(1531) Añade algo interesante el cronista
Fray Pedro Simón acerca del daño que hacían las epidemias: “La enfermedad de
viruelas ataca a toda suerte de gente, y llamo la atención sobre esto porque
suele haber en estas tierras enfermedades que solo las padecen los indios,
otras, solo los negros, otras, afectan solo a los españoles criollos, como
sucedió el año 1617 con el sarampión, del que murieron más de la quinta parte
de los indígenas, algunos criollos, y ninguno de los nacidos en España. Siendo
yo aquel año Guardián del convento de Santa Fe, cayeron enfermos de sarampión
en dos días 22 religiosos, todos mancebos criollos, y, aunque estaban
sirviéndoles otros nacidos en España, a ninguno se le pegó. Ha habido otras
enfermedades en estas tierras, como la sarna, y algunas más que han traído los
españoles, pero ninguna ha producido tantos estragos como las mencionadas”.
Dicho lo cual, Fray Pedro vuelve a conectar con la narración de los hechos
protagonizados por los españoles, y nos cuenta otro asunto lamentable: “En
septiembre de 1588, habiendo tomado el Capitán Pedro Daza, natural de Tunja (o
sea criollo), un acuerdo con el Gobernador de la ciudad de La Grita, Don
Francisco de Cáceres, para pacificar ciertas provincias de indios, pobló entre
ellos una ciudad a la que llamó Santiago de las Atalayas (de lo cual ya
hablamos anteriormente, pero el cronista añade una tragedia), a pocas
leguas de la de Tunja, y estando Pedro Daza en ella gobernándola, en febrero
del año 1591, lo mataron los indios, debido,
según se dijo, a un bofetón que le dio a un cacique principal, porque defendía a
una muchachuela, hija suya, que Daza quería llevar a su casa como lavandera
para su mujer. Quedó tan afrentado el cacique, que rebeló contra los españoles
a todos los indios de aquella provincia. Primeramente, se propuso matar al que le
había agraviado, para lo cual, juntando consigo otros cuatro de sus parientes,
se emboscaron entre los árboles de una quebradilla. No tardó en salir Pedro
Daza solo y descuidado, de manera que pudieron embestirle tan inopinada y
furiosamente los cinco indios, que lo atravesaron con más de veintisiete
flechas, y, con unos tres macanazos, quedó allí muerto. Luego los indios incendiaron la ciudad, de
donde ya habían huido los españoles, los cuales dieron aviso a la ciudad de
Tunja, desde donde se envió a Don Alonso
Carrillo para castigar a los indios. Habiéndolo hecho con los más culpables, se volvió para reedificar la
ciudad. A la cual fueron los vecinos de otra, llamada Medina de las Torres, abandonándola
tras ser fundada por el mismo Capitán Pedro Daza”.
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