.
-Cortés vio que pasaban cerca unos indios
“principales” en una canoa, y Aguilar se estrenó de intérprete oficial
llevándoles el mensaje de que “para qué andaban tan alborotados, que no
queríamos hacerles ningún mal, sino darles lo que traemos como hermanos, y les
dijo otras muchas cosas de paz; e cuanto más les decía Aguilar, más bravos se
mostraban, contestando que nos matarían a todos si entrábamos en el pueblo”.
Así que Cortés no perdió más el tiempo; puso en perfecto orden y bien
distribuida la armada. A la mañana siguiente se hizo un intento de desembarcar,
pero la multitud de indios estaba en pie de guerra con un griterío
ensordecedor. Pues bien; Cortés manda detener los bateles, ¿para hacer qué?
Observen vuesas mersedes la mentalidad protocolaria de aquellos soldados de la
burocrática corte española: “Y como todas las cosas quería llevar muy justificadas,
les hizo a los indios otro requerimiento delante de un escribano del rey e por
la lengua de Aguilar, para que nos dejen saltar en tierra y tomar agua, y
hablarles de cosas de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad, y diciéndoles que,
si guerra nos daban, los muertos serían culpa suya. Y ellos se pusieron fieros, y comenzaron a flecharnos
tan reciamente, e como había mucha lama (lodo) bajo el agua, no podíamos tomar
tierra tan presto como quisiéramos, y fuimos contra ellos nombrando al Señor
Santiago”. Con lo que veremos a Cortés dándonos prueba (a nosotros y a sus
soldados) de su excepcional madera de líder y de su gran valor.
(En la foto, lugar en que se encuentra
ahora con dificultades la expedición de Cortés, en el actual territorio
mexicano de Tabasco; se ve marcado el nombre del río Grijalva, donde acaban de
desembarcar y empezar la batalla con los indios).
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