(1538) El joven muchacho indio llegó a ser
el gran líder Escárrega, y el cronista dice que “fue uno de los más valerosos
indios que hubo, hallándose por espacio de más de veinte años en los mayores
asaltos que se hicieron junto al Río Magdalena y en la provincia de Vélez, con muchas
muertes de españoles, negros e indios amigos, y arruinó, además, gran cantidad
de haciendas y mercaderías”. Escapado el
joven indio, los cuatro españoles huyeron heridos y temiendo que todo el
territorio indígena estuviera contra ellos: “Para mayores oportunidades de
salvación, algunos se separaron. Gregorio Delgado murió a los pocos días, y Juan
de Escárrega, que se hallaba atravesado por tan penetrante herida, no
desfalleció, sino que, con ánimo y valor prosiguió su viaje, sin armas y con
escasa comida durante los 15 días que
tardó en volver al campamento. Andrés Arias y Diego de Zea, regresaron donde
dejaron a Escárrega, y, al ver muertos a los indios, pensaron que les había
sucedido lo mismo a sus compañeros”. En el trayecto hasta su llegada al
campamento, vieron indios por todas partes, porque Pipatón, al saber que se
había descubierto su traición, se escapó con sus indios antes de que se
enterara el Capitán Benito Franco. Cada vez estaba más claro que los indios,
unidos en diversas tribus, iban acorralando a los españoles, los cuales veían cómo
se estaba complicando su situación. El Capitán Benito Franco, a pesar de su
valentía, comprendió que era necesario salir de aquel territorio, y decidió
volverse a la población que había fundado, la llamada Ciudad Franca de León,
para, desde allí, reforzarse contra los indios. Pero tuvo la fatalidad de
romperse una pierna al caer de su caballo, por lo que sus planes quedaron
suspendidos durante dos años, y no hubo más remedio que abandonar también ese
lugar. Los ya mencionados grandes líderes de los indios no desaprovecharon la
oportunidad de arreciar sus ataques contra los españoles de forma organizada y
en diferentes frentes: “Viendo los indios que los españoles no eran capaces de
enfrentárseles, no se conformaban con las muertes y robos que hacían en pueblos
pequeños, sino que atacaron a los de Chipatá y Guabatá, a menos de una legua de
la ciudad de Vélez, matando con extraordinarias crueldades, sin perdonar siquiera
a los niños que colgaban de los pechos de sus madres. La ciudad del Nuevo Reino
de Granada a la que en mayores angustias han puesto los indios, ha sido esta de
Vélez (actualmente con 20.000 habitantes), porque la han atacado por
todos los lados sin cesar y a sus anchas los indios circunvecinos, durante
cuatro años, desde 1589”.
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