lunes, 27 de junio de 2016

(Día 309) LA GRAN ESTUPIDEZ: el gobernador de Cuba, DIEGO DE VELÁZQUEZ, envía una poderosa armada CONTRA CORTÉS. Está al mando PÁNFILO DE NARVÁEZ. Los FRAILES JERÓNIMOS, representantes del REY, tratan inútilmente de impedirlo. Visto el fracaso, el mediador VÁZQUEZ DE AYLLÓN se embarca en la armada para intentar un pacto entre CORTÉS y NARVÁEZ.

(61) –Éramos pocos, compañeiro, y apareció Pánfilo de Narváez.
     -En el peor momento, querido maestro, con una ceguera política absoluta, sin ningún sentido de Estado y poniendo en peligro, por ambiciones personales, todo lo conseguido. ¿Cómo pudo ocurrir?
     -Va a ser un prolongado rompecabezas, secre. El ambicioso (y, en otras ocasiones, competente) gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, no pudo evitar que Cortés se escurriera de su mando, con habilidad primorosa pero incurriendo en una rebeldía penada con la muerte. Y sabía que, con los grandes éxitos obtenidos, el ‘traidor’ quedaría purificado, glorificado y dueño absoluto de todo México.  No deseaba otra cosa sino decapitarlo y aprovecharse de lo conquistado, probablemente más lo primero que lo segundo. Si mataba a Cortés, habría hecho justicia. Y, si luego el rey le cortara la cabeza a él, también: por bobo; nada le importó a Velázquez, ni siquiera que México se perdiese. Y, ¡oh, Dios mío!, tenía un apoyo incondicional de mi ‘padrino’, Fonseca, máxima autoridad de Indias porque entonces Carlos V estaba fuera de la corte. Esto dice Bernal: “El Diego Velázquez, con el gran favor del obispo Fonseca, hizo una armada de 19 navíos y 1.400 soldados, con artilleros, ballesteros,  escopeteros y 80 de caballería (‘esta vez Cortés no se me escapa’), poniendo como capitán a Pánfilo de Narváez,  y aunque era bien gordo y pesado, él mismo andaba de villa en villa alistando gente”. Con sentido realista, los frailes jerónimos, que ostentaban provisionalmente el poder del rey en aquellas tierras, “y tenían conocimiento de los muchos y buenos servicios que habíamos hecho, dijeron que Diego Velázquez no tenía razón de venir sin permiso a tomar venganza de nosotros, sino que debería demandarlo por vía judicial, y que haría gran estorbo a nuestra conquista; por lo que acordaron mandar al oidor de la audiencia Lucas Vázquez de Ayllón para que se lo impidiese”. ¡Oh, Lucas! Qué interesante lo que contaste sobre él en nuestro libro, pequeño Homero. Yo los conocía a todos ellos, aunque no los volví a ver, porque pronto me iría hacia las pacíficas y etéreas praderas de Quántix. Pero mi sobrino Juan Ortiz de Matienzo, que el pobre tuvo la conciencia deteriorada, era colega suyo, y hasta socio en una expedición esclavista, si bien Lucas le traicionó después: le robó la licencia para otro viaje, aunque dejando la vida en la expedición. Pero ese Lucas tan poco fiable, en este caso va a actuar sensatamente, aunque sin éxito, mediando entre Cortés y Narváez.  Se fue como un rayo el oidor Ayllón a Cuba, y le leyó a Velázquez todas las disposiciones protocolarias que le prohibían enviar la  armada a México: papel mojado. “Por más requerimientos que le hizo, no aprovechó cosa ninguna, porque como el Diego Velázquez era tan favorecido del obispo Fonseca, y había gastado tanto en la armada, no tuvo los requerimientos en una castañeta, sino que se mostró más bravoso”. O sea que, el que perseguía al alzado, se alzó también desobedeciendo al representante del rey. Y digamos que, aunque Ayllón, como yo (ten piedad, Señor), era un criadillo de Fonseca, tomó una decisión correcta: “Y desde que esto vio el oidor, vínose también en la armada para poner paces y dar buenos conciertos entre Cortés y Narváez”. Llegaron a San Juan de Ulúa (ya saben: el puerto de Veracruz), y aparecieron pronto tres soldados de Cortés que andaban de mineros por la zona y eran gente poco recomendable; uno de ellos queda retratado con el apodo que tenía: Cervantes el Chocarrero. “Como eran ruines y soeces, le dijeron a Narváez mucho más de lo que quería saber”. Le pusieron al corriente de toda la situación de los españoles, materia sensible incluida. Y Pánfilo comenzó a dar muestras de su torpeza y su vista de poco alcance: “Narváez mandó recado a Moctezuma diciendo muchas malas palabras, descomedimientos y desatinos de todos nosotros, y que él le iba a liberar”. Y el voluble Moctezuma cambió al instante de bando…

     (Foto: El grabado es precioso pero escalofriante; Cortés y los suyos están temblando ante la muy alta probabilidad de que esas masas de guerreros se decidan a aniquilarlos, y se acaban de enterar de que el insensato gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar –premio al más tonto del siglo XVI-, ha enviado una enorme flota con las mismas intenciones).


No hay comentarios:

Publicar un comentario