miércoles, 25 de enero de 2023

(1937) Estaba naciendo en Colombia una de las rebeliones de indios más rabiosas, con varios caciques muy notables. El iniciador, Martinillo, fue ejecutado, pero surgieron Itupeque, Maldonado, Labogache, Pipatón y Escárrega.

 

     (1537) Martinillo se convirtió en otro cacique histórico, y fue el primero que, con otros líderes de su tiempo, desatará la rebelión indígena de una zona del gran río Magdalena: “Cuando lo iban a ejecutar, Martinillo les daba grandes voces a los suyos clamando venganza, y, como lo hacía en su lengua nativa con gestos dolorosos, los españoles creyeron que se debían a su angustia por la próxima muerte. Pero, cuando llegó el momento final, él  exhibió su gallardía, y los indios le aseguraron el cumplimiento de la venganza con un furioso alarido que causó gran admiración entre los españoles”. El cacique que le iba a suceder a Martinillo era Labogache, y el Capitán Benito Franco lo reconoció como tal, e incluso consiguió de él y de sus indios arayas que se mostraran receptivos a aceptar la paz. Pero, una vez más, se trataba de puras apariencias, porque el día siguiente ya habían desaparecido. Estaban ansiosos de venganza y, bajo el mando de Labogache, se pusieron de acuerdo con otro grupo de arayas, cuyo  cacique era el gran Pipatón, el cual se había quedado astutamente junto a los españoles fingiendo lealtad y rechazar la huida de Labogache con los suyos. Ambos caciques habían planeado un engaño con el fin de matar a los españoles, que lo puso en marcha Pipatón aconsejándole al Capitán Franco (con el fin de reducir su tropa) que enviase a algunos hombres para apresar desprevenido a Labogache (que estaba al tanto del plan). Al Capitán le pareció buena la propuesta, y envió a cuatro soldados, siendo el jefe el vasco Juan de Escárrega. Se encontraron con tres indios, uno de ellos  de unos quince años, que, conocedores del plan, se mostraron muy pacíficos, pero los atacaron por sorpresa. A Juan de Escárrega le dieron un golpe en la cabeza con una macana que casi lo mató, y le ocurrió lo mismo a Diego de Zea. Sin embargo Escárrega, a pesar del terrible golpe, consiguió alcanzar un cuchillo y mató a los dos indios adultos. Salieron los españoles a la calle y vieron que el indio adolescente venía a atacarles con una espada que había encontrado. Le hizo una herida a Gregorio Delgado de la que luego murió, y le atravesó la espalda con la espada a Escárrega. Aun así, los tres españoles vivos quisieron apresar al  muchacho, pero se les escapó de las manos. Curiosamente, por su hazaña, en su tribu le llamaron desde entonces Escárrega, y, con el tiempo, se convirtió en otro de los grandes caciques que lideraron la durísima rebelión de aquellos indios: Martinillo, Itupeque, Maldonado, Labogache, Pipatón (con su mujer Yarima, a quienes vemos en el monumento de la imagen) y Escárrega.




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