(1539) La rebelión de los indios era
general y tenían angustiadas a todas las poblaciones españolas por encontrarse
indefensas. Cada tribu atacaba a las que tenía más cerca, y el cronista nos
menciona nombres de muchas de ellas: los indios paeces, los pijaos, los
gualíes, los colimas, los babures, los quiriquíes, los motilones, los giraras,
los saparas, los guajiros y los bondas. En concreto, el cerco al que estaba
sometida Vélez era especialmente intenso, porque sufrían el asedio de los
agataes, los saboyaes, los suratenas, los sarayas, los guamacaes y los
yariguíes. El acoso sobre Vélez duraba ya, como vimos, cuatro años. Pero los
vecinos de esta ciudad reaccionaron con la intención de poner fin a tamaña
pesadilla: “Viéndose ya con el agua a la garganta, y la poca ayuda que tenían
de los que gobernaban el Nuevo Reino de Granada, decidieron nombrar a Martín
Gómez para que intentase acabar con estos atrevimientos y daños. El cual, tras
juntar una buena compañía de soldados en Vélez y en Tunja, partió a principios
del año 1595. A su paso, los indios se escondían. Pasados seis meses, solamente
habían conseguido aliviar la comarca de Vélez de las ordinarias muertes y robos
que hacían los indios, y por eso el
Capitán Martín Gómez decidió ir a otro sitio en el que había mejores
perspectivas. Enterado de que tres indios del gran cacique Itupeque estaban
cerca, mandó a varios soldados que fueran a apresarlos. A uno lo mataron de un
arcabuzazo, otro huyó herido y al tercero lo atraparon. Por medio de este
supieron de un lugar en el que tenía Itupeque a sus mujeres e hijos, y, al
saberlo el Capitán Gómez, partió muy contento con sus hombres para apresar a
toda su familia. Se trataba de diez mozas y sus hijos, con los que estaban
algunos indios muy viejos, que no valían ya para guerrear, y capturaron a
todos, salvo a tres de los ancianos, que tuvieron energía suficiente para
escapar por unos despeñaderos, y le pusieron a Itupeque al corriente de lo sucedido.
El cual quedó fuera de sí, al ver que
los españoles habían sido capaces de impedir que su gente estuviese segura. Además,
nuestros soldados hallaron en aquel sitio tanta abundancia de vituallas de toda
suerte, en especial de frutas y maíz, por ser fertilísima la tierra para ello,
y de muchas clases de pescado y raíces, con lindas aguas que rodeaban el lugar,
siendo también muy apropiado para la defensa contra los indios, que todos
estuvieron de acuerdo en que era
conveniente desplazar el campamento de donde lo tenían e instalarlo allí”. Pero
esta campaña de españoles no acabará bien, porque los resultados eran siempre
inciertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario