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–Un susto tras otro, secre: ¿quién ha enviado esa nave?
-Nos lo cuenta Bernal, Sancho, y te va a
tocar de cerca. “Cortés mandó que
quedaran al mando en Cempoal a Pedro de
Alvarado y a Gonzalo de Sandoval, que ya daba muestras de varón muy esforzado (Bernal lo adora) y fue el primer cargo
que tuvo”, y salió disparado hacia Veracruz “mandando que le siguiésemos 50 soldados de los más
sueltos”. Y al llegar a la Villa Rica, topamos con 4 españoles que venían a
tomar posesión de aquella tierra por orden de Francisco de Garay, gobernador de
Jamaica”.
-¡Ay, Dios: Garay! No Juan (el fundador de
Buenos Aires), sino Francisco, natural de Sopuerta; entonces, mientras yo era
el abad de Jamaica (sin pisar aquella
tierra), él tenía allí el cargo de gobernador. Bernal cuenta qué hacía por allí
un barco suyo. Cortés apresó a los 4 intrusos “y les preguntó con qué títulos
venían”. Le contestaron que, como era tan prometedora la zona por lo que se
sabía de los viajes de Hernández de Córdoba y de Grijalva, “Francisco de Garay,
que tenía en la Corte quien le favoreciera, que eran el obispo Fonseca (¡otra vez!), el licenciado Zapata y el
secretario Conchillos, consiguió provisiones para ser adelantado y gobernador
desde el río S. Pedro y S. Pablo por la banda del norte”. Cortés intentó hacerse
con el barco del que habían bajado, pero, salvo otros dos despistados, la
tripulación no picó y se alejaron, “por manera que se hubieron de aquel navío
seis soldados (todo es bueno para el
convento), y así nos volvimos a la Villa Rica (Veracruz)”. Garay nunca tuvo suerte con Cortés, ni entonces, ni
más tarde, cuando murió a su lado, como veremos. Todo despejado: vámonos a
México.
-Pasado el susto, querido Abad de Jamaica,
sus amigos indios le indicaron a Cortés la
mejor ruta, aunque el resultado estuvo a punto de ser catastrófico (siempre al
borde del abismo). “Los principales de Cempoala dijeron que el camino más
conveniente era por la provincia de Tlaxcala, porque eran sus amigos y mortales
enemigos de los mexicanos; y nos dieron doscientos tamemes (porteadores) para
llevar la artillería”. Pongamos punto de partida y fecha para el histórico
viaje: “E partimos de Cempoala mediado el mes de agosto de mil y quinientos y
diez y nueve años. Y fuimos a Jalapa, y de allí a Socochima (Xicochimalco), y como eran amigos de
los del Cempoala y no tributaban ya a Moctezuma, nos tenían buena voluntad”.
Cuente su reverencia lo que aconsejó un sensato fraile.
-Siguieron Cortés y los suyos hacia México
por la ruta de Tlaxcala, reposando en pueblos de indios amigos, y llegaron a
Zocotlán, donde fueron acogidos de mala gana, “y estábamos muy apercibidos y
con gran orden porque eran vasallos de Moctezuma”. El cacique les dio datos
impresionantes y detallados de la ciudad de México. “Y con todo cuanto contaba
de su fortaleza y puentes, que levantando cualquiera no se podía entrar en
ella, somos de tal calidad los soldados españoles (autoestima a tope), que ya queríamos estar probando la aventura,
aunque parecía cosa imposible. Y verdaderamente México era más fuerte que todo
lo que decía, porque una cosa es haber visto la manera y fuerzas que tenía, y
otra como yo lo escribo. Y dijo que Moctezuma todo lo señoreaba y que no sabía
si estaría contento de que nos hubiesen aposentado sin su licencia”. Cortés le
respondió que venían a que eso cambiara, y les dijo que también ellos deberían
hacerlo (dejar los sacrificios, el canibalismo y la sodomía); luego dio orden a
sus soldados de poner una cruz. Pero fray Bartolomé de Olmedo le dijo:
‘Parésceme, señor, que en estos pueblos no es tiempo para dejarles una cruz en
su poder. Y esto que se les ha dicho basta hasta que tengan más conocimientos
de nuestra santa fe’. Y así, quedó sin poner la cruz”. (Bravo por el frailuco).
El plano que mostramos es muy didáctico:
lo usaremos varias veces. El verdadero inicio del gran ‘asalto’ fue Cempoala
(el viaje de ida a Veracruz, y vuelta, lo habían tenido que hacer para que
Cortés resolviera una de sus típicas contrariedades). Hemos pasado por Jalapa,
Xico Viejo e Ixhuacán; estamos ahora en Zocotlán (Xocotla). La primera gran
meta va a ser Tlaxcala, donde Cortés confía en encontrar grandes amigos.
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