viernes, 17 de junio de 2016

(Día 299) LOS ESPAÑOLES TIENEN PLENA CONCIENCIA de que su vida pende de un hilo. No ven más que una desesperada solución: APRESAR A MOCTEZUMA. No acaban de atreverse, pero una masacre de españoles hecha por los aztecas en Veracruz, precipita los hechos: deciden apresarlo ese mismo día.

(51) –Eran unas vacaciones inquietantes, secre. ¿Qué pasaría?
     -Lógicamente, querido Sancho, los dos bandos se estaban jugando con cara de póker su propia existencia. Los españoles veían con claridad “la red y garlito donde estábamos metidos y la gran fortaleza de aquella ciudad; y que los corazones de los hombres son muy mudables, en especial en los indios, y que en todos los pueblos nos habían advertido que el Huichilobos le había aconsejado a Moctezuma que nos dejase entrar en su ciudad e que allí nos matarían”. Así que le propusieron una locura a Cortés.
     -¡Santo Dios, compañero! Había que elegir entre dos soluciones suicidas (salvo una tercera, inaceptable porque dejaría su gloria y su honor arrastrados por el fango: huir). “Le dijimos a Cortés que no tuviese confianza de la buena voluntad que Moctezuma nos muestra, y que luego sin más dilación le prendiésemos, si queríamos asegurar nuestras vidas, y que hacer otra cosa sería no tener sentido y estarse al dulzor del oro no viendo la muerte al ojo. Y desque  esto oyó Cortés, dijo que no tendríamos tanto poder para hacer aquel atrevimiento teniendo tan gran señor su gente de  guarda y de guerra. Nuestros capitanes le respondieron que lo mejor era prenderle que no aguardar que nos diese guerra”. Estuvieron varios días sin zanjar la cuestión, pero otro grave percance haría de catalizador. “Llegaron dos indios de Tlaxcala con unas cartas de la Villa Rica en las que se decía que el alguacil mayor, Juan de Escalante, y seis soldados habían sido muertos en una batalla que les dieron los mexicanos”. Bernal dice que fue el primer ‘desbarate’ que habían tenido en Nueva España, y que los indios, incluso los totonacos, ya no les veían como teúles. “Y desque oímos aquellas nuevas, sabe Dios cuánto pesar tuvimos todos. En fin de más razones, fue acordado que aquel mismo día, de una manera o de otra, se prendiese a Moctezuma o morir todos en el empeño”.
     -En un salto de los suyos, caro dottore, Bernal nos deja sobrecogidos pensando en la arriesgadísima decisión que acaban de tomar, y nos lleva de sopetón a la Villa Rica de Veracruz para que sepamos cómo ocurrió el trágico ‘desbarate’ de su guarnición; algo totalmente inesperado, porque ya estaba pacificada en su integridad la larga ruta que iba desde la costa hasta México. Pero los  mexicanos querían recuperar su poder. Cuéntalo, reverendo.
     -Es posible que Moctezuma estuviera haciendo un doble juego: en México taimadamente acogedor, pero en Cempoala presionando con sus recaudadores de tributos a los indios amigos de los españoles. Los acuciados nativos fueron a la Villa Rica buscando ayuda. Los españoles les llamaron la atención a los mexicanos, y respondieron desafiantes “que en el campo los hallarían; y el alguacil mayor, Juan de Escalante, que era hombre muy bastante y de sangre en el ojo (valiente), apercibió a todos los pueblos amigos y a sus propios soldados, que eran pocos, y fueron adonde estaban las guarniciones de los mexicanos, que los doblaban, y a la primera refriega los totonacos huyeron, dejando solos a los españoles; los mexicanos  hirieron malamente al Escalante y a otros seis compañeros, muriendo todos a los tres días en la Villa Rica. Y también se llevaron a un soldado vivo que se decía Argüello, natural de León y tenía la cabeza grande y la barba muy crespa y era muy robusto. Después de la batalla, se lo hicieron saber a Moctezuma y aun le llevaron la cabeza de Argüello. Y supimos que cuando se la mostraron, como era robusta e grande, tuvo pavor y temió de la ver, y mandó que no la ofreciesen en ningún cu de México, sino en otro pueblo”.

(Foto: Otra bella representación del encuentro de Cortés con Moctezuma, haciendo doña Marina de intérprete; hasta las pocas líneas de la cara del ‘conquistador’ reproducen acertadamente su único retrato considerado auténtico. Todo precioso y protocolario, pero faltaba poco para que la poderosa cultura azteca se viera atacada por un organismo extraño y virulento, el comienzo de una guerra implacable en la que los españoles van a tomar la temeraria decisión de apoderarse de Moctezuma en el mismísimo corazón de Tenoctitlán).


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