(1542) Los grandes caciques se sentían
poderosos y sus indios vivían enardecidos por las victorias. Se convirtieron en
los máximos líderes Itupeque y Pipatón, quienes tomaron el mando general para
continuar con la mayor crueldad los ataques contra los españoles: “Decidieron
dar prioridad a hacer la guerra por el río Magdalena, acaudillando a los indios
el Cacique Maldonado, porque era un experto en los puntos más
vulnerables”. Junto a Itupeque y
Pipatón, iba a actuar Escárrega, aquel muchacho que mató bravamente a varios
españoles. Se situaron, por consejo del cacique Maldonado, en un sitio cómodo,
entre el Río de Oro y el Río Sogamoso, y
estaban al acecho porque subía un conjunto de canoas (ya no se permitía, por
seguridad, que fueran de una en una): “En ellas iba al mando desde Cartagena (ver
mapa, la distancia era muy larga) el Alguacil Mayor Pedro Jiménez de
Bohórquez con muchas mercancías, y otros mercaderes con las suyas, siendo en
total unos 25 españoles, más 140 negros e indios de servicio. Llegaron a una
playa (que ha quedado con el nombre de Bohórquez) en la que estaban ocultos los
indios, los cuales, durante la noche, les acometieron con tanto ánimo, que rápidamente
mataron al Alguacil Mayor y a todos los
demás españoles y negros, escapando solamente algunos que fueron río abajo
hasta legar a Mompox. Después, como
algunos murieron ahogados, solo se pudo hallar los cuerpos que quedaron
en la playa, pero sin cabezas, pues, como hemos dicho, estos indios se las
llevan para beber en ellas durante la celebración de sus fiestas mayores. Cuando
marcharon los indios, quedaron todos los españoles tan atemorizados, que nadie
se atrevía a navegar por el río Magdalena. Esto ocurrió el año 1596, y, después,
no habiendo olvidado los indios la venganza que habían prometido por la muerte
de Martinillo, se dieron una satisfacción Pipatón y Escárrega más otros ocho
compañeros. Al saber que Juan Corso, a quien Martinillo odiaba, solía estar en
Zaque, desde donde iba a una labranza de maíz, se emboscaron en el camino, y le
clavaron tantas flechas, que, aunque
llegó a la ciudad de Vélez, murió al
cabo de tres días. También murieron otros muchos por las provincias
circunvecinas a manos de estos y de los demás indios. Y fue aumentando el
atrevimiento de todos los indios que moraban en las tierras del río Magdalena debido
a los pillajes que les hacían ricos. El año 1597 acometieron en el río a Don Álvaro
de Leiva y a Don Diego Ponce. Y también mataron río arriba a Diego Lomelín, a un
hijo suyo, a otros siete españoles, a algunos
indios amigos y a los negros que
remaban”.