martes, 14 de junio de 2016

(Día 296) Tras nueve meses de viaje, ENTRAN EN MÉXICO el día 8 de noviembre de 1519; son bien recibidos, pero no se fían. MOCTEZUMA les habla de que fue pronosticada su llegada; le dice también a CORTÉS que nunca abandonarán a sus dioses. Bernal siempre hablará de Moctezuma con respeto, e incluso con afecto; y describe su aspecto.

(48) –Ausentado Moctezuma, docto cronista, se quedaron los españoles en unos alojamientos, donde “les dejaron aparejada una comida muy suntuosa a su uso y costumbre”. Pero en alerta.
     -Y qué remedio, santo abad: “Teníamos muy bien platicado el orden que en todo habíamos de guardar, y estábamos muy apercibidos”. Bernal nos señala la fecha porque es muy consciente de que está hablando de unos hechos trascendentales: “Y fue nuestra venturosa y atrevida entrada en la gran ciudad de Tenoctitlán-México a ocho días del mes de noviembre de 1519 años (tras nueve meses de viaje). Gracias a Nuestro Señor Jesucristo por todo”. Después de comer, volvió Moctezuma para tener una conversación más extensa, aunque los contenidos fueran parecidos, salvo su creencia en que “verdaderamente debe ser cierto que éramos los que nuestros antecesores de mucho tiempo pasado habían dicho que vendrían de donde sale el sol a señorear estas tierras (sus actitudes siempre serán desconcertantes). Cortés le respondió con las lenguas que  consigo siempre estaban, en especial doña Marina, que no sabía con qué pagar sus mercedes”. Y le hizo el habitual resumen de la estructura político-religiosa que debía dominar el mundo. “Hubo otras amables pláticas, pero por ser esta la primera vez que nos venía a visitar Moctezuma, e por no le ser pesado, cesaron los razonamientos. Y se despidió con gran cortesía de nuestro capitán y de todos nosotros, y salimos con él hasta la calle”. Bernal siempre hablará de Moctezuma con respeto, e incluso con afecto. El día siguiente Cortés le devolvió la visita. Prosiga vuestra reverencia de la manita de Bernal contándonos detalles de lo que fue ocurriendo a partir del big bang.
     -Se presentó Cortés, querido secre,  con varios soldados y sus oficiales más importantes (la jerarquía se iba consolidando): “Llevó consigo cuatro capitanes, Pedro de Alvarado, Juan Velázquez de León, Diego de Ordaz (recuérdese que estos dos ‘conversos’ habían sido del bando del gobernador de Cuba) y Gonzalo  de Sandoval (el más joven y el preferido de Bernal)”. El gran capitán habló de lo de siempre, pero machacando a fondo (aunque en frío), “e porque pareció que Moctezuma quería responder, cesó Cortés la plática e dijo a nosotros: ‘Con esto cumplimos, que es el primer toque’. Y Moctezuma dijo: ‘Señor Malinche: ya conozco todas las cosas que habéis venido predicando en los pueblos. No os hemos respondido porque desde siempre adoramos a nuestros dioses y los tenemos por buenos. También lo deben de ser los vuestros, pero no curéis más de nos hablar dellos”. Y luego se despidieron de él.
      Los españoles sintieron espontáneamente la necesidad de tratarle a  Moctezuma con respeto: “Platicábamos de  las buenas maneras y crianza que tenía e que le deberíamos tener mucho acato, e nos quitábamos las gorras acolchadas (no usaban casco) cuando delante de él pasábamos”. Y el ‘retratista’ Bernal nos lo describe: “Era el gran Moctezuma de unos 40 años (tenía bastantes más), de buena estatura, bien proporcionado e cenceño (delgado), y el rostro era largo e alegre, e los ojos de buena manera. E mostraba en el mirar, por una lado amor, e cuando era menester, gravedad. Era muy pulido e limpio; bañábase cada día una vez a la tarde. Tenía muchas mujeres por amigas (amantes), aunque tenía dos grandes cacicas por legítimas mujeres, que cuando usaba con ellas era muy secretamente. Era muy limpio de sodomías. Y sé que, ciertamente, desque nuestro capitán le reprendía el sacrificio y comer carne humana, desde entonces mandó que no le guisaran tal manjar”. Curiosamente, tenía también bufones, como en las cortes europeas: “unos indios corcovados muy feos, que entre ellos eran chocarreros (groseros), y otros que debían de ser truhanes y le decían gracias, e otros que le cantaban e bailaban”. Tenía un maravilloso zoo, con un apartado para los animales carnívoros, y acaba Bernal recordando algo escalofriante: “Y aun tuvimos por cierto que, cuando nos echaron de México y nos mataron unos 850 de nuestros soldados (no hay contradicción, porque, a los que había cuando llegaron a México, se unieron más de mil después), con los muertos mantuvieron muchos días aquellas fieras alimañas y culebras”.

     (Foto: Ahí tenemos una lograda escenificación del encuentro de Cortés con Moctezuma, que lleva su famoso penacho de plumas; en medio doña Marina; se reproduce el momento en que, cuando el gran emperador azteca le va a entregar un collar, Cortés está a punto de abrazarle, y un cacique indio le hace un gesto de horror para que no infrinja una prohibición absoluta).


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