(1526) El cronista Fray Pedro Simón nos
hace ver lo complicado que era en Las Indias iniciar una conquista, y la
tenacidad que demostraban sus promotores para conseguir el éxito, lo cual
muchas veces terminaba en un fracaso absoluto, con el alto precio de perder
todo lo que se había invertido en su preparación. Los reyes concedían su
autorización, pero arriesgando bien poco, ya que quien financiaba la aventura en
su mayor parte era el solicitante. Gonzalo Jiménez de Quesada, poco antes de
morir siendo Gobernador del Nuevo Reino de Granada, había llegado a un acuerdo
con el Capitán Alonso de Olalla para que pudiera conquistar en una zona sureña,
a la que se llamó Gobernación de La Plata. Al fallecer Quesada, tuvo que
renovar la autorización ante el nuevo gobernador, Lope Díaz de Aux Armendáriz. Ya conseguida, y
hechos los preparativos, partió en diciembre de 1579, y, desde el inicio, la
campaña le resultó muy difícil, aunque
logró establecer la población de Nuestra Señora de Altagracia (ver imagen), en
la zona de Sumapaz, pero falleció luchando contra los indios moquiguas. Iba con
él su hijo, el capitán Juan López de Herrera, que heredó el mando de la
Gobernación, y, según dice el cronista, “desecó el cuerpo de su padre con el
calor del fuego, y regresó a Santa Fe trayéndolo para enterrarlo en nuestro
convento de San Francisco”. Después, Juan López decidió, a cualquier precio, reiniciar
la campaña. Le resultó difícil y largo formar una nueva tropa, pero la puso en
marcha, y, venciendo dificultades, logró ir conquistando tierras, y empezó a asentar poblaciones. A la primera,
fundada en marzo de 1590, le puso el nombre de Espíritu Santo de Caguán. En
1592, estableció otra a la que llamó San Juan de Yeima. Fallecido también Juan
López de Herrera, solicitó su hermano, llamado Alonso de Olalla, como el padre
de ambos, que le otorgaran la Gobernación, que solo estaba autorizada para un
heredero, y consumido el derecho por López Herrera. No obstante, Don Juan de
Borja, en diciembre del año 1606, siendo entonces Presidente y Capitán General
de la Real Audiencia de Santa Fe, se lo otorgó, aunque con la condición de que,
dentro de un plazo de tres años, consiguiese una confirmación definitiva del
Real Consejo de Madrid, y de allí le
llegó el día 29 de marzo del año 1620. El devoto culto a NUESTRA SEÑORA DE
ALTAGRACIA, muy venerado y extendido en Las Indias, tuvo su origen en haber
llevado dos hermanos extremeños, Alonso y Antonio de Trejo, a Santo Domingo, el
año 1506, una imagen de la Virgen encontrada extrañamente en una cueva de Plasencia (Cáceres), y considerada milagrosa.
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