sábado, 25 de junio de 2016

(Día 307) En el reparto del tesoro, salió a relucir EL ASPECTO MÁS ABUSIVO Y MANIPULADOR DE CORTÉS, aunque sus soldados, que lo soportaban, no se dejaban engañar. CORTÉS castiga a uno de sus capitanes por hurtar joyas y abusa de la buena voluntad de MOCTEZUMA para obtener más oro.

(59) –Cortés era un líder excepcional, querido escribano público, y su gente ‘disimulaba’ ciertas cosas, pero el abuso es corrosivo.
     -Asistamos con Bernal, querido maestro, al sucio reparto: “Primero se sacó el real quinto, y luego Cortés dijo que le sacasen a él otro quinto, pues se lo prometimos (una espina clavada en la manipulada tropa: nadie en Indias se atrevió a tanto); luego dijo que se sacase del montón oro porque había hecho un gasto para la armada en Cuba, y, demás desto, para Diego Velázquez por los navíos que habíamos dado al través; y para los procuradores que fueron a Castilla, e también para los 70 vecinos de la villa Rica; para el caballo que se le murió y para la yegua de Juan Sedeño; e luego, para el fraile y el clérigo y los capitanes y los que traían caballos y escopeteros e ballesteros, dobladas partes, e otras socaliñas (artimañas). De manera que quedaba muy poco por repartir, y, por ser tan poco, muchos soldados no lo quisieron recibir; y con todo se quedaba Cortés, pues en aquel tiempo no podíamos hacer otra cosa sino callar”. ¿Qué te parece, daddy? Era un tipo peligroso.
     -Pero ya sabes, jovenzuelo, que el egoísmo, de rebote, puede ser beneficioso para los demás: la vaca tiene que rumiar para dar leche. Cortés jugaba con el abuso hasta el borde de la rebelión, y casi nunca se despeñaba, aunque iba sembrando peligrosos vientos. Y remendaba algunos cabreos: “Secretamente daba a unos y a otros como si fuera merced suya, para contentarlos, y, con las buenas palabras que les decía, lo aguantaban. Había un tal Cárdenas, que era piloto, y el pobre tenía en su tierra mujer e hijos, y como, al repartir el oro, vio que no le daban sino 100 pesos (400 gramos), cayó malo de tristeza; y decía: ‘¿y no he de estar malo viendo que Cortés como rey se lleva el quinto haciéndonos firmar con los embustes que tuvo, y que sacó seis mil pesos para su padre, Martín Cortés, estando yo y otros pobres de noche y de día batallando?’. Cortés supo estas palabras, y, como le decían que había muchos soldados descontentos por el reparto y por lo que había hurtado del montón, nos hizo un parlamento con palabras muy melifluas diciendo que no quería el quinto y que el oro que había llegado era un poco de aire, que mirásemos las grandes ciudades que hay y que todos seríamos señores dellas y muy ricos. Y dijo otras cosas muy bien dichas, que las sabía bien proponer”. Qué liante. Pero había, además, otras raposas escondiendo oro. Sentencia Bernal: “Como los hombres comúnmente deseamos el oro, y mientras más se tiene más se quiere, aconteció que faltaban muchas piezas de los montones de oro. Juan Velázquez de León, que era muy privado de Cortés, se mandaba labrar grandes cadenas de oro y vajillas para su servicio, y, como Gonzalo Mexía, el tesorero, le decía que se las diese para quintar para Su Majestad por ser oro del de Moctezuma, le contestó que no le daría ninguna cosa, porque Cortés se lo había dado antes de que se fundiese en barras. Y de palabras en palabras, se desmandaron, echaron mano a las espadas y salieron heridos, por lo que Cortés los puso presos, soltando enseguida al tesorero. Y esto lo hacía para que viésemos que hacía justicia con Juan Velázquez aun siendo los dos uña y carne”. Moctezuma se enteró por el paje Orteguilla de que estaba preso y le preguntó a Cortés por qué había encerrado a su amigo, y el mentiroso patológico elaboró un truco para conseguir algo más de botín: “Le dijo medio riendo que lo tenía preso para que no matase a algún cacique, porque estaba medio loco y quería ir por los pueblos para conseguir más oro. Y Moctezuma le respondió que le pedía por merced que le soltase, y que él enviaría a buscar más oro y le daría de lo suyo. Y Cortés hacía como que le disgustaba soltarlo, y al fin dijo que lo haría por complacerle a Moctezuma. He traído esto a la memoria para que vean que Cortés, so color de hacer justicia para que todos le temiésemos, usaba de grandes mañas”.

     (Foto: El gran Chaplin en “La quimera del oro”. El amor puede ser tan ilusorio como el dorado metal, pero, al mismo tiempo, de gran nobleza. Lo que verdaderamente ansiaba el desarrapado Charlot era el corazón de una amada imposible, que le dio una cita cruelmente fingida. De tanto esperarla, se duerme, y nos deleita con su sueño: el tierno y gracioso baile de los panecillos dedicado a la ingrata. Ella se lo perdió).


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