domingo, 29 de enero de 2023

(1940) Las mujeres de Itupeque eran bien tratadas por los españoles, y ellas engañaron al capitán Martín Gómez diciendo que fueran adonde el cacique porque quería la paz. El resultado fue una tragedia por ambas partes.

 

     (1540) Dice el cronista que Itupeque se acercó hasta donde los españoles tenían presos a los miembros de su familia y se comunicaba con ellos muy hábilmente imitando los cantos de las aves, con lo que conseguía pasar desapercibido. En el campamento, el Capitán Martín Gómez trataba afectuosamente a las mujeres de Itupeque, e incluso se movían con libertad, teniendo especial consideración con una de ellas, la cual lo aprovechó para enredarle con un engaño. Sabiendo que el Capitán iba a abandonar el campamento, le hizo creer que sería mejor que fuera adonde Itupeque, porque estaba dispuesto a concertar una paz, sobre todo por  el buen trato que los españoles habían dado a a sus familiares. A los españoles les pareció bien, y se pusieron en marcha hacia el encuentro con el gran cacique. Llegaron a un punto en el que se veían dos casas, y las indias, con grandes muestras de alegría, aseguraron que eran las de Itupeque. Luego llevaron a los españoles por un camino que era un trampa en la que estaban emboscados los indios: “Llegados a un paso muy estrecho, súbitamente los indios de Itupeque lanzaron un extraordinario alarido entre una inmensidad de flechas mortíferas por el veneno, hiriendo de inmediato a siete soldados. Para ponerse a salvo, empezaron a retroceder, pero las indias del cacique trataban de impedírselo, hasta que el Capitán mandó degollar  a todas, y se llevó a cabo a la vista de Itupeque, pero quedaron también muertos casi todos los indios amigos y trece soldados. El Capitán Martín Gómez mostró mucho valor, pero  tuvo la desgracia de que, ya casi a salvo, le atravesaron el muslo. Quiso luego poner orden en los soldados, pero ninguno le obedeció, pensando que la única solución era la huida, por parecerles que en la breve y presta retirada estaba el salvar sus vidas. Los indios siguieron matando españoles, aunque se les escaparon siete, pero después todo su furor cayó sobre el Capitán Martín Gómez, quien, al verse herido tan gravemente y tan desamparado, no consiguió proseguir su viaje, por lo que le fue forzoso arrimarse a un grueso árbol, y allí permaneció más de tres horas. Después lo hallaron los indios, y, aunque le acometieron con grandes gritos, se resistió con su valor acostumbrado. Como eran muchos, juntaron gran cantidad de piedras, con las cuales y con unos palos largos y delgados, le herían desde lejos, y lo mataron. Esto sucedió el segundo día después de Pascua de Navidad del año 1595”. Nunca sabremos si los siete soldados que abandonaron al capitán Martín Gómez pecaron de cobardes o no tuvieron más remedio que hacerlo.






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