sábado, 21 de mayo de 2016

(Día 272) MOCTEZUMA MUEVE FICHA: les envía a los españoles dos embajadores. Retornan y los manda de nuevo con grandes regalos y un mensaje: NO QUIERE RECIBIRLOS. El astuto CORTÉS se da cuenta de algo vital para la conquista: son muchos los pueblos indios que odian a los aztecas.

(24) –Veamos, alegre carrozón, cómo siguen los acontecimientos
     -Otro paso muy significativo, tierno ectoplasma, fue la visita, en plan de primer tanteo, de dos embajadores de Moctezuma con algunos regalitos protocolarios. Ocurrió poco después de que la expedición española llegara a San Juan de Ulúa, y se trataba  nada menos que de dos gobernadores, Pitalpitoque y Tendile, acompañados de muchos indios. Abrazo va, abrazo viene, se interrumpe el idilio para celebrar religiosamente la gran fecha del día, Pascua de Resurreción: “Dijo misa cantada fray Bartolomé de Olmedo, que era gran cantor, y estuvieron presentes los dos gobernadores”. Después de comer con ellos, Cortés les soltó el rollo habitual sobre el gran emperador cristiano que quería tener amistad con su señor, “e que querría saber dónde manda Moctezuma que se vean; y el Tendile respondió algo soberbio: ¿Acabas de llegar y ya le quieres hablar?”. Mostró los regalos que traía, y Cortés le entregó una silla muy lujosa para Moctezuma. “Y el Tendile traía consigo grandes pintores y pintaron la cara de Cortés, de capitanes y soldados, navíos, caballos, a doña Marina y Aguilar, y hasta dos lebreles y armas que teníamos”. Cortés no perdió la ocasión de montar su show de cañonazos y caracoleo de caballos. “Se puso fuego a las lombardas y fueron las piedras retumbando con gran ruido, de lo que se espantaron los gobernadores y los indios, y todo lo mandaron pintar para su señor Moctezuma”.
     -Prosigo yo, discípulo mío, porque lo que viene me toca de cerca. El ilustre Tendile, supongo que obnubilado por lo visto, se fue a México a contarlo, y Moctezuma le mandó de vuelta con regalos a lo grande, que cargaban más de 100 indios, con muchas provisiones, que es lo de menos, y un gran tesoro. Bernal detalla lo más espectacular: “Una rueda de hechura de sol de oro muy fino, del tamaño de una rueda de carreta…”; sigue con una relación de joyas de muy variadas figuras, pero termina diciendo: “e fueron tantas cosas que, como ha ya tantos años que pasó, no me acuerdo de todo”. Pero yo sí me acuerdo, y me resulta inapreciable saber en qué momento y cómo llegó a manos de los españoles ese primer tesoro que les regaló Moctezuma, porque lo recibí intacto en la Casa de la Contratación para su envío al rey. Hablaremos de ello.
     -Qué momentos viviste, querido maestro. ¿Cómo sigue la historia?
     -Decía el cronista Sahagún que “cada día aumentaba la desazón de Moctezuma”. Bernal nos explica que la respuesta que le había dado para Cortés a su gobernador Tendile era que le gustaría conocer al emperador español, pero “en cuanto  a que le vieran Cortés y los suyos, que no había para qué y que  no le hablaran más de ello, poniendo muchos inconvenientes”. Luego, por orden de Moctezuma se marchó toda la comitiva de sus indios, “porque parece ser que sus ídolos de la guerra y el infierno, al que sacrificaba muchachos cada día para saber qué hacer con nosotros, le respondieron que no oyera más a Cortés y que  no lo trajese a la ciudad”. En cuanto desparecieron los mexicanos, se acercaron otros indios de lengua distinta, pero que conocían el náhuatl y pudieron entenderse con doña Marina. Bernal captó la importante conclusión que sacó el astuto Hernán: “Y de plática en plática supo Cortés cómo tenía Moctezuma enemigos e contrarios, de lo cual se holgó (alegró)”. Seguro que los indios le revelaron que no solo ellos, sino otros muchos pueblos odiaban a muerte a los aztecas.

     (En la foto, el conocido como “Penacho de Moctezuma”. Es muy probable que sea el mismo que formaba parte del tesoro que yo recibí en la Casa de la Contratación, aunque quizá se trate de una copia. Lo llevó Carlos V a Flandes y permaneció desaparecido durante siglos, hasta que ese ejemplar fue restaurado y colocado donde está actualmente, el Museo de Etnología de Austria. Las plumas son de quetzal, y la bella orfebrería, de oro y piedras preciosas).


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