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–Afortunadamente, nocturno ruiseñor, Cortés renunció a hacer papilla los ídolos,
y se conformó con instalar un altar.
-Y en él, piadoso clérigo, “se dijo misa
al otro día e bautizaron las cacicas, y se puso a la hija de Xicotenca el Viejo
el nombre de doña Luisa, y Cortés la tomó por la mano (era para él) y se la dio a Pedro de Alvarado (el rubio “Toniatu”), y le dijo a Xicotenca que lo tuviera por bien
porque era su hermano y capitán y la trataría muy bien”.
-Y tan bien que la trató, poético socio:
fue un bello romance que lo alargaron
cuanto pudieron. “Y a las demás se les pusieron nombres de pila, y todas con
sus dones”. El título de ‘don’ era muy distinguido: obsérvese que Cortés no lo
tenía. A Bernal se le pone a tiro una digresión, y allá se lanza: “Aquella
cacica, doña Luisa, era acatada y tenida por señora en la mayor parte de
Tlaxcala. E della tuvo el Pedro de
Alvarado, siendo soltero, un hijo, don Pedro, e una hija, doña Leonor, que
agora es mujer de don Francisco de la Cueva, buen caballero, primo del duque de
Alburquerque; y es muy excelente señora, en fin, como hija de tal padre, que
llegó a ser comendador de Santiago, gobernador de Guatemala, y es el que fue a
Perú con una gran armada. Dejémoslo e volvamos a Cortés”.
-Recuperado el hilo, dottore, Bernal dice
que Hernán se reunió con varios caciques para que le hablaran de México. “Y
Xicotenca, como era muy avisado y gran señor, tomó la mano a hablar, y dijo que
Moctezuma era tan poderoso que, cuando quería tomar un pueblo, ponía en campo
150.000 hombres. Y Cortés le dijo: ‘Pues con tanto guerrero, ¿cómo nunca os
acabaron de vencer?”. Xicotenca le dio varias razones: también ellos les
mataban a muchos, había otros pueblos que odiaban a Moctezuma, y, además, gran parte de sus
soldados iban forzados a la guerra y luchaban sin ganas. Justo entonces, el
cacique mencionó algo premonitorio, que sería el mayor obstáculo en el avance
hacia México, y donde se daría el ataque español más criticado por los
indigenistas: ¡CHOLULA! Le dijo Xicotenca a Cortés “que de donde más mal les ha
venido continuamente es de una ciudad muy grande que está de ahí a un día de
andadura, que se llama Cholula, que son grandes traidores; y que allí metía
Moctezuma secretamente sus capitanías, y como estaba cerca, les asaltaban de
noche”. Añadió datos sobre Tenoctitlán.
Pero subamos al Popocateptl.
-Lo
viste humear hace tres años con esos tus ojos pecadores, jubiloso corretón, y
quieres que nos acerquemos con Bernal al volcán Popocateptl. Nos cuenta una
historia: “En aquella sazón que estábamos en Tlaxcala, el volcán que llaman
Popocatepeque echaba mucho fuego, y un capitán nuestro que se decía Diego de
Ordaz (ya saben, el que, según falsos
rumores, fue asesinado por mi sobrino Pedro Ortiz de Matienzo) tomó codicia
de ir a ver qué cosa era, y demandó licencia a Cortés para subir a él, y se la
dio; llevó consigo dos soldados y ciertos indios principales, que le dijeron
que no se atreverían a subir más arriba de donde tienen unos cúes de sus ídolos”. En el
ascenso pararon una hora hasta que se calmó algo una llamarada envuelta en
ceniza y humo, y después los tres españoles continuaron adelante. “Subieron
luego hasta la boca, que era muy redonda y que habría el anchor de un cuarto de
legua (no resulta muy exagerado, porque
mide 840 metros), y que desde allí se aparecía toda la ciudad de México y
la laguna y los pueblos que están en
ella. Y está este volcán obra de 13 leguas de México (casi exacto: son 70 km). Y después de bien visto, muy gozoso el
Ordaz y admirado de haber visto México y sus ciudades, volvió a Tlaxcala,
teniéndolo los indios en mucho atrevimiento, y nosotros nos admiramos de ello.
Y cuando llegó Diego de Ordaz a Castilla lo demandó como armas (para su escudo) a Su Majestad, y así lo
tiene ahora un su sobrino que vive en Puebla”.
(Foto del Popocatepetl tomada desde
Cholula. En esta ciudad quedó un pésimo recuerdo de las tropas formadas por
españoles y tlaxcaltecas; era una población considerada especialmente sagrada
por sus números templos, y sobre una de esas pirámides-adoratorio se construyó
después la bella iglesia del primer plano: el santuario de Nuestra Señora de
los Remedios).
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