sábado, 11 de junio de 2016

(Día 293) DERROTADOS LOS CHOLULTECAS, le piden a CORTÉS que reorganice la población. Crece la preocupación de MOCTEZUMA, y piensa en recibir a los españoles para aniquilarlos. Se extiende por MÉXICO la admiración y el temor hacia ellos. BERNAL critica a BARTOLOMÉ DE LAS CASAS y a quienes dijeron que lo de CHOLULA fue una crueldad gratuita.

(45) –Caro socio: por donde pasaba Cortés, cuajaba su autoridad.
     -El método era doble, reverendo, pero infalible: la zanahoria o el palo. Vamos a ver ahorita mismo un ejemplo a pequeña escala de lo que después sería habitual en niveles más altos. Tras la masacre militar de Cholula, “mandó a los caciques y papas que poblasen la ciudad (los habitantes habían huido), e que hiciesen tianguis (‘mercados’, palabra que se sigue utilizando en México) sin temor, porque no les haría enojo ninguno. Respondieron que así lo harían, e que tenían necesidad de que Cortés les nombrase cacique, porque el que había fue uno de los que murieron en el patio. E luego preguntó que a quién le venía el cacicazgo, e dijeron que a un hermano del muerto, al cual señaló por gobernador hasta que otra cosa les fuese mandado. Y desque vio la ciudad poblada, llamó a los papas, principales y capitanes, y se les dio a entender todas las cosas tocantes a nuestra santa fe”. También en este caso el padre de la Merced le quitó de la cabeza a Cortés la idea de obligarles a destruir sus ídolos. Dice Bernal con precisión que “tenía la ciudad en aquel tiempo torres muy altas de adoratorios, y el cu mayor era de más altor que el de México (se trata del que tiene ahora encima un santuario católico). Y supimos que cuando Moctezuma conoció nuestra victoria sintió gran dolor y enojo, e que sacrificó a ciertos indios para que sus ídolos le hablasen sobre nuestra ida, e que le respondieron que con muestras de paz nos deje entrar en México, porque, con alzarnos los puentes, nos matarían e tendrían hartazgas de nuestros muslos e piernas, y con las tripas y todo lo demás se hartarían las culebras y tigres (jaguares) que tenían en unas casas de madera, como adelante diré”. ¿Qué tal la situación?
     -Está claro, insigne colaborador, que Bernal describe de oídas parte de esos horrores, porque la realidad con toda la crudeza del ‘atractivo’ zoo no la vio hasta llegar a México. A pesar de lo tremebundo del panorama, la empresa no era tan demencialmente suicida como antes, porque ya contaban con la ayuda de un poderoso ejército de indios. Yo, desde luego, hijo mío, me volvería para casa. Y sigue Bernal: “Este castigo de Cholula fue sabido en todas las provincias de la Nueva España, y, si antes teníamos fama de esforzados por saberse de las guerras de Potonchán, Tabasco, Cingapacinga y lo de Tlaxcala (vayan tomando nota vuesas mersedes del proceso bélico), luego nos tuvieron por divinos”. Déjame continuar, secre, porque Bernal va a perder los nervios con Bartolomé de las Casas, oponiéndose a él y a las durísimas críticas que surgieron por lo ocurrido en Cholula: “No puedo dejar de traer a la memoria las redes de maderos que había en Cholula llenas de muchachos a cebo para sacrificar y comer sus carnes, las cuales quebramos para que los indios fueran adonde eran naturales. Aquestas fueron las grandes crueldades que  nunca acaba de decir el obispo de Chiapas, Bartolomé de las Casas (se conocían bien), y afirma que sin causa ninguna, sino por nuestro pasatiempo y porque se nos antojó, se hizo aquel castigo; e no pasó como él escribe. Y también quiero decir que unos buenos franciscanos fueron a Cholula para saber de qué manera pasó aquel castigo, e los mismos papas e viejos de aquella ciudad les dijeron que todo fue como en esta relación escribo, y no como lo dice el obispo. Y si por ventura no se hiciera aquel castigo, nuestras vidas estarían en mucho peligro por los escuadrones que tenían de guerreros mexicanos y de Cholula; y que si allí, por nuestra desdicha, nos mataran, esta Nueva España no se ganaría tan presto”. Aunque solo el torero, en el ruedo y frente al toro, puede palpar la intensidad del peligro y la necesidad de actuar, se diría que Bernal busca amparo contra las críticas, y recurre a otro refugio: “Yo he oído decir a un fraile franciscano de buena vida, fray Toribio Motolinía (gran defensor de los indios) que si se hubiera podido evitar aquel castigo y los indios no dieran causa a que se hiciese, que mejor fuera; mas ya que se hizo, que fue bueno para que todos los de las provincias de Nueva España conociesen que aquellos ídolos son malos y mentirosos”.

     (Foto: Fray Toribio inmortalizado en un relieve que le ha dedicado su pueblo natal, Benavente. Ejemplar franciscano, gran historiador y decidido protector de los indios; no soportaba las exageraciones de Bartolomé de las Casas, pero, aunque fueron partidarios de dos líneas de actuación muy diferentes, sin embargo los dos consiguieron que mejorara considerablemente la situación de los nativos. En una carta que le escribió a Carlos V, se atrevió a decirle que se maravillaba de que ‘aguantara a Bartolomé de las Casas, ese hombre tan pesado’).


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