martes, 31 de enero de 2023

(1942) Los principales caciques rebelados en la zona del río Magdalena hicieron ataques espeluznantes, matando cruelmente a españoles, a sus indios amigos y a sus esclavos negros, que iban remando.

 

     (1542) Los grandes caciques se sentían poderosos y sus indios vivían enardecidos por las victorias. Se convirtieron en los máximos líderes Itupeque y Pipatón, quienes tomaron el mando general para continuar con la mayor crueldad los ataques contra los españoles: “Decidieron dar prioridad a hacer la guerra por el río Magdalena, acaudillando a los indios el Cacique Maldonado, porque era un experto en los puntos más vulnerables”.  Junto a Itupeque y Pipatón, iba a actuar Escárrega, aquel muchacho que mató bravamente a varios españoles. Se situaron, por consejo del cacique Maldonado, en un sitio cómodo, entre el Río de  Oro y el Río Sogamoso, y estaban al acecho porque subía un conjunto de canoas (ya no se permitía, por seguridad, que fueran de una en una): “En ellas iba al mando desde Cartagena (ver mapa, la distancia era muy larga) el Alguacil Mayor Pedro Jiménez de Bohórquez con muchas mercancías, y otros mercaderes con las suyas, siendo en total unos 25 españoles, más 140 negros e indios de servicio. Llegaron a una playa (que ha quedado con el nombre de Bohórquez) en la que estaban ocultos los indios, los cuales, durante la noche, les acometieron con tanto ánimo, que rápidamente mataron al Alguacil Mayor y  a todos los demás españoles y negros, escapando solamente algunos que fueron río abajo hasta legar a Mompox. Después, como  algunos murieron ahogados, solo se pudo hallar los cuerpos que quedaron en la playa, pero sin cabezas, pues, como hemos dicho, estos indios se las llevan para beber en ellas durante la celebración de sus fiestas mayores. Cuando marcharon los indios, quedaron todos los españoles tan atemorizados, que nadie se atrevía a navegar por el río Magdalena. Esto ocurrió el año 1596, y, después, no habiendo olvidado los indios la venganza que habían prometido por la muerte de Martinillo, se dieron una satisfacción Pipatón y Escárrega más otros ocho compañeros. Al saber que Juan Corso, a quien Martinillo odiaba, solía estar en Zaque, desde donde iba a una labranza de maíz, se emboscaron en el camino, y le clavaron tantas flechas, que,  aunque llegó a la ciudad de Vélez,  murió al cabo de tres días. También murieron otros muchos por las provincias circunvecinas a manos de estos y de los demás indios. Y fue aumentando el atrevimiento de todos los indios que moraban en las tierras del río Magdalena debido a los pillajes que les hacían ricos. El año 1597 acometieron en el río a Don Álvaro de Leiva y a Don Diego Ponce. Y también mataron río arriba a Diego Lomelín, a un hijo suyo, a  otros siete españoles, a algunos indios amigos  y a los negros que remaban”.




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