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-¡Ay, pequeñín!: nuestra doña Marina rompía los corazones.
- Lo tenía todo, romántico abad:
inteligencia, simpatía y belleza; además los indios también valoraban su
posición. Por esas circunstancias, y sin pretenderlo, obtuvo la confirmación
definitiva de que cholultecas y mexicanos iban a atacar de inmediato: “Una
india vieja, mujer de un cacique, como sabía que nos matarían a todos y vio que
doña Marina era moza, de buen parecer y rica, vino secretamente y le aconsejó
que se fuera con ella a su casa si quería salvar la vida, diciéndole que tenía
pena de ella, y que allí la casaría con su hijo. E como lo entendió doña
Marina, que en todo era muy avisada, le dijo: ‘¿Pues cómo lo sabes, siendo tan
secreto?’. Contestó que su marido se lo había dicho, que era capitán de
guerreros”. Buena discípula del experto en tretas, aparentó estar de acuerdo y
que iba a recoger sus cosas, pero de inmediato se lo contó a Cortés, que retuvo
a la anciana custodiada y aceleró sus preparativos de guerra. A la mañana
siguiente, los de Cholula les trajeron un regalo envenenado: los guerreros que
Cortés les había pedido como refuerzo para la campaña de México. “Era cosa de
ver la priesa con que traían los caciques y los papas los indios de guerra que
les habíamos demandado, con muchas risas y muy contentos como si ya nos tuvieran
metidos en el garlito. Y trajeron tantos que no cupieron en los patios, por muy
grandes que son, que todavía están sin deshacer por memoria de lo pasado. Y
desque vio Cortés que habían venido tan de mañana, dijo: ‘¡Qué voluntad tienen
estos traidores de vernos entre las barrancas (atrapados) para se hartar de nuestras carnes! ¡Mejor lo hará
Nuestro Señor!’. E como Cortés estaba a caballo e doña Marina junto a él,
comenzó a hablarles a los caciques”. Siga su reverencia.
-Pues Cortés, juvenil jubilado, se
despachó a gusto con una larga parrafada: les hizo saber que estaba al
corriente de sus taimadas intenciones, recordándoselas detalladamente, y que
“en pago de que veníamos a tenerlos por hermanos y decirles lo que Dios y el
rey mandan nos querían matar e comer nuestras carnes, y que ya habían
sacrificado a siete indios para tener victoria. Luego les dijo que las leyes
reales mandan que tales traiciones no han de quedar sin castigo, e que por su
delito han de morir”. Bernal está
justificando lo que va a ocurrir de inmediato. Déjame seguir, querido secre.
-Fue una catástrofe. “E luego mandó Cortés
disparar una escopeta, que era la señal que teníamos acordada, y se les dio una
mano que se les acordará para siempre porque matamos muchos dellos”. Pero faltaba
lo peor: “Y no tardaron dos horas en llegar nuestros amigos los tlaxcaltecas
después de desbaratar a dos compañías de cholultecas que les impedían el paso,
e iban por la ciudad robando y cautivando, que no los podíamos detener. Y al
otro día vinieron otras capitanías de las poblazones de Tlaxcala y les hicieron
mucho daño porque estaban muy mal con los de Cholula. Y desque vimos aquello,
por pena que hubimos dellos, detuvimos a los de Tlaxcala para que no hicieran más mal”. Después Cortés
hizo otro sainete diplomático con las
embajadores mexicanos diciéndoles que, “aunque Cholula merecía ser asolada, por
respeto a su señor Moctezuma, cuyos vasallos son, la perdonaba; e luego llamó a
los caciques de Tlaxcala e les dijo que devolviesen los hombres y mujeres que
habían cautivado, que bastaban los males que habían hecho”. Termina Bernal con
una frase que muestra las increíbles habilidades componedoras del astuto jefe:
“Y demás desto, Cortés hizo a los tlaxcaltecas amigos de los de Cholula, que, a
lo que yo después supe, jamás quebraron la amistad”. De ver y no creer.
(Foto: El municipio más importante del
valle de Cholula es San Pedro de Cholula, que quizá lleve ese nombre por la
gran devoción que Cortés le tenía al santo. La vista es del centro de la
ciudad, cuya población actual ronda los 120.000 habitantes. Era un lugar
ceremonial, lleno de adoratorios. Fue donde ocurrió lo que nunca perdonarán los
mexicanos a los españoles. Hay un dato que no se debe olvidar: los cholultecas
eran tributarios de Moctezuma, pero con un régimen suavizado, y los
tlaxcaltecas se unieron a los españoles para librarse de los mexicanos y
vengarse de los de Cholula, a los que odiaban por suponer una esclavitud
añadida a la que ya sufrían bajo el dominio directo de Moctezuma).
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