viernes, 10 de junio de 2016

(Día 292) DOÑA MARINA obtiene de una india la confirmación de que los cholultecas van a atacar. Aparentando confianza, CORTÉS acepta que le ofrezcan guerreros cholultecas para ir a MÉXICO. Súbitamente CORTÉS les dice que sabe su engaño y ordena a sus soldados que ataquen. Matanza implacable, pero agravada por la fiereza de los aliados tlxaltecas, a quienes, luego, el hábil CORTÉS consigue hacer amigos de los cholultecas.

(44) -¡Ay, pequeñín!: nuestra doña Marina rompía los corazones.
     - Lo tenía todo, romántico abad: inteligencia, simpatía y belleza; además los indios también valoraban su posición. Por esas circunstancias, y sin pretenderlo, obtuvo la confirmación definitiva de que cholultecas y mexicanos iban a atacar de inmediato: “Una india vieja, mujer de un cacique, como sabía que nos matarían a todos y vio que doña Marina era moza, de buen parecer y rica, vino secretamente y le aconsejó que se fuera con ella a su casa si quería salvar la vida, diciéndole que tenía pena de ella, y que allí la casaría con su hijo. E como lo entendió doña Marina, que en todo era muy avisada, le dijo: ‘¿Pues cómo lo sabes, siendo tan secreto?’. Contestó que su marido se lo había dicho, que era capitán de guerreros”. Buena discípula del experto en tretas, aparentó estar de acuerdo y que iba a recoger sus cosas, pero de inmediato se lo contó a Cortés, que retuvo a la anciana custodiada y aceleró sus preparativos de guerra. A la mañana siguiente, los de Cholula les trajeron un regalo envenenado: los guerreros que Cortés les había pedido como refuerzo para la campaña de México. “Era cosa de ver la priesa con que traían los caciques y los papas los indios de guerra que les habíamos demandado, con muchas risas y muy contentos como si ya nos tuvieran metidos en el garlito. Y trajeron tantos que no cupieron en los patios, por muy grandes que son, que todavía están sin deshacer por memoria de lo pasado. Y desque vio Cortés que habían venido tan de mañana, dijo: ‘¡Qué voluntad tienen estos traidores de vernos entre las barrancas (atrapados) para se hartar de nuestras carnes! ¡Mejor lo hará Nuestro Señor!’. E como Cortés estaba a caballo e doña Marina junto a él, comenzó a hablarles a los caciques”. Siga su reverencia.
     -Pues Cortés, juvenil jubilado, se despachó a gusto con una larga parrafada: les hizo saber que estaba al corriente de sus taimadas intenciones, recordándoselas detalladamente, y que “en pago de que veníamos a tenerlos por hermanos y decirles lo que Dios y el rey mandan nos querían matar e comer nuestras carnes, y que ya habían sacrificado a siete indios para tener victoria. Luego les dijo que las leyes reales mandan que tales traiciones no han de quedar sin castigo, e que por su delito han de morir”.  Bernal está justificando lo que va a ocurrir de inmediato. Déjame seguir, querido secre.
     -Fue una catástrofe. “E luego mandó Cortés disparar una escopeta, que era la señal que teníamos acordada, y se les dio una mano que se les acordará para siempre porque matamos muchos dellos”. Pero faltaba lo peor: “Y no tardaron dos horas en llegar nuestros amigos los tlaxcaltecas después de desbaratar a dos compañías de cholultecas que les impedían el paso, e iban por la ciudad robando y cautivando, que no los podíamos detener. Y al otro día vinieron otras capitanías de las poblazones de Tlaxcala y les hicieron mucho daño porque estaban muy mal con los de Cholula. Y desque vimos aquello, por pena que hubimos dellos, detuvimos a los de Tlaxcala para     que no hicieran más mal”. Después Cortés hizo otro sainete  diplomático con las embajadores mexicanos diciéndoles que, “aunque Cholula merecía ser asolada, por respeto a su señor Moctezuma, cuyos vasallos son, la perdonaba; e luego llamó a los caciques de Tlaxcala e les dijo que devolviesen los hombres y mujeres que habían cautivado, que bastaban los males que habían hecho”. Termina Bernal con una frase que muestra las increíbles habilidades componedoras del astuto jefe: “Y demás desto, Cortés hizo a los tlaxcaltecas amigos de los de Cholula, que, a lo que yo después supe, jamás quebraron la amistad”. De ver y no creer.

     (Foto: El municipio más importante del valle de Cholula es San Pedro de Cholula, que quizá lleve ese nombre por la gran devoción que Cortés le tenía al santo. La vista es del centro de la ciudad, cuya población actual ronda los 120.000 habitantes. Era un lugar ceremonial, lleno de adoratorios. Fue donde ocurrió lo que nunca perdonarán los mexicanos a los españoles. Hay un dato que no se debe olvidar: los cholultecas eran tributarios de Moctezuma, pero con un régimen suavizado, y los tlaxcaltecas se unieron a los españoles para librarse de los mexicanos y vengarse de los de Cholula, a los que odiaban por suponer una esclavitud añadida a la que ya sufrían bajo el dominio directo de Moctezuma).


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