(1521) No quedó contento Francisco de
Cáceres con la zona en la que había establecido la población de La Asunción de
Nuestra Señora, y, animado por sus capitanes y soldados, decidió fundar una
más, a la que le puso el nombre de Espíritu Santo, repitiendo el de otra, que,
como sabemos, también había desaparecido. Quizá esto le acarreara problemas
debido a que el territorio que escogió estaba fuera de su jurisdicción. Luego
se dedicó, con éxito, a pacificar diversas tribus de los entornos. Parece ser
que la fundación resultó estable, puesto que se llevó
a cabo el año 1576 y el cronista, hacia 1610, deja claro que disfrutaba de
cierta prosperidad. (Recordemos también que los territorios por los que vemos
avanzar a Francisco de Cáceres pertenecen actualmente a Venezuela). Ya hemos
visto que en Las Indias era frecuente que, quienes tenían el mando superior,
encargasen a capitanes suyos que crearan nuevas poblaciones: “El Gobernador
Cáceres le dijo a Juan Andrés Varela, vecino, conquistador y encomendero de la
ciudad de Mérida, que, en nombre del Rey, poblase otra ciudad. Varela lo hizo realidad a finales del año mil
quinientos setenta y siete, con el nombre de Altamira de Cáceres, si bien, más
tarde, pasó a llamarse Barinas (ver imagen)”.
El cronista Fray Simón cuenta algo que sigue siendo cierto hoy día: “Esta zona
(ahora venezolana), donde también está la ciudad de Mérida, es de las
más célebres del mundo por su fino tabaco, especialmente en Inglaterra,
Francia, Flandes, Alemania, Hungría y muchas partes de Asia. Quedaron allí unos
doscientos cincuenta indios al servicio de ocho encomenderos, que, junto con con
otros tantos vecinos, son en total dieciséis en el pueblo. Viven del negocio del
tabaco obtenido con esclavos negros, produciendo cada años más de tres mil
arrobas. Tienen en los campos más de cuatrocientas mil cabezas de ganado mayor.
Se ven muchos novillos capados, y dicen los indios que se debe a que unos peces
grandes les arrancan esas partes cuando entran en los ríos a beber y
refrescarse”. El Gobernador Francisco de Cáceres siguió con sus conquistas en
el territorio próximo a La Grita, y, aunque no tuvo mucho éxito sometiendo a
más indios, logró algo poco habitual: derrotar a un importante grupo de ‘cimarrones’,
nombre dado a los esclavos negros que huían de sus amos y vivían en rebeldía,
algo más frecuente de lo que se cree. Y así, pocos años después de fallecer, en
1521, mi biografiado SANCHO ORTIZ DE MATIENZO, su sobrino Pedro Ortiz de
Matienzo logró una difícil victoria en la isla de Santo Domingo contra
cimarrones unidos al carismático cacique Enriquillo y muy belicosos.
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