martes, 24 de enero de 2023

(1936) El joven capitán Benito Franco logró calmar tres años a los indios, pero luego se rebelaron, y cometió el error de ejecutar a Martinillo, un cacique muy respetado. Tomará la antorcha el mítico indio Pipatón.

 

     (1536) Vamos a entrar en una época turbulenta, por el espíritu rebelde de los indios. Fallecieron los caciques que hemos visto en danza, y empezaron a actuar sus sucesores. A Caciquillo le sucedió su hermano Maldonado (era frecuente que los nativos tomaran nombres o apellidos españoles). El cronista dice que este nuevo cacique fue el más pernicioso de cuantos hubo en las orillas del gran río Magdalena. Al morir Suamacá, quedaron de momento sin líder los indios yariguíes. Fallecido Beto, el jefe de los guamacaos, lo sustituyó un pariente suyo muy bravo, llamado Itupeque. Pero Beto tenía un hijo que iba a ser una figura legendaria: el feroz Pipatón, que lideró a los indios arayas como heredero de su madre. Dice el cronista que todas estas tribus tenían frecuentes conflictos entre ellas, aunque no muy duraderos. Sin embargo, se mantenían en perfecta y constante hermandad cuando se trataba de atacar a los españoles: “Por estas amenazas, el año 1586 los vecinos de la ciudad de Vélez escogieron para capitanear una tropa contra los indios al Capitán Benito Franco, que, aunque solo tenía unos veinte años, era muy respetado por los nativos en general, porque casi se había criado entre ellos”. Al llegar al territorio de los indios yariguíes, Benito Franco consiguió, mediante mensajes, que se le acercaran en son de paz, pero era consciente de que, para que esa tranquilidad persistiera, había que establecer en la zona un asiento para los españoles, y reedificó allí la despoblada ciudad de León, poniéndole el nombre de Ciudad Franca de León. Hizo reparto de encomiendas, y los indios se mantuvieron pacíficos durante tres años, al cabo de los cuales empezaron a hartarse de los trabajos que tenían que hacer para los españoles, siendo los más resentidos los de la tribu de los arayas: “Su principal cacique era Martinillo a quien tenían gran veneración porque, además de  ser hombre muy sensato y  diestro en cosas de la guerra, mantenía constante comunicación con el Demonio. Por este principio de alzamiento de Martinillo, los españoles fueron tras él, que había huido en un caballo, pero le siguieron el rastro y lo apresaron. Fue sometido a juicio, y, pareciéndole a Benito Franco que con su muerte se aquietarían los indios de la zona (cosa que sucedió bien al contrario), se le condenó a la horca. Cuando le sacaron para la ejecución, acompañado de sus vasallos y de otros indios del territorio, estuvo hasta el último momento de su vida pidiendo a los suyos la venganza de su muerte”. Martinillo morirá, como veremos, enardeciendo a sus indios. La imagen muestra parte de un extenso informe que hizo BENITO FRANCO el año 1606 sobre estas campañas.




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