miércoles, 1 de junio de 2016

(Día 283) Llegaron a ZOCOTLÁN, y vieron por 1ª vez otra cara del horror: los TZOMPANTLIS con calaveras ensartadas. Allí intentan los indios que vayan por una mala ruta, pero los totonacos les advierten a los españoles del peligro. El encuentro con los TLAXCALTECAS (luego los mejores amigos de los españoles) FUE MUY VIOLENTO.

(35) –Y Cortés, querido secre, seguía ganándose  a los indios.
     -Aprovechaba hasta la peor oportunidad, reverendo. Los de Zocotlán estaban llenos de curiosidad por los extraños visitantes; así que utilizó su asombro de ‘pardillos’ para exagerar la fiereza de los perros, el poder de los caballos y la fuerza destructiva de las armas de fuego. Para rematar la faena, los indios de Cempoala les contaron al detalle lo que les habían visto hacer a los españoles, y cómo gracias a ellos se encontraban libres del yugo de Moctezuma. Terminaron diciéndoles: “Andad presto y traedles algún presente. De manera que traíamos con nosotros buenos echacuervos (alcahuetes, liantes), porque de seguido trajeron adornos de oro, aunque era muy bajo. Y también trajeron 4 indias que fueron buenas para moler pan”. Pero luego vieron otra cara del horror.
     -Así es, florido poeta. Resultó nuevo para ellos: “Acuérdome que tenían puestos en una plaza tantos rimeros (conjuntos) de calaveras que se podían contar por miles, y en otra parte muchos rimeros de zancarrones (Bernal habla con propiedad: huesos grandes descarnados), y tenían en unas vigas muchas cabezas colgadas, y lo estaban guardando tres papas. Esto lo tuvimos que mirar después en todos los pueblos”.  Así que era típica de la cultura azteca esa ‘instalación’, conocida con el nombre de ‘tzompantli’. Pero el ‘simpático’ cacique les dio un consejo envenenado, y tanto que, de haberlo seguido, es muy probable que todos los españoles terminaran como los que acababan de ver ensartados. Trataron de convencerles de que se olvidaran de la ruta de Tlaxcala y fueran directos a México por Cholula, con el argumento de que el camino era más corto. Menos mal que los totonacos dejaron las cosas claras: “Y los de Cempoala le dijeron a Cortés: ‘Señor, no vayas por Cholula, que son muy traidores y tiene allí siempre Moctezuma sus guarniciones de guerra’; y que fuésemos por Tlaxcala que eran sus amigos, y enemigos de los mexicanos. Y así acordamos tomar el consejo de los de Cempoala, que Dios lo encaminaba todo”.
     -Sí, reverendo; pero parece que el Señor escribía derecho con renglones muy torcidos, porque en Tlaxcala se complicaron estúpidamente las cosas, y después, aunque mucho mejor preparados, habrían de pasar forzosamente por la temible Cholula. Seguro, dottore, que nos explicas bien el laberinto que fue Tlaxcala.
     -Siempre tan precavido, Cortés hizo alto en un pequeño pueblo, desde donde envió a dos totonacos con un mensaje pacificador para los tlaxcaltecas. La cosa salió tan mal que apresaron a los dos infelices. “Y esto fue porque, como sabían que  llevábamos en nuestra compañía muchos amigos indios que daban tributo a Moctezuma, tuvieron por cierto que íbamos contra ellos”. Los dos totonacos lograron escapar, pero trayendo pésimas noticias del ambiente de guerra que habían visto. “Y desque lo supimos, dijimos todos: ‘Pues que así es, adelante en  buenahora’ E yendo así, nos vinieron de frente hasta 6.000 indios (Bernal no era de los cronistas que más exageraban), con gritos, tambores y trompetilla, flechando y tirando varas, con su capitán, que se decía Xicotenca (era el soberbio y terco hijo del cacique principal; se convertiría en la  peor pesadilla para los españoles)”. El encontronazo fue terrible: “Decidieron cogernos algún caballo, y echaron mano a una muy buena yegua y al buen jinete que se decía Pedro Morón; le agarraron de la lanza y le hirieron malamente; y entonces  dieron una cuchillada a la yegua que le cortó el pescuezo en redondo, y colgado del pellejo (buen pintor expresionista), allí quedó muerta; y todavía pudimos salvar al Morón y quitárselo de poder, que ya lo llevaban medio muerto; y quitamos la cincha de la yegua por que no quedase allí la silla”.

     (Eso que ven vuesas mersedes en la foto es un muro del Templo Mayor de México: ahí dejaron los aztecas reproducido en piedra cómo quedaban ensartadas en los tzompantlis las calaveras de sus víctimas ritualmente sacrificadas; era el ‘atractivo’ reclamo que los españoles iban viendo por el camino).


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