domingo, 22 de enero de 2023

(1934) La infidelidad de una india yariguíe bautizada provocó con sus falsas excusas una tragedia sumamente complicada.

 

     (1534) El enamorado cacique Beto pidió a otro cacique, Suamacá, permiso para casarse con su hija, Doña Francisca (sin duda, bautizada), y se lo concedió. Pero el amor es caprichoso. Como era casi una niña, quedaron de acuerdo ambos caciques en que siguiera en casa de Juan Vizcaíno madurando junto a sus criadas españolas. Pero, pasado más de un año, a principios de 1578, Doña Francisca y el indio Montecinos, criado de Alonso Romero, sintieron una atracción mutua, y se veían muchas veces a solas. Cuando llegó el día del casamiento acordado, el franciscano Pedro Ordóñez unió a los dos prometidos en sagrado matrimonio. Y nos sigue contando Fray Pedro Simón: “Tras la boda, Beto llevó a su esposa a su tierra, pero allí comprobó que ya no era virgen, y fue tanta su alteración, que, con la conformidad de los demás caciques, decidió que su mujer fuese azotada sin piedad, y que la ultrajasen diez indios de los más asquerosos de sus vasallos”. También decidieron devolver a Doña Francisca a su padre, Suamacá, el cual, cuando llegó a su casa, reaccionó furiosamente, pero, por si su hija pudiera darle otra explicación menos humillante, quiso saber la verdad. Para mayor enredo, a Doña Francisca, como quería mucho a Montecinos, le pareció bien acusar del agravio padecido al amo del indio, Alonso Romero. Para Suamacá fue un alivio creerla y, al mismo tiempo, quiso vengarse del español. Entonces enardeció a los indios yariguíes, y quedaron de acuerdo en matar a Alonso Romero y a quienes estuvieran con él: “Y así lo hicieron,  pues, a principios del año 1579, yendo a la casa de Juan Vizcaíno, que estaba ausente, encontraron en ella al amanecer a Alonso Romero, y le atacaron con tanta furia, que le quitaron la vida rápidamente. Luego lo llevaron arrastrando por el patio de la casa con mil ignominias, y mataron también a otro español, a tres indios y a seis indias, e intentaron buscar a Montecinos, aunque en vano, porque se había marchado. Nunca imaginó Doña Francisca que se produjeran tan graves daños, y, como mujer mal instruida en la ley cristiana, sabiendo que el indio Montecinos la había abandonado, decidió con rabia declararle a su padre que fue Montecinos y no Romero el responsable de aquellas desgracias. Entonces la reacción de Suamacá fue ir con una tropa de unos 300 indios persiguiendo el rastro del indio Montecinos, que tuvo la habilidad de escabullirse, y el cacique decidió regresar a su casa, donde le esperaba otra tragedia”. En imagen, tribus de indios colombianos, entre ellas, subrayada, la de los yariguíes. Las más civilizadas eran las de chibchas y muiscas, y allí se fundó Santa Fe de Bogotá.




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