(1518) Haber acabado con el traidor
Yuldama, y conseguido que sus indios huyeran despavoridos, le dio ánimos al
anciano Gonzalo Jiménez de Quesada para preparar otro ataque, y le confió la
misión a un sobrino suyo al mando de treinta soldados experimentados. El tal
sobrino tenía como apellido Mendoza, y lo veremos de inmediato en acción. De él
sólo he podido obtener unos datos complementarios. Su nombre completo era
Jerónimo Hurtado de Mendoza, quien morirá enseguida, y, de ese triste final,
compuso en su honor una breve elegía poética un amigo suyo. Cuando ya iba a
partir Mendoza con sus hombres, se presentaron los indios vencidos en Guartia
con fingidos deseos de paz. Gonzalo Jiménez de Quesada y sus capitanes disimularon su desconfianza,
y, mientas esto ocurrió, partió Mendoza con los suyos para enfrentarse a otros
indios, aunque cometió el error de llevar como ayuda a un grupo de los nativos
de Guartia que se decían arrepentidos. Los españoles llegaron a la ribera del río Guarinó: “Allí se
detuvieron todos para dormir en la cumbre de una loma, pero, con las primeras
sombras de la noche, desaparecieron los indios de Guartia, quedando los de la
tropa con sospechas de sus malas intenciones. Y sucedió que, no tardando mucho,
volvieron de repente contra los españoles unos cuatro mil indios con una furia
de leones. Aunque los nuestros les hicieron frente con la misma bravura y
dieron muerte a muchos, no les fue posible a la mayoría evitar la suya,
muriendo también los capitanes Jerónimo Hurtado de Mendoza y Antonio de
Herrera, llamado el Bravo Español. Algunos pudieron salvarse y contar en el
campamento lo que había pasado. Fue muy triste para todos el lastimoso suceso,
y en especial para Gonzalo Jiménez de Quesada, el cual, reaccionando con
mayores bríos para el castigo de estos atrevimientos, continuó saliendo contra
los indios, hasta que al fin pudo pacificar aquellas tierras. Sin embargo, los
indios volvieron a crear problemas, incluso poniendo a los españoles en mayores
peligros. Fue necesario armar a más gente para terminar con los ataques de los
indios, poniéndose al frente de las tropas GASPAR DE RODAS, Gobernador de la
zona de Antioquia (sin acento), y consiguió su pacificación hasta el día
de hoy, quedando ahora pocos indios. La población de Santa Águeda, fundada,
como vimos, por el Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada, solo duró los años
que sus habitantes necesitaron para sacar el oro de sus minas, y después la
abandonaron, trasladándose de allí 86 vecinos a vivir en la ciudad de
Mariquita”. En la imagen vemos la firma del gobernador Gaspar de Rodas.
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