lunes, 20 de junio de 2016

(Día 302) CORTÉS envió a VERACRUZ, al mando de la villa, a ALONSO DE GRADO, hombre irresponsable y poco fiable, al que, incomprensiblemente, le reía las gracias. Tuvo que hacerle volver, y, afortunadamente, mandó a VERACRUZ en su lugar al jovencísimo GONZALO DE SANDOVAL, el compañero más querido y admirado por BERNAL.

(54) –¿Has visto, jovenzuelo, que también Cortés se equivocaba al escoger a sus mandos? A veces a alguno le reía las gracias.
     -Es cosa, querido ectoplasma, que si no fuera por el detallismo de Bernal, pasaría desapercibida: “Amansado el gran Moctezuma, Cortés mandó como teniente a la Villa Rica a Alonso de Grado, soldado muy entendido, de buena plática y presencia, músico e gran escribano; aunque siempre fue su contrario, intentando que no fuésemos a México y nos volviésemos a la Villa Rica, y, además, no era buen hombre de guerra. Cuando le dio el cargo, como conocía su condición y Cortés era algo gracioso, le dijo (con sorna): ‘Id ahora con vuestros deseos cumplidos a la Villa Rica, pero no vayáis a ninguna batalla, como hizo Juan de Escalante, no sea que os maten’; y cuando se lo estaba diciendo nos guiñaba el ojo”.
     -El nombramiento, querido secre, fue un increíble patinazo de nuestro astuto héroe: “Y cuando Alonso de Grado llegó a la Villa, se mostró muy soberbio con los vecinos, y quería servirse dellos como gran señor. Gastaba el tiempo en bien comer y en jugar, y, lo que fue peor, secretamente convocaba a sus amigos para darle toda la tierra al gobernador Diego Velázquez si mandase de Cuba a alguno de sus capitanes. Cuando lo supo Cortés, tuvo enojo consigo mismo por haberle enviado conociendo sus malas entrañas e condición dañada”. Lo trajo preso a México, pero nuevamente mostró Cortés más que un punto de debilidad con este fantasmón que fue capaz de manipular al gran manipulador: “E como Alonso de Grado era muy plático, hizo  grandes ofrecimientos a Cortés de que le sería muy servidor y leal; le convenció y luego le soltó (por cosas menos graves alguno había sido ya severamente castigado), y en adelante vi que siempre privaba con Cortés, y aun con el tiempo le dio el cargo de contador. Por entonces Cortés mandó que le enviaran de la Villa Rica dos herreros, y que trajeran los aparejos de fuelles, herramientas y mucho hierro de los navíos que habíamos dado al través, así como las jarcias, la aguja de marear (brújula), y todo lo necesario para hacer dos bergantines para andar en la laguna de México”. Lo cual, señoras y señores, fue el origen de una luminosa idea que, andando el tiempo, sería clave para la conquista definitiva de México. Recordemos que Bernal tenía también un afecto especial por alguien: Gonzalo de Sandoval, jovenzuelo de 24 años que estaba subiendo como la espuma, por su valía y por el aprecio de Cortés; los dos eran de Medellín. Le confió Cortés a Sandoval el mando de la Villa Rica de Veracruz, yendo acompañado de Pedro de Ircio, “con el que tomó mucha amistad porque, como era de buena voluntad y nada malicioso, le complacía oírle lo que le contaba de cuando el Ircio había sido criado en la casa del conde de Ureña y de don Pedro Girón (dos peces gordos de la nobleza). Y, si en este tiempo de agora fuera, algunas palabras que no eran de decir y decía el Pedro de Ircio (quizá fuera erasmista), que se las reprendía harto Gonzalo de Sandoval, le castigaría por ellas el Santo Oficio (la Inquisición). En la Villa Rica, todos los vecinos querían mucho a Gonzalo de Sandoval, porque a los que estaban dolientes les proveía lo mejor que podía, y a los pueblos de paz los trataba con mucha justicia. Y hacía todas las cosas como corresponde a los grandes capitanes, y fue harto provechoso a Cortés y a todos nosotros, como se verá en su tiempo y sazón”. Adelantemos que, como el sol brilla para buenos y malos, y con la misma indiferencia se producen las desgracias, este mancebo, dechado de virtudes y querido por todos, terminó sus días a los treinta años, estando en España con Cortés, a quien acompañaba a la Corte. Pero tuvo una vida muy fecunda, como nos contará más adelante Bernal. En su pueblo natal, Medellín, donde tiene su paisano Cortés un merecido monumento, no queda más recuerdo  de Sandoval que una calle con su nombre. Pero fíjense en la foto.

     (Foto: Un bello relieve dedicado a Gonzalo de Sandoval en la ciudad mexicana de Colima -costa del Pacífico-, que él fundó después de pacificar, donde otros fracasaron, a unos indios especialmente rebeldes; se ve al gran cacique ofreciéndole un regalo y mostrándole su acato).


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