jueves, 9 de junio de 2016

(Día 291) EL ASUSTADO MOCTEZUMA trata de romper la alianza española con los tlaxcaltecas. CORTÉS va a CHOLULA buscando amistad y excesivamente confiado. El recibimiento fue fingidamente cordial. Los españoles sienten que van a ser atacados y se enteran de que hay oculto un ejército azteca.

(43) –Y llegaron otros cuatro embajadores de Moctezuma: ¡qué pesado!
     -Era el pánico, monseñor. Estaba bien informado y quería romper la alianza de los españoles con los tlaxcaltecas. Los enviados venían cargados de regalos, y le dijeron a Cortés “que su señor Moctezuma se maravillaba mucho de que estuviéramos tantos días entre aquellas gentes pobres y sin policía (groseras), que aun para esclavos no son buenos, y que nos matarían para nos robar”. Esta vez (cambiante como la luna) el gran emperador azteca les invitaba a ir a México. Con su habitual tacto, Cortés se mostró muy agradecido, y creyó oportuno aprovechar la oferta mandando por delante a Pedro de Alvarado y Bernaldino Vázquez de Tapia a hablar con Moctezuma y ver la gran ciudad de México, quedando como rehenes los recién llegados. “Y porque había enviado así a la aventura a aquellos caballeros, se lo reprochamos. Y les escribió que se volviesen. Y como Moctezuma quiso saber cómo eran, parece ser que le dijeron sus embajadores que Pedro de Alvarado era de muy linda gracia en el rostro, como en su persona, y que  se parecía al sol. Y demás desto llevaban figurado su dibujo muy al natural, y desde entonces le pusieron el nombre de Tonatio, que quiere decir sol. Y tuvieron razón en así compararlo, porque así en el rostro como en el hablar era agraciado, que parecía que  se estaba riendo (se le olvida comentar que era muy rubio). Y desque volvieron a nuestro real, nos holgamos mucho, y les decíamos que no era cosa acertada lo que Cortés les mandó”. Comienzan ahora los tanteos con Cholula.
     -El hueso va a ser muy duro de roer, caro figliolo. Cortés presionó a los de Cholula para que le visitaran en Tlaxcala, pero le devolvieron el guante: ni hablar de ir allá porque era territorio peligroso para ellos; que fuera él a Cholula. “E viendo nuestro capitán que la causa que decían era muy justa, acordamos de ir allá. E dijeron los caciques de Tlaxcala que, puesto que no les creíamos e íbamos a Cholula, que lleváramos  10.000 de sus hombres de guerra. Cortés les dio muchas gracias por ello, pero como vimos que no estaría bien que fuésemos con tantos guerreros adonde queríamos procurar amistades, les dijo que  bastaría con 2.000. Una mañana comenzamos nuestra marcha, e los caciques de Cholula nos mandaron mensajeros a darnos la bienvenida a su tierra”. Sin embargo no quisieron que los tlaxcaltecas armados entraran en su ciudad. Cortés estuvo de acuerdo, y cuando vio que los de Cholula se tranquilizaron, les lanzó el repetitivo sermón religioso-político.
     -Y, naturalmente, le dieron la respuesta habitual. Prosiga el mosén.
     -Siempre se irritaban los indios cuando Cortés pretendía llegar y cambiar sus costumbres. Y ese mismo malestar mostraron los de Cholula, pero rubricaron su respuesta con una promesa que resultaría pura chatarra: “que dar la obediencia a ese vuestro rey que decís, les place”. Les llevaron entre una multitud de curiosos “y nos dieron de comer muy bien y en abundancia”. Pero poco a poco su actitud se fue haciendo extraña y huidiza. Los embajadores mexicanos les dijeron abiertamente que Moctezuma (ahora sí, ahora no) ya no quería verlos, de manera que Cortés preparó a sus hombres: “Muy desconcertada veo a esta gente. Estemos muy alerta, que alguna maldad hay entre ellos”. Habló con el cacique principal y le dijo “que por la mañana íbamos a partir para México, e que le tengan aparejados porteadores y que nos dieran comida (era una cortesía habitual). Y el cacique estaba tan cortado que no acertaba a hablar”. Los indios amigos habían observado que los de Cholula estaban preparando un ataque, y que, además, en los alrededores había una multitud de guerreros de Moctezuma. Se fueron acumulando detalles muy alarmantes que iban acrecentando la tensión de la espera, como cuando las nubes van bajando, agrupándose y volviéndose cada vez más negras: aquello iba a explotar…

     (Foto: Lo que vemos es una maqueta de la gran pirámide de Cholula, la de mayor extensión y volumen de México -no la más alta-, sobre la que se construyó el santuario cristiano. Esa ciudad era la más importante después de la capital del imperio azteca, Tenoctitlán, y un lugar de peregrinación lleno de pirámides religiosas, pero también un avispero de 100.000 almas, en el que se van a meter Cortés, sus soldados y los indios amigos, tlaxcaltecas y totonacos de Cempoala. A cara o cruz, como siempre, pero más dramáticamente que nunca).


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