jueves, 30 de septiembre de 2021

(1535) Los indios se atrevían a rebelarse en parte porque sabían que los españoles solían perdonar a los arrepentidos. En aquel tiempo, los vascos se sentían muy a gusto siendo españoles.

 

     (1125) A pesar de las dudosas intenciones de Valdivia, su capitán no puso objeciones: "Yendo Villagra por su camino, pues no osaba disgustar en cosa alguna a Valdivia, pasó la Cordillera por buen sitio. Llegó a un río grande que hacía unos despeñaderos tan grandes, que, continuando muchas jornadas, y no hallando por dónde pasarlo, topó con un fuerte donde estaban recogidos veinte indios puelches. Después de haberlos llamado en son de paz, visto que no querían hacerle caso, mandó ir a castigarlos. Fueron hacia ellos doce soldados disparando arcabuces, y los indios se defendieron de tal suerte, que peleando ellos y otros que fueron en su ayuda, mataron a cuatro soldados, aunque después los vencieron, y castigaron a algunos. Luego los españoles llegaron a un valle bien poblado de indios, a veinte leguas de Valdivia, llamado Maguey, y desde allí se volvió a Concepción, no habiendo tenido más provecho su viaje". Total que tampoco pudieron encontrar por tierra una salida al Atlántico.

     La mayor preocupación de Valdivia era que los indios se rebelasen, y, por ello, le pareció necesario establecer un nuevo poblado entre Concepción y La Imperial: "Con esa intención, mandó a algunos españoles que se trasladasen, y comenzaran a hacer allí sus casas. También envió a algunos hombres prácticos en sacar oro y en descubrirlo donde lo hay. Estos entraron tierra adentro y hallaron algunos ríos que lo tenían, de donde sacaron en breves días mucha cantidad, habiendo granos tan grandes como nueces. También en aquel tiempo, junto a la ciudad de Concepción, se hallaron otras minas muy ricas, trabajando en unas y otras hasta ochocientos indios. Para seguridad de los españoles que en las minas andaban, Valdivia mandó hacer un fuerte. Estando en esta prosperidad grande, Valdivia, según me contaron los que estaban presentes, dijo: 'Desde ahora comienzo a ser señor'. Sin dar gracias al Creador de todo aquello, que ciertamente es increíble que un hombre de tan buen entendimiento dejase de dar gracias a Dios, pues, de ser un escudero, había prosperado tanto, que era señor". Marmolejo no se calla lo que siente, ni para bien ni para mal, aunque, en este caso, parece olvidar el meritorio historial de Valdivia casi desde su adolescencia.

     Tampoco es de extrañar que los nativos estuviesen hartos de los españoles: "En este tiempo, los indios, viendo cómo los hacían trabajar en hacer casas y sacar oro, cosas a las que no estaban acostumbrados, trataron secretamente de alzarse, y decidieron hacerlo, pues sabían que, si les saliese mal, bastaría volver a servir a Valdivia para que los perdonase". Tenían esa confianza los indios porque sabían que Valdivia ya había actuado así en otra ocasión. Y Marmolejo nos va a contar a qué se referían: "Estando Valdivia en la Concepción, envió al capitán genovés Bautista de Pastene con dos navíos para cargarlo de maíz. Llegado al puerto del Carnero, envió veinte soldados a tierra para coger maíz en las casas. Los indios se juntaron en gran número y pelearon con los españoles. Como venían más y más indios, apretaban a los cristianos de tal manera, que le convino al capitán Bautista, con ánimo de genovés, pues aquella nación es muy belicosa en cosas navales, acudir en su ayuda y retirarlos. Con harto trabajo, logró que embarcaran, pero quedando muertos seis soldados. Y  esto es lo que les tranquilizaba a los indios, pues decían que después Valdivia los había perdonado".

 

     (Imagen) Los indios, confiando en que los españoles solían perdonar a los arrepentidos, se atrevieron a rebelarse contra los trabajos excesivos que les imponían para sacar oro: "De hacerlo, se ocuparon los indios de la provincia de Tucapel, que es la gente más belicosa de aquellas tierras. Decidieron matar a la guarnición de cristianos que en el fuerte había, y para hacerlo, determinaron ir cargados de yerba como solían hacer, pero llevando sus armas entre ella metidas, porque así, una vez dentro del fuerte, las cogerían y los matarían repentinamente. En el fuerte estaban seis soldados con armas y caballos, pero con cuidado, porque, sabiendo que los indios iban a rebelarse, el que estaba por capitán, que era un soldado antiguo, vizcaíno de nación, llamado Martín de Ariza, mandó prender a los señores principales de aquella comarca. Los indios, viendo a sus caciques presos, se dieron más prisa, y llegaron al fuerte con la yerba. Los cristianos los dejaron entrar, y los indios tomaron las armas que escondían y arremetieron contra ellos, los cuales, con sus espadas y adargas, los echaron fuera a cuchilladas, quedando algunos muertos,  y ellos también heridos. Como los indios vieron descubierta su rebelión, se juntaron con otros muchos, y esperaron a los cristianos fuera del fuerte. El capitán Martín de Ariza salió a ellos con otros tres soldados a caballo y los desbarató muchas veces, pero quedando los españoles tan mal heridos, que dio orden de irse antes de que los indios viniesen y les pusiesen un cerco, pues, aunque Valdivia le había escrito a Martín Ariza que llegaría un día determinado, no quiso arriesgarse a poner su vida en peligro sin saber con certeza si iba a llegar en la fecha indicada. Y así, no pudiendo soportar esa incertidumbre en su ánimo, aquella noche desamparó el fuerte, y con una barreta de hierro mató a los caciques que tenía en prisión. Desde allí se fue al fuerte de Purén, situado a ocho leguas de distancia, y, a los que se ocupaban de su defensa, les dio aviso de lo que le había acaecido en Tucapel, para que estuviesen prevenidos de lo que podía ocurrir". Aclaremos algo que algunos querrán malinterpretar. Ha dicho el cronista que Ariza era 'vizcaíno de nación'. A ninguna de las dos palabras se le puede aplicar el sentido que se da ahora. Vizcaíno equivalía a 'vasco', por lo que Ariza bien pudo ser guipuzcoano o alavés. 'Nación' se aplicaba a otros pueblos 'españoles' diferentes a los castellanos, sobre todo si tenían, además del español, un idioma propio. La imagen muestra el acatamiento gustoso de los vascos a Fernando el Católico en 1476, después  de que él jurara el respeto a sus fueros.




miércoles, 29 de septiembre de 2021

(1534) Martín de Avendaño le rechazó a Valdivia la encomienda de indios que le había dado. Valdivia envió a Ulloa (por mar) y a Villagra (por tierra) para encontrar una vía cómoda hacia el Atlántico, pero retornaron sin éxito. Rodrigo de Quiroga fue un hombre lleno de buenas cualidades.

 

     (1124) En el regalo que quiso hacer Valdivia había dos errores: "Habiendo ido don Martín de Avendaño con sus criados a tomar la posesión de la encomienda de indios (se entiende que en representación de su cuñado, el mariscal Alonso de Alvarado, a quien Valdivia quería agradecer sus favores), tras  verla, quiso que Valdivia le diera más número de indios y en mejor sitio, porque algo de ella estaba en el monte, y, además, los soldados que la poseían se quejaban diciendo que no habían ellos ganado indios y tomado tantos trabajos para que después se los diese Valdivia a don Martín, quitándoselos a ellos.  E insistían en que, si estaba en deuda de agradecimiento con el mariscal Alonso de Alvarado, se lo pagase con su hacienda, y no de lo que ellos poseían y habían ganado. Don Martín, como era caballero y oía estas cosas que decían, incluso delante de él, le pesaba que se les quitasen aquellos indios a los que los tenían, para dárselos a él, viendo que los habían merecido y trabajado. Para hablar de esto, volvió a verse con Valdivia, pero no se pusieron de acuerdo. Por lo cual, Don Martín le pidió licencia para irse al Perú,  y se la dio gustoso, porque en aquel tiempo Valdivia, como se sentía tan señor, toda cosa despreciaba. Por respeto a don Martín, se fueron con él más de treinta soldados, que después le hicieron a Valdivia harta falta".

     Valdivia no dejaba de estar activo, física y mentalmente. Se daba cuenta de que la población india era muy numerosa: "Vio la necesidad de construir fuertes, para que los nativos no pudiesen rebelarse fácilmente, imitando a los romanos cuando se hicieron señores de España, pues prepararon tantos, que luego aquella tierra se llamó Castilla. Como era hombre que tenía pensamientos altos, y pareciéndole que la fortuna le era en gran manera favorable, mandó también que se aderezasen dos navíos, y rogó a Francisco de Ulloa, caballero natural de Cáceres, que había sido su capitán, que explorase con ellos el estrecho de Magallanes, para facilitar por allí el camino hacia España, y no por el Perú, para que, además de no evitar el mando de la Audiencia que en el Perú residía, pues tanto escuece a los hombres poderosos estar sujetos a otros, las mercaderías  resultarían mucho más baratas. Lo envió a la ciudad de Valdivia, que está a doscientas cincuenta leguas del Estrecho de Magallanes. Tras proveerse Ulloa de gente y de todo lo necesario, llegó a un estrecho de mar que parecía pasar a la otra banda de la Cordillera Nevada (los Andes). Se introdujo por él para asegurarse de si era el Estrecho de Magallanes o no. Pareciéndole que había avanzado  mucho sin ver la mar del Norte (el Atlántico), se volvió con solo traer datos de lo visto por la costa, para poder en otro tiempo preparar mejor lo que después se quisiese hacer".

     No hay duda de que en la campaña de Chile eran frecuentes las sospechas: "Valdivia, asimismo, había mandado en este tiempo a Villagra que, con ochenta soldados de a caballo, atravesase la Cordillera Nevada por tierra, con el fin de descubrir un paso que llevase a la Mar del Norte, para que, si Francisco de Ulloa no acertase por donde había ido navegando, lo intentase él por otro lado, y le dijo que fuese por la ciudad de Villarrica (fundada por Jerónimo de Alderete), que era la mejor entrada que la cordillera tenía. Se decía también que Valdivia más lo hacía para alejarlo de sí que por el descubrimiento, ya que, como Villagra había traído a Chile doscientos hombres, con gente importante, y, además, le eran amigos otros muchos, quería apartalo y tenerlo lejos de sí".

 

          (Imagen) RODRIGO DE QUIROGA Y ULLOA, el marido de Inés Suárez, nació en San Juan de Boime (La Coruña) en 1512. De familia noble, estuvo sirviendo a la condesa de Lemos como paje. Fue a la conquista de Perú en 1535 (como otros muchos que ayudaron a Francisco Pizarro contra la rebelión general de Manco Inca), aumentando después su experiencia con el malogrado Diego de Rojas en la zona donde surgió más tarde la estratégica ciudad de Santiago del Estero. En 1540 llegó a Chile (y nació su hija legitimada, Isabel de Quiroga, cuya madre era una india peruana), estando poco después en la fundación de la ciudad de Santiago, donde pronto empezó a ejercer diversos cargos políticos. Participó en  duras batallas contra los indios, y apresó al cacique Michimalonco. En 1544 fue por mar con el navegante genovés Juan bautista Pastene, para examinar, en dirección hacia el Estrecho de Magallanes, la costa de Chile (preludio del viaje que en 1553 hizo, como acabamos de ver, Francisco de Ulloa). En 1549 se casó con INÉS SUÁREZ (con la que no tuvo hijos). En 1565, ejerció como gobernador interino sustituyendo a Pedro de Villagra. Durante sus dos años de mandato fundó las poblaciones de Cañete, Castro y Quinchao. En 1573 fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago. El año 1575 recuperó el gobierno, y lo ejerció hasta que falleció en Santiago de Chile el 25 de febrero de 1580. Los últimos días de su vida, aumentó sus prácticas religiosas, y legó gran parte de sus bienes a varios conventos. El cronista Marmolejo lo ensalzó con esta frase: "Era nobilísimo de condición, muy generoso, amigo en extremo grado de pobres, y así, Dios le ayudaba en lo que hacía. Su casa era hospital y mesón de todos los que lo necesitaban”. En la imagen vemos que, el año 1581, se dispuso en la Corte nombrar (sin saberse que ya había muerto Quiroga, pero sí que estaba muy enfermo) un nuevo gobernador, Alonso de Sotomayor, a quien se le encargaba que tomara a RODRIGO DE QUIROGA el preceptivo Juicio de Residencia cuando alguien cesaba en su cargo público. Alonso de Sotomayor, militar de enorme prestigio, derrotó definitivamente, en 1596, a alguien que fue una de las pesadillas que atormentaron a Rodrigo: el pirata Francis Drake, quien murió entonces de disentería. Aunque INÉS SUÁREZ falleció también el año 1580, es probable que estuviera presente en la muerte de su marido, ya que ocurrió a principios de ese mismo año. Sin pretenderlo (pues lo hizo por su propio interés), PEDRO DE VALDIVIA logró que la unión de dos personas a las que apreciaba mucho llegara a ser un matrimonio perfecto.  



 

martes, 28 de septiembre de 2021

(1533) Pedro de Valdivia, como todos los grandes conquistadores, era hiperactivo. También hacía regalos a quienes le habían ayudado, pero, a veces, con los bienes de los demás. Hubo dos extraordinarias mujeres en su vida, su esposa y su amante.

 

     (1123) Da la impresión de que, aunque Valdivia había partido para ver los descubrimientos que pudo hacer Alderete, cambió de planes sobre la marcha: "Habiendo recorrido cuarenta leguas desde la ciudad de Valdivia, acabada de poblar, halló un gran lago que nacía en la Cordillera Nevada y entraba en la mar del Sur (el Pacífico), al que le puso el nombre de Lago Valdivia. En cuanto lo hizo, se volvió desde allí, porque el único deseo que tenía era acercarse al estrecho de Magallanes. Llegado de vuelta a la ciudad de Valdivia, hizo repartimientos de indios a todos en general. Luego se fue a la ciudad Imperial, que era camino hacia Concepción, lugar que había escogido para su vivienda (se refiere a Concepción), por estar en mitad del reino. Estando en la Imperial, halló algunos soldados antiguos que estaban quejosos de él, porque en los repartimientos de aquella ciudad no les había dado lo que pretendían. Después de haberlos contentado con palabras a unos, y a otros con obras, que de todo tenía Valdivia cuando él quería, se fue a Concepción. Allí estuvo durante el invierno, y el verano siguiente se fue a la ciudad de Santiago, dejando dada orden de que le hiciesen sus casas con mucho cuidado, grandes y suntuosas, de manera que cuando volviese las hallase acabadas".

     Nos va dejando el cronista una muestra de la hiperactividad de Valdivia: "Llegado a Santiago, vendió los indios que tenía como encomienda suya en aquella ciudad desde que la pobló. Le pareció que, como se trataba de conquistadores, aquello no era venta, sino ayuda que les hacía para sustentar el reino (da la sensación de que estaba prohibida la venta de encomiendas, y de que el cronista lo ve mal). Juntando la mayor suma de pesos de oro que pudo, le envió con ellos a Alderete a España con más de treinta mil pesos, para orden que le negociase con el rey don Felipe (entonces era el regente de España) que su gobernación de Chile fuese vitalicia, y que, al final de su vida, pudiese nombrar persona que le sucediese en el gobierno". Se trataba del viaje que, como acabamos de ver, hizo en 1553 con Diego Ortiz Nieto de Gaete

     Surgió entonces un conflicto de tipo diplomático, en el que el cronista critica la actitud de Valdivia: "Llegaron a la ciudad de Santiago don Martín de Avendaño y los capitanes Gaspar de Villarroel y Altamirano, cada uno con una compañía de soldados. Y fue porque el virrey don Antonio de Mendoza (lo había ya sido, con mucha valía, de México), que gobernaba el Perú, sabiendo de la necesidad de gente que Valdivia tenía, dio consentimiento para que de aquel reino la tal gente se sacase, llevando el mando supremo durante el viaje don Martín de Avendaño. Valdivia los salió a recibir, y les habló con palabras muy amigables". Por un aviso que recibió Valdivia, tuvo que salir hacia Concepción para arreglar algunos asuntos. Fueron todos hacia allá, y Valdivia quiso tener un gesto de agradecimiento hacia el mariscal Alonso de Alvarado, quien tanto había influido para que Pedro de la Gasca le concediera a Valdivia la gobernación de Chile. Y le pareció que estaría muy bien darle una encomienda de indios al cuñado de Alvarado, que era, precisamente, don Martín de Avendaño, pero en plan tacaño, pues el  regalo se lo hizo quitándoles los indios a unos vecinos. Aquello, como vamos a ver, no podía acabar bien.

 

     (Imagen) Es el momento de decir algo sobre INÉS SUÁREZ, la excepcional amante de Pedro de Valdivia. Había nacido en Plasencia (Cáceres) hacia el año 1507. Cansada de esperar la vuelta de su marido, Juan de Málaga, que había ido a las Indias diez años antes (estando casi recién casados), ella partió en su busca en 1537. La imagen muestra el registro de embarque, en el que consta que iba con "una sobrinita suya". Desembarcadas en Panamá, y tras otro largo viaje, llegaron a Perú, donde Inés se enteró de que  su marido había fallecido en la batalla de las Salinas (1538), donde vencieron los pizarristas a los almagristas. Pero allí Valdivia conoció a Inés, y se la llevó consigo a Chile en calidad de supuesta sirvienta. El viaje fue un horror a través del durísimo desierto de Atacama. A lo que había que añadir el temor al fracaso. Valdivia le escribió después a Carlos V:  "No había hombre que quisiera venir a Chile, y aun muchos no me tuvieron por cuerdo cuando gasté la hacienda que tenía en una empresa tan alejada del Perú, y en la que Diego de Almagro había fracasado". Lo que sí hubo fue una gran mujer, Inés Suárez. Recordemos que Pedro Sancho de la Hoz había conseguido de Pizarro que le diese para Chile la misma categoría que tenía Valdivia (algo que, más tarde, La Gasca lo desautorizó). Cuando Valdivia se ausentaba, Inés Suárez tenía vigilados a Pedro Sancho y a sus cómplices. En un terrible asedio de los indios a la ciudad de Santiago, con Valdivia ausente, Inés aconsejó a la tropa (de la que era muy querida porque trataba a los soldados maternalmente) que cortaran la cabeza a siete caciques que tenían presos, y se las lanzaran a los indios que mantenían el cerco. Se dice que, ante los titubeos de los mandos, lo hizo ella personalmente. Santo remedio: los indios se retiraron desmoralizados por falta de líderes. La Gasca, para otorgarle a Valdivia el cargo de gobernador de Chile, le exigió que trajera de España a su mujer, Marina Ortiz de Gaete, que él se apartara de Inés y que la casara en corto plazo. Cumplió las tres condiciones, y, la tercera, logrando que un amigo suyo, Rodrigo de Quiroga, aceptara ser marido suyo, a lo que, puede darse por seguro, la extraordinaria Inés Suárez no pondría ningún obstáculo. Con sensato realismo, ella perdió a Valdivia, y Valdivia se aseguró la gobernación, que era lo que más amaba en este mundo. Pero INÉS SUÁREZ, con RODRIGO DE QUIROGA (de  quien hablaremos en la siguiente imagen), tuvo un marido excepcional. Y, curiosamente, los dos murieron en Santiago de Chile el año 1580.




lunes, 27 de septiembre de 2021

(1532) Pedro de Valdivia fundó la ciudad a la que le puso su mismo nombre, Valdivia. Después deshizo el falso rumor de que Villagra quería atentar contra él. La que luego se convirtió en su viuda, Marina Ortiz de Gaete, fue una desafortunada y valerosa mujer.

 

     (1122) Tras dos días de recorrido, Jerónimo de Alderete volvió de su exploración con la noticia de que las tierras eran buenas y estaban muy pobladas. Valdivia se alegró mucho, y se puso en marcha con la intención de establecer una población, que era su gran deseo. Encontraron un río grande, y muy ensanchado en su desembocadura, por temporales de agua y porque allí se unían otros ríos: "Se detuvo en su ribera el día de la Pascua de Navidad, y desde allí envió a Alderete con treinta soldados para que viesen la disposición de la tierra río abajo. Llegó a un valle grande cercado entre dos ríos, por lo que no pudo pasar adelante. Desde allí se volvió, y Valdivia, al recibir la información, partió enseguida con su tropa. Llegado a aquel valle, que se llamaba Guadalauquén, mandó hacer balsas para pasar a la otra orilla. En la otra ribera halló un asiento muy a propósito para poblar una ciudad, y, desde allí mandó a algunos hombres que fuesen en canoas el río abajo hasta la boca de la mar, y viesen si era buena para puerto de navíos. Como cuatro días  después volvieron diciendo que tenía un puerto muy bueno. Por lo cual, Valdivia pobló en aquel mismo lugar donde estaba, y le puso por nombre ciudad de Valdivia. Está situada a treinta y nueve grados y medio (latitud  Sur), y la llamó así para que quedase  memoria de él, imitando  a los antiguos, que tenían aquella costumbre cuando alguna ciudad poblaban (la ciudad se fundó en 1552, a Pedro de Valdivia lo mataron salvajemente un año después, y la ciudad sigue llamándose igual, contando con 170.000 habitantes). Luego mandó alzar un árbol de justicia (la llamada 'picota'), nombró por alcaldes (solían ser dos) que la administrasen a Francisco de Godoy, natural de Córdoba, y a Nieto de Gaete, natural de Zalamea (Badajoz). Dio solares en los que hiciesen casas los que allí habían de ser vecinos, y envió a Alderete con cincuenta soldados a explorar más tierras,  pero no le acompañó porque tuvo noticia de  que Villagra estaba en el valle de Marequina, a ocho leguas de la ciudad de Valdivia que acababa de poblar".

     Valdivia quedó a la espera del capitán que se acercaba: "Villagra llegó enseguida con ciento treinta soldados, muchos de ellos hidalgos y muy nobles. El capitán Alderete llegó al mismo tiempo con buenas noticias sobre las tierras que había visto. Valdivia mandó que se prepararan ciento cincuenta soldados para irlas a ver, y, porque envió a Alderete a poblar una ciudad en el valle de los Puelches, que es donde, según decían, había minas de plata, llevó consigo a Villagra. En este tiempo, algunos soldados quisieron revolver a Valdivia contra Villagra, diciendo que tenía determinado matarlo. Los que así hablaban estaban disgustados con Villagra desde que anduvieron con él, y querían sacar, como se suele decir, la culebra con mano ajena. Pero de Valdivia, despreciándolo todo con mucho valor y sagacidad, lo habló con el mismo Villagra, quedando conformes y amigos. Además le dio una encomienda de más de treinta mil indios,  a diez leguas de la ciudad Imperial. Y, dejando en Valdivia como teniente suyo al licenciado Altamirano, hombre principal, natural de Huete (Cuenca), se fue a ver lo que Alderete había descubierto".

 

     (Imagen) Para aclarar algunos asuntos confusos, dedicaré esta imagen a tres personas, dos de ellas, recién mencionadas. Valdivia, al fundar en Chile la ciudad que lleva su mismo nombre, escogió dos alcaldes. Uno de ellos fue FRANCISCO DE GODOY, natural de Córdoba, del que no he conseguido ninguna otra información, pero sirva la referencia para que no sea confundido con un homónimo suyo muy valioso y sensato, nacido en Cáceres, del que ya hablamos hace mucho tiempo. El otro alcalde era DIEGO ORTIZ NIETO DE GAETE. Fue conquistador de larga vida, para variar (murió con 82 años). Nació el año 1510 en Zalamea de la Serena (Badajoz), lo que explica  que se convirtiera en cuñado de Pedro de Valdivia, nacido en la cercana Villanueva de la Serena (a 38 km). Parece ser que Diego ya andaba por Nicaragua el año 1535. Luego pasó a Perú, e hizo un viaje a España, donde se casó el año 1541. Vuelto a las Indias, luchó junto a Pedro de Valdivia contra Gonzalo Pizarro, y, tras su derrota y muerte, se fueron juntos los dos a Chile. Diego llegó a ser allí regidor, alcalde, teniente de gobernador, corregidor de Osorno y Alcalde de Valdivia. El año 1553 viajó a España en compañía de Jerónimo de Alderete, con varios encargos de Valdivia. Diego Ortiz volvió a las Indias en 1555, en compañía de su familia, y cumpliendo una misión muy importante. La de regresar trayendo a su hermana, la mujer de Valdivia, que era MARINA ORTIZ DE GAETE. A Pedro de Valdivia, para hacerle gobernador, Pedro de la Gasca lo obligó a regularizar su situación, abandonando a su amante, la gran INÉS SUÁREZ, y teniendo en el hogar a su verdadera esposa. Cuando llegaron a Panamá, la entusiasmada Marina Ortiz recibió un golpe kafkiano de la diosa fortuna: Pedro de Valdivia, aquel marido con el que apenas convivió  un mes, había muerto, y de forma espantosa. Se quedó viuda de repente, pero como si lo fuera desde el día  en que se casaron, hacía veintisiete años. Nadie sabe a qué se debió ese cruel distanciamiento de Valdivia, pero Marina Ortiz de Gaete demostró entonces que era una mujer de gran fortaleza moral. Llegó a Chile, hizo frente a las deudas militares que había dejado su marido, y le envió incansables peticiones de ayuda a Carlos V, logrando una pensión vitalicia en 1589, que le duró poco, pues murió en 1592 (como su hermano Diego), teniendo entonces 83 años. Fue enterrada en la iglesia de San Francisco (Santiago de Chile), donde solía rezar (y no es de extrañar) a la Virgen de la Soledad.




domingo, 26 de septiembre de 2021

(1531) Valdivia partió para seguir fundando poblaciones. Al llegar a La Imperial, ANDRÉS DE ESCOBAR le preparó un gran recibimiento. Luego llegó de Perú Villagra con más soldados. Los indios fracasaron en un intento de ataque.

 

     (1121) No había  ningún conquistador que se estuviera quieto, y menos, el flamante gobernador: "En este tiempo, llegada la primavera, Valdivia juntó toda la gente que pudo para ir a poblar una ciudad o más, conforme a como fueran las cosas, pero antes de que Villagra entrase en Chile. Tenía noticia de que venía con doscientos soldados, y dijo que quería dar encomiendas de indios a los que le habían ayudado a ganar y descubrir el reino, pero no verse obligado a dar de comer a los que con Villagra viniesen. Con esta precaución, salió hacia Arauco, y llegó a la ciudad llamada La Imperial (recién fundada por Valdivia, como hemos visto, y que, más tarde, sería abandonada), donde le fue hecho un recibimiento ordenado por un hidalgo amigo suyo, llamado Andrés de Escobar, hombre de mucho valor y discreción. Se le hizo a manera de triunfo muy solemne, que dio gran contento a todos, y más a Valdivia, al que, en sus pensamientos. todo le parecía poco para lo que merecía (otra pincelada crítica de Marmolejo, que lo conocía bien). Después de ser así festejado, deteniéndose pocos días en aquella ciudad, partió con su gente y caminó hacia la Sierra Nevada. Al pasar por un valle, fue informado de que cerca de allí había unas minas ricas en plata, y los indios se ofrecieron a mostrárselas, por lo que Valdivia envió con ellos al capitán Jerónimo de Alderete y diez soldados. Llegados donde decían que estaban, o los indios se arrepintieron de haberlo prometido, o fue mentira, y después se supo que lo hicieron para sacar a Valdivia de sus tierras. Alderete se volvió sin más, y, cuando llegó, Valdivia se puso en marcha hasta llegar a un valle bien poblado llamado Marequina. En este valle se enteró de que Villagra llegaría pronto con ocho soldados, el cual, al llegar a Concepción, supo que él ya había marchado para descubrir tierras. Cuando lo alcanzó, Valdivia lo recibió a él y a los que con él venían amorosamente. Luego le mandó a Villagra que fuera a Concepción para traer a la gente que allí había dejado, porque iba a poblar una nueva ciudad, y en ella daría de comer a todos los que lo hubiesen merecido, y le dijo que, a él, pretendía hacerlo mayor señor que el marqués de Astorga, su amo (Valdivia sabía que Villagra había servido a este marqués)".

     También le puso en danza a Alderete: "Ido Villagra, envió luego al capitán Alderete con cuarenta soldados, todos a caballo, para que que le fuese  descubriendo la costa de la mar del Sur (el Pacífico). En aquel tiempo, los indios, que estaban esperando una buena ocasión  para atacar a los españoles, la hallaron entonces. Como vieron que se habían quedado con la mitad de la gente, llegaron al campamento, pero fueron tan cobardes, que, siendo descubiertos y tocada la alarma, bastó que los atacaran seis soldados de a caballo con buena determinación, para que el gran miedo que tenían les hiciera volver las espaldas sin pelear, y tan temerosos, que soltando las armas se echaron a un río desde una barranca alta. Allí se ahogaron muchos, porque, como caían unos sobre otros y era caudaloso, quedaban casi sin sentido".

 

     (Imagen) Asombra el recorrido biográfico de muchos conquistadores de 'segundo plano'. Tomemos como ejemplo a ANDRÉS DE ESCOBAR MINAYA, del que nos ha dicho el cronista Marmolejo que "era hombre de mucho valor y discreción". Nació, de familia noble, en Ciudad Rodrigo (Salamanca) en 1519. Siendo muy joven, en 1535, había luchado contra los turcos en la batalla de la recuperación de Túnez, y se sabe que en 1537, ya en las Indias, estuvo, bajo el mando del duro y gran conquistador Sebastián de Belalcázar, en la fundación de Popayán (actualmente, territorio colombiano). El año 1542, aparece batallando a las órdenes de Cristóbal Vaca de Castro, representante del emperador Carlos V, contra Diego de Almagro el Mozo, derrotado y muerto en Chupas. También luchó, contra otros rebeldes, al servicio del trágico virrey Blasco Núñez Vela, quien, al enfrentarse  a Gonzalo Pizarro  en la batalla de Iñaquito, murió derrotado en 1546. Quizá debido a ese desastre, Andrés de Escobar se fue un año después a Chile, donde también había serias dificultades, pero con los indios, sin problemas de abierta guerra civil entre españoles. No obstante, en 1547, Andrés de Escobar fue protagonista de un grave conflicto chileno, ya que apoyó a Francisco de Villagra cuando, viendo las intenciones de Pedro Sancho de la Hoz, el perpetuo conspirador contra Pedro de Valdivia, lo procesó y lo ejecutó. Escobar participó en la fundación de varias ciudades chilenas, una de las cuales fue La Imperial, donde acabamos de ver con qué entusiasmo recibió a Valdivia, del que era muy amigo, homenajeándolo a lo grande. Debió de casarse bastante mayor con María de Ibacache, pues su primer hijo, Pedro de Escobar Ibacache, nació en 1565. Su fama de hombre valioso explicaría los muchos cargos y servicios que le fueron confiados, incluso después de fallecer Valdivia. En esa población, La Imperial, ejerció sucesivamente como procurador de la misma, regidor y alcalde. Francisco de Toledo, el extraordinario virrey de Perú, le confió el mando de una de las tres naves que llevaron los tesoros de la Hacienda Pública a Panamá (sin duda, para su traslado posterior a la Corte Real de España). En años posteriores, tuvo  cargos políticos del más alto nivel en varias ciudades de Chile: corregidor en Villarrica (1571), gobernador en Valdivia (1574) y corregidor en Santiago, la capital del país (1574), para terminar después como  corregidor en La Imperial, donde, al parecer, murió batallando contra los indios hacia el año 1580.




viernes, 24 de septiembre de 2021

(1530) Grave conflicto de competencias en Santiago del Estero (territorio argentino), entre Francisco de Villagra y JUAN NÚÑEZ DE PRADO, quien, aun teniendo razón, cedió para que no se produjera una tragedia.

 

     (1120) Entonces surgió un pique entre los dos capitanes, añadiendo otra anécdota al tono complicado de las conquistas de Chile, y también, como vimos, de la gobernación de Río de la Plata: "Estando Juan Núñez de Prado en Santiago del Estero, pasó Francisco de Villagra con su topa a veinte leguas de distancia. Cuando se enteró, no sabiendo cuánta gente llevaba, y creyendo que era poca,  salió Núñez de Prado con treinta hombres en su busca, diciendo que le iba a quitar sus soldados. Teniendo en cuenta que, en aquel tiempo, la mayoría de las veces se decidía lo que era justo por medio las armas, llegado donde Villagra estaba, a la media noche los centinelas dieron la alarma, y se recogieron en el campamento, y los que venían con Juan Núñez de Prado, así como los contrarios, todos alborotados en caso tan imprevisto, comenzaron a juntarse en cuadrillas, y algunos, mostrando falta de ánimo, se rindieron. Villagra estaba debajo de un árbol, donde tenía su pabellón, y si acertaran a dar en él antes de que le llegaran sus soldados, habría acabado todo su importante porvenir en aquella tierra. Armándose Villagra con los que le acudieron, se estuvo quedo por saber lo que ocurría. Luego llegó hasta él el capitán Guerra con la espada desnuda y le dijo que quedaba preso. Entonces Villagra le asió de la guarnición de la espada, tirando con fuerza se la sacó de la mano y, dándole algunas cuchilladas los que con él estaban, que no le hirieron porque iba bien protegido, se les huyó de las manos. Siendo informado Juan Núñez de Prado, le pareció que, si esperaba al día, todos saldrían malparados, recogió su gente y por el camino que habían venido se volvieron". (Es curioso que en algunas crónicas se repita de seguido un error. Ya vimos que Pedro Hernández, el secretario de Cabeza de Vaca, siempre llamaba Ascensión a la ciudad de Asunción, capital de Paraguay. En la que estamos viendo, Marmolejo constantemente le llama Juan Martínez de Prado a Juan Núñez de Prado. Lo extraño es que se siga publicando así).

     Pero Villagra quiso verle cara a cara a su contrario. "Llegado el amanecer, Villagra recogió su campamento, y, casi con cien hombres, fue a Santiago del Estero, donde Juan Núñez de Prado estaba, el cual, al verlo venir, salió a recibirlo, y llegando a él, se hincó de rodillas, y como capitán rendido, le entregó su espada. Villagra, que era hombre noble y amigo de gloria, lo abrazó y lo trató muy bien. Después de haber recibido su disculpa, capituló con él que, por estar aquella ciudad en la gobernación de Pedro de Valdivia, le dejaba en ella para que, en nombre de Valdivia, la tuviese y le reconociese por su gobernador. Aceptada esta condición, y tomado de él juramento, aunque después no lo cumplió, le dejó allí algunos soldados que se quisieron quedar, y a otros que se quisieron ir con él los llevó consigo. Yendo de una provincia en otra, llegó al valle de Cuyo, donde ahora están pobladas la ciudad de Mendoza y la ciudad de San Juan de la Frontera. Estando contentos todos juntos, se quemó una tienda, y, después, el campamento entero, con algunos caballos y casi todos los pertrechos que traían. Quedando tan desbaratados, acordaron cambiar de ruta y venirse adonde Valdivia estaba. Pasando la Cordillera Nevada. llegaron a Santiago de Chile, aunque contra la voluntad de muchos hombres nobles  de los que acompañaban a Villagra.

 

     (Imagen) Seguiremos  viendo en acción a JUAN  NÚÑEZ DE PRADO, y, aunque ya le dediqué una imagen, no  vendrá mal ampliar detalles de su personalidad. Nació en Badajoz (Extremadura) hacia el año 1515. Hemos de aclarar previamente algo confuso. Juan Núñez no había llegado por encargo de Valdivia al territorio donde surgió Santiago del Estero. Él estuvo luchando en Perú en las guerras civiles bajo el mando de Gonzalo Pizarro, pero, al llegar la batalla decisiva, la de Jaquijaguana, se puso a los órdenes de Pedro de la Gasca, el representante del Rey, e, incluso, le dio una valiosa información de las tácticas que iba a emplear Gonzalo. Tras la gran victoria, La Gasca, que le tenía un gran aprecio como persona a Juan Núñez de Prado, le dio permiso para que, con categoría de gobernador, fuera a conquistar en Tucumán, demarcación que no pertenecía a Chile, sino a Argentina, lo cual produjo conflictos sobre derechos territoriales, como acabamos de ver entre Francisco de Villagra y Juan Núñez. Donde luego arraigó Santiago del Estero, Juan Núñez estableció un poblado al que le puso el nombre de El Barco, lo que ha dado origen a la confusión de que él había nacido en El Barco de Ávila. En realidad, este municipio abulense era el origen de Pedro de la Gasca, su patrocinador. Aunque Juan Núñez aceptó, por exigencia de Villagra, que la población fundada estada en territorio chileno, él sabía que no era así, sino argentino, y le creó algunas dificultades a Valdivia, quien lo sustituyó como teniente suyo, dándole el cargo a Francisco de Aguirre.  De manera que se convirtió en un apestado para el poderoso trío Valdivia-Villagra-Aguirre. Hasta el punto de que lo apresaron en El Barco y fue llevado a Chile, donde, sin embargo, quedó absuelto de todas las acusaciones que se le hacían, y reconocido jurídicamente como gobernador de dicha población. A partir del año 1555, muerto ya Valdivia, no se volvió a saber nada de Juan Núñez, y las especulaciones fueron muy variadas. Había motivos para pensar que se marchó a España, pero también se rumoreaba que fue asesinado por encargo de Francisco de Aguirre, e incluso se fantaseó con la idea de que los hijos de Aguirre  lo tuvieron once años preso en algún lugar de Chile. Se diría que la prepotencia de Valdivia, Villagra y Aguirre violó los legítimos derechos de JUAN NÚÑEZ DE PRADO. En la imagen tenemos a los tres conquistadores que tuvieron que ver, sucesivamente, en la fundación de Santiago del Estero (la población actual más antigua de Argentina).




jueves, 23 de septiembre de 2021

(1529) Contra lo que esperaba, Francisco de Villagra fue muy bien recibido por Pedro de la Gasca, y pudo llevar soldados a Chile. Entre ellos estaban Núñez de Prado y Alonso de Reinoso, gran capitán, pero muy cruel con los crueles mapuches.

 

     (1119) Francisco de Villagra fue a Perú enviado por Valdivia, pero muy preocupado por las cuentas que le podían pedir. Y tuvo suerte: "Después de que Francisco de Villagra llegara al Perú, creyó que la fortuna le fuera contraria, por la muerte que le dio a  Pedro Sancho y porque iba a pedir, pero le fue muy favorable, pues halló tanta buena voluntad en el presidente La Gasca, que, además de darle licencia para reclutar a la gente que pudiese, se alegró mucho con su llegada. Y en lo que respecta a Pedro Sancho, no mostró que hubiera sido mal hecho, sino que lo tuvo por muy loable. Además, como en aquel tiempo las disensiones que en el Perú había habido aún no estaban acabadas, recibió contento, porque le pareció que se irían con él muchos soldados que pretendían desasosegar el reino, y otros que estaban descontentos por no haberles  dado encomiendas de indios (ya vimos lo mal que lo pasó La Gasca por ese problema después de derrotar a Gonzalo Pizarro), y él se libraría de importunidades. Villagra, como era hombre de buenas palabras, aunque sin astucia, halló muchos mercaderes que, viendo el encargo que del presidente La Gasca tenía y por tener buen sitio a su lado, le ayudaron con sus haciendas. Luego Villagra subió al Cuzco y de allí a las Charcas, donde se detuvo para hacer más gente".

     Con la frase anterior, Marmolejo parece indicar que Villagra era demasiado confiado: "Se le juntaron a Villagra en dos meses doscientos hombres, y, entre ellos, algunos mercaderes, de manera que, cuando creía que todo le iba a faltar, todo le sobró, porque juntó más de cien mil pesos (prestados). Repartía bastantes con algunos soldados que no tenían con qué equiparse, los cuales le firmaban obligaciones por lo que les daba, y, para que no pareciese que él recibía los pesos para no pagarlos nunca, también firmaba obligaciones a los que se los prestaban, aunque, después, ni ellos se los pagaron a él ni él a los que se los prestaron. Viéndose con doscientos veinte hombres, nombró maestre de campo al capitán Alonso de Reinoso, natural de la villa de Maqueda, hombre de mucha experiencia militar y de buen entendimiento. Villagra hizo su camino de vuelta, y, pasando de largo, le acaeció que un hidalgo llamado Juan Núñez de Prado, hombre principal y que en el Perú había servido a su Majestad, le pidió al licenciado Gasca le diese facultad para que, con la gente que juntar pudiese, fuese a poblar fuera del reino adonde le pareciese. Tenida esta licencia, con cien hombres que juntó entró por los Juríes, y pobló una ciudad a la entrada. Le puso el nombre de Santiago del Estero, por estar poblada junto a un río pequeño (tiene también el sentido de zona pantanosa) que pasa por ella, la cual hoy permanece, y será buena ciudad por la noble comarca que tiene". He comentado recientemente que la ciudad de Santiago del Estero fue un punto clave para que, pasando por ella, se estableciera años después una ruta directa desde Perú hasta la zona de Buenos Aires. En la fundación de la ciudad tuvieron importancia sucesiva tres grandes conquistadores: Diego de Rojas (que murió durante su campaña), el ahora mencionado Juan Núñez de Prado y, posteriormente, Francisco de Aguirre, que hizo el asentamiento definitivo.

 

     (Imagen) Nos sale al paso otro conquistador importante: el capitán ALONSO DE REINOSO Y GONZÁLEZ  DE CANDELAS (su padre había sido mayordomo de la Reina). Las biografías, a veces, confunden los datos. En el caso de este Alonso, veo dos errores bastante claros. Se sabe que nació en la toledana Torrijos (Marmolejo dice que en Maqueda, y quizá tenga razón porque se encuentra muy cerca), pero, generalmente, se asegura que el hecho ocurrió el año 1518, habiendo constancia de que su hijo mayor, Alonso de Reinoso y Flores de Riofrío (con el que suele ser confundido), lo hizo en 1532. Con estas fechas, y dado que el padre ya estaba batallando en la zona de Honduras el año 1536 con Francisco de Montejo (y después con Pedro de Alvarado), no parece creíble que naciera en 1518, sino anteriormente. Además, entre padre  e hijo habrá una confusión histórica de relieve, que luego veremos. Tras haber batallado en Centroamérica, donde fue alcalde de la mexicana ciudad de Mérida, Alonso de Reinoso padre estuvo dos años luchando en Perú, donde lo conoció Francisco de Villagra, y lo reclutó para la campaña de Chile (como acabamos de ver). Después de la muerte de Valdivia, Alonso de Reinoso le ayudó a Villagra (contra su competidor Francisco de Aguirre) para que consiguiera el cargo de gobernador interino. Cuando llegó el titular, García Hurtado de Mendoza, nombró a Reinoso capitán de caballería, y tuvo heroicas actuaciones contra los araucanos. Las batallas eran brutales (como lo fue la muerte de Valdivia), y una decisión de Alonso de Reinoso alcanzó una crueldad extrema. (Este es el segundo dato histórico que está confundido, porque se atribuye a su hijo, asimismo conquistador). El cacique Caupolicán era una pesadilla, y Alonso de Reinoso, tras derrotarlo y apresarlo, decidió, sin duda como medida de escarmiento pero con odio, que fuera ejecutado dándole muerte por medio de empalamiento. Como los araucanos  no se arrugaron, Reinoso, en otra durísima victoria, ahorcó a 700 indios que había apresado. También a él le llegó la hora. El año 1567 se ahogó, cerca de Concepción, al hundirse la nave en la que escoltaba a los oidores de la recién fundada Audiencia de Chile. La imagen muestra un folio del expediente de servicios  que presentó ALONSO  DE REINOSO el año 1542. Vemos que hace referencia a su primera campaña, la de Honduras , en la que estuvo a las órdenes de los gobernadores Francisco de Montejo y Pedro de Alvarado sucesivamente.




miércoles, 22 de septiembre de 2021

(1528) Pedro de Valdivia, basándose en los informes de Jerónimo de Alderete, a quien apreciaba mucho, fundó el año 1551, ya en territorio araucano, una nueva ciudad: La Imperial.

 

     (1118) Huidos los indios, convenía asegurar la tranquilidad de la zona: "Luego mandó Valdivia a sus capitanes que saliesen por toda la provincia para mantenerla en paz, lo cual se hizo fácilmente. Vinieron muchos indios a servir,  y viendo que no conseguían nada con las armas, las dejaron olvidadas hasta saber de qué forma les convendría volverlas a tomar".

     Nada era gratis para los españoles. El  inicio de la campaña de Chile fue muy duro, ya desde la salida de Perú. Pero seguían avanzando, conquistando y fundando poblaciones. Y las dificultades aumentarán, porque iban a entrar en los dominios de los indios araucanos (también llamados mapuches), quizá los más bravos de todo el continente americano: "Después de haber podido dar muchos repartimientos de indios en la ciudad de Concepción, mandó Valdivia al capitán Jerónimo de Alderete (otro personaje importante) que, con ochenta soldados a caballo, fuese a descubrir la provincia de Arauco, que es lo más principal de todo el reino y donde hay más gente. Alderete pasó el río Biobío, y llegado a Arauco, que está a dos jornadas de la Concepción, vio tantos pueblos indígenas, que no osó pasar adelante, como experimentado militar que era, sino solo observar el comienzo del territorio, aunque los indios principales le salieron todos de paz". Tras regresar Alderete, le confirmó a Valdivia que aquellas tierras estaban muy pobladas, y fue encargado de  hacer otra salida, en la que llegó hasta el río Cautín, donde el territorio estaba tan poblado como el de Arauco, por lo que regresaron igual de contentos que la vez anterior.

     Parece ser que a Valdivia se le contagió el entusiasmo de los soldados, porque él también se puso en marcha: "Con estas noticias, salió llevando ciento  veinte soldados, casi todos a caballo, con ánimo de poblar una ciudad, y, para ver mejor en dónde, fue por la costa, porque, como era hombre que había andado por el mundo, sabía la ventaja que tenían las tales ciudades pobladas en la costa sobre las de tierra adentro. Llegó al río Tirúa, a treinta leguas de  Concepción, y quiso poblar, pero los indios le dijeron que en invierno era anegadizo, por lo que mudó de parecer. Queriendo pasar el río un soldado llamado Higueras, que era gran nadador y tenía una buena yegua, se metió por él buscando un vado, pero cayó en una corriente fuerte, la yegua lo despidió de sí, y no apareció más. Valdivia bajó con su tropa a la boca del río que entra en la mar, y pasó a la otra banda, donde  todos los nativos le venían a ver y servir. Luego llegó al río de Cautín, y, junto a él, pobló una ciudad, y le puso el nombre de Imperial, porque, en las casas que los araucanos tenían, colocaban unos palos grandes que subían hasta lo más alto, y, en la punta de cada uno, con la misma madera, había un águila con dos cabezas. Tomándola por buen pronóstico de imperio, le puso aquel nombre de La Imperial. Luego se volvió a Concepción, dejando como teniente suyo a Pedro de Villagra, hombre fuerte, experto en la guerra contra los indios, muy aliente en ella, y con mucha cordura.  Le mandó que reforzase aquel lugar haciendo un fuerte para su defensa. Valdivia partió solamente con sus criados, para así dejar más número de gente en aquella ciudad, y les dijo que volvería en la primavera para darles encomiendas de indios a todos y seguir descubriendo y poblando en aquella zona". La ciudad Imperial, que ya estaba fundada en setiembre de 1551, sufrió después muchos avatares y cambios de nombre. Pero desde entonces, siempre se ha llamado, a los 55 últimos km del río Cautín, río Imperial.

 

     (Imagen) Hace ya mucho tiempo hablé de JERÓNIMO DE ALDERETE (le dediqué dos imágenes), y creo que, para ponernos en situación, dado que va a tener mucho protagonismo en esta historia, no vendrá mal que haga un extracto resumido de ellas. Nació en Olmedo (Valladolid) el año 1516, y siendo muy joven, luchó junto a Pedro de Valdivia en las guerras de Italia. Luego Pedro, que lo quería como a un hijo, se lo llevó consigo desde Perú a Chile, y, ya siendo gobernador, manifestó su deseo de que, si él fallecía, le sustituyera en el cargo Alderete. El cual dio muestras de sensatez allá por donde pasó. En cuanto se fundó Santiago de Chile, fue nombrado repetidas veces regidor (concejal) de la ciudad. En 1544 formó parte de una expedición marítima, por encargo de Valdivia y dirigida hacia el Estrecho de Magallanes. Descubrieron nuevos parajes, y llegaron hasta cerca de lo que hoy es la ciudad de Osorno (Chile). En 1553, Valdivia, poco antes de morir de forma bestial a manos de los araucanos, envió a Jerónimo a España, llevando, por primera vez, una importante cantidad de oro para el Rey. La estancia en la Corte puso de manifiesto su gran carisma personal. Fue incorporado al grupo de notables que se presentaron en Inglaterra para asistir a la boda de Felipe II con la reina María Tudor. Antes de volver de España, lo nombraron Caballero de Santiago, y también Gobernador y Adelantado de Chile, como sucesor de Valdivia, que había expresado ese deseo en sus últimas voluntades. Lo cual deja claro que ambos fueron absueltos de las acusaciones que María de León presentó contra ellos, afirmando que habían robado y matado a su marido, Juan Pinel. Pero, desgraciadamente, JERÓNIMO DE ALDERETE enfermó en su viaje de regreso, y murió el año 1556 en la panameña isla de Taboga, a la que había llegado después de sufrir un naufragio. Fue enterrado en la iglesia de La Merced (Ciudad de Panamá). De no haber ocurrido, se iba a encontrar con un serio problema en Chile, pues se disputaban su puesto Francisco de Aguirre y Francisco de Villagra, conflicto que fue solucionado por el virrey de Perú nombrando para tal cargo a su hijo, García Hurtado de Mendoza. En la imagen vemos que, en abril de 1555, le concedieron permiso al Adelantado Alderete (equivalía a gobernador) para llevar de España a las Indias ocho esclavos y  esclavas negros (no se detalla cuántos de cada, pero eran ocho en total).




martes, 21 de septiembre de 2021

(1527) Al muy valiente clérigo Rodrigo González Marmolejo, pariente del cronista, le gustaban los negocios, pero era generoso. El capitán Juan Gómez de Almagro hizo cosas muy notables.

 

     (1117) Es muy probable que el cronista Alonso de Góngora Marmolejo esté ya contando hechos de los que también fue protagonista, como, por ejemplo, la fundación de la ciudad de Concepción, que ocurrió el año 1549, cuando él llegó a Chile. Así que su crónica, a partir de ahora, va a tener más consistencia, más detalle y más exactitud en los datos. Ya hemos visto que, así como ha ensalzado los valores de Pedro de Valdivia, no se ha mordido la lengua al criticar sus defectos. Pero ha comentado que, al serle confirmado su cargo de gobernador de Chile, cambió de comportamiento, y para bien. Tras hacer referencia a la espantada de los indios cuando creyeron que aparecieron, para ayudar a los españoles, la Virgen y el apóstol Santiago, continúa diciendo: "Habiendo seguido Valdivia persiguiendo a los indios, mandó a sus soldados que se retirasen al fuerte de Concepción, porque era un hombre tan contrario a ser cruel con los nativos, que tuvo mucho que ver en su perdición la clemencia que con ellos tenía, como más adelante se dirá". De pasada, da una noticia: "Pocos días después, llegó al puerto de la ciudad de Concepción un barco en el que iba don Rodrigo González, primer obispo de Chile, con muchas provisiones y medicinas para curar a los heridos, pues, habiéndose enterado en la ciudad de Santiago de la batalla que Valdivia tuvo en Andalién, vino allá como clérigo deseoso del aumento de la Iglesia de Jesucristo". No vendrá mal repetir resumido el texto de una imagen que le dediqué a Rodrigo González para precisar algunos detalles sobre su personalidad. El cronista, extrañamente, no menciona su segundo apellido, que era como el suyo, Marmolejo, y la afirmación que hace de que fuera 'el primer' obispo de Chile está equivocada. Veamos parte de lo que pude saber del clérigo: "RODRIGO GONZÁLEZ MARMOLEJO  nació en Carmona (Sevilla) el año 1488, siendo,  sin duda, paisano y pariente del soldado e interesante cronista de Chile Alonso de Góngora Marmolejo. Llegó como fraile dominico a Lima en 1536, y pasó de inmediato al clero secular, justo lo contrario de lo que hizo el gran Bartolomé de las Casas. El reverendo Rodrigo estuvo de capellán con Francisco Pizarro durante sus conflictos con Diego de Almagro, y después con Pedro de Candía (de apasionante biografía y triste final, como ya vimos), en la desafortunada y durísima expedición que le encargó Hernando Pizarro (año 1538) por tierras de los indios chunchos. Llegó a Chile con las tropas de Pedro de Valdivia en 1540, tras un viaje de pesadilla, y  estuvo presente en la fundación de Santiago de Chile, donde dicen que le enseñó a leer a la amante de Pedro, la incomparable Inés Suárez. Pronto hizo el clérigo algo muy poco espiritual: criaba caballos (que dieron origen a la famosa raza chilena), disfrutaba de encomiendas de indios, y, con el tiempo, tuvo hasta una mina de plata (al dejar de ser dominico, no estaba sujeto al voto de pobreza). Pero no se puede olvidar que, incluso como capellán, corrió graves peligros en las campañas. Eso no le impidió seguir progresando en su carrera eclesiástica. En 1547, el obispo del Cuzco, Juan Solano (otro dominico de armas tomar) lo nombró vicario suyo en Santiago de Chile. RODRIGO GONZÁLEZ MARMOLEJO, hombre poco ascético, murió de gota, dejando una sustanciosa herencia. Fue nombrado obispo de Chile en 1561, sin duda por muerte de Martín de Robleda, que ya lo era, y a quien le había disputado el cargo. Pero le pasó lo mismo que a Robleda: murió (en Santiago de Chile el año 1564) sin haber sido consagrado en tal dignidad. Parece ser que fue generoso haciendo donativos y facilitando préstamos (quizá con intereses). Pero, en algunos juicios, se presentaron pruebas de su vida poco ejemplar".

 

     (Imagen) Hablemos ahora de JUAN GÓMEZ DE ALMAGRO, el capitán que iba al mando de LOS CATORCE DE LA FAMA (a quienes acabamos de mencionar). A pesar de la brillantez de Gregorio de Castañeda, quien capitaneaba al heroico grupo era Juan Gómez. Nació en Almagro (Ciudad Real). Hijo de Álvar Gómez y de Catalina González, consta que, en 1534, estaban Juan Gómez y su padre en Nicaragua al servicio, como soldados, de Rodrigo de Contreras (a quien ya conocemos), el cual era entonces gobernador de aquel lugar, y, más tarde, de Guatemala. Lo que quiere decir que el padre, como mucho, tendría unos cincuenta años, y el hijo sería muy joven. Junto a gran cantidad de compañeros, partieron en 1537 hacia Perú, atendiendo a la ansiosa llamada de los españoles, ya que el acoso y cerco de los indios de Manco Inca contra ellos era durísimo. Por ese motivo, Francisco Pizarro los recompensó con una importante encomienda de indios en la ciudad de San Juan de la Frontera. Su llegada a Chile no fue en la primera expedición, la de Diego de Almagro, sino que los reclutó en Perú Pedro de Valdivia, para ese destino, el año 1539. Los cargos asignados a su padre, Álvar Gómez, fueron los de maestre de campo, tesorero y veedor, todos ellos de gran importancia, lo que prueba su veteranía y eficacia, pero, probablemente por su edad, falleció en el durísimo trayecto hasta Chile (quizá lo matara el desierto de Atacama). Tras ser fundada la ciudad de Santiago, Valdivia, sin duda apreciando las cualidades de JUAN GÓMEZ DE ALMAGRO, lo nombró ALGUACIL MAYOR DEL REINO DE CHILE (a él se refiere el libro de la imagen). Más tarde, ya muerto Valdivia, se destacó en la lucha contra los feroces araucanos, y tuvo el pundonor de mandarles a los supervivientes de los CATORCE DE LA FAMA que lo dejaran abandonado, porque sus heridas no le permitían continuar la huida. Pero, aunque en solitario, consiguió salvarse, y, años después, participó en la derrota y muerte del carismático Lautaro. Por un pleito que ganó reclamando una encomienda de indios que le habían usurpado, se sabe que estaba casado y tenía hijos, así como que, además de ser alguacil mayor de Chile, fue alcalde de la ciudad de Santiago y su regidor perpetuo más antiguo. En 1568, regresó a su Almagro natal, y se dio 'el gustazo' de embarcarse un año después de vuelta a  Chile acompañado de gran parte de su familia. Pero no logró la dicha completa, porque murió al llegar a Panamá.




lunes, 20 de septiembre de 2021

(1526) Valdivia fundó Concepción. Los españoles derrotaron de nuevo a los mapuches, quienes creyeron que los ayudaron una señora (la Virgen) y un hombre a caballo (Santiago). Méritos de Gregorio de Castañeda.

 

     (1116) Una de las grandes virtudes de los españoles era su constante interés en fundar poblaciones, y parecían tener ojo clínico para encontrar los sitios apropiados, ya que muchas de las que establecieron permanecen llenas de vida. Así va a surgir, en octubre del año 1550, la ciudad de Concepción (que será destruida tres veces durante sus primeros diez años): "Tras tener Valdivia esta victoria con tanta felicidad, retiró pronto su campamento, para que el hedor de los muertos no infectase a su gente, y también para buscar un lugar conveniente donde poblar. Habiendo visto mucha parte de la comarca, no hallando otra tan a propósito como la de Penco, por tener buen puerto en una bahía grande, trazó y pobló la ciudad de la Concepción. Dio solares a los soldados que allí habían de ser vecinos, y dio orden de cómo hacer un fuerte torreado en el que pudiesen estar seguros, y los propios soldados lo hicieron en breve".

     Pero, aunque los indios que habían sido derrotados por Valdivia salieron huyendo, se quedaron con ganas de venganza, y, para ello, buscaron apoyo enviando mensajeros que les hicieran ver a todos los indios de los alrededores que los españoles pretendían arrebatarles todas sus posesiones y tratarlos como esclavos, de manera que la única solución era echarlos de sus tierras: "Les dijeron tales cosas, que, todos conformes, se juntaron más de cincuenta mil indios. Habiéndose preparado para la lucha, llegaron todos apareciendo por los altos que asomaban a la ciudad, y de allí fueron bajando por tres partes, en tanta cantidad, que cubrían el campo, con muchas clases de armas y con muchas cornetas y cuernos grandes".

     Visto el tremendo panorama, Valdivia consultó la opinión de sus capitanes acerca de la estrategia más correcta. No sabían si sería mejor aguantar pacientemente el cerco en el fuerte, o salir de inmediato a hacerles frente a los indios: "Valdivia tuvo por mejor esta última opinión, y les mandó a Jerónimo de Alderete y a Pedro de Villagra que, con cincuenta soldados a caballo, rompiesen contra el escuadrón de indios más cercano,  y tuvieron la suerte de que los más adelantados eran aquellos a los que habían hecho huir en Andalién. Villagra y Alderete, invocando el nombre de Santiago, con grandísima determinación atacaron briosamente con todos los soldados que llevaban. Entonces ocurrió una cosa digna de memoria. Los indios, viendo venir a los cristianos con aquella determinación tan grande, no tuvieron ánimo para pelear, siendo más de quince mil, volvieron las espaldas y huyeron. Ante esa situación, los demás escuadrones hicieron lo mismo, retirándose en su orden. Después dijeron los indios, que, quienes los derrotaron no fueron los cristianos, sino que una mujer de Castilla (la Virgen) y un hombre en un caballo blanco (Santiago) los habían desbaratado. Y resulta creíble que, siendo los indios más de cincuenta mil, quisiera Dios socorrer con su misericordia a los cristianos, pues, gracias a su llegada, se han fundado en este reino muchas ciudades y construido muchas iglesias donde se predica el Evangelio, y por ello gran número de indios son cristianos y viven casados según el matrimonio de la iglesia". Ni puedo olvidar que el irrepetible cronista Bernal Díaz del Castillo contó, con un poco de sorna, sobre un caso similar ocurrido en México, que él no vio llegar a caballo al Apóstol Santiago en pleno ataque a los indios, sino a un bravo compañero suyo que tenía un caballo muy claro.

 

     (Imagen) GREGORIO DE CASTAÑEDA nació el año 1517, y consta que, en 1542, ya estaba en Perú, siendo reclutado poco después por Alonso de Monroy para incorporarse a las tropas de Valdivia en Chile. Siempre se mostró fiel a este gran capitán, e incluso declaró a su favor cuando en Perú se le acusaba de  haber ordenado la ejecución del complicado Pedro Sancho de la Hoz. Entonces, Castañeda hizo una convincente defensa manifestando que Sancho había intentado matar a Valdivia varias veces, el cual se lo perdonó, siendo después Francisco de Villagra quien, en su ausencia, lo ejecutó. Esta argumentación de Castañeda fue vital para que Valdivia fuera absuelto, lo que le trajo, además, el beneficio de que el gran Pedro de la Gasca le otorgara, en  nombre del Rey, lo que tanto deseaba, la gobernación del territorio de Chile. Luego Pedro de Valdivia, lleno de agradecimiento, le premió a Castañeda repetidas veces. Lo nombró en 1551 regidor de una nueva población a la que le puso el nombre de La Imperial, fundada tras haber construido un fuerte, aunque el futuro de esta localidad fue muy inestable. El año 1561, no obstante haber muerto Valdivia, también Francisco de Villagra quiso agradecerle a Castañeda su buen comportamiento con el fallecido, y lo nombró teniente gobernador de la ciudad de Santiago del Estero, población que tuvo años después un valor logístico clave para unir las comunicaciones por tierra entre Perú y la desembocadura del Río de la Plata (ver mapa), evitando el enorme trastorno de llegar al Atlántico a través de la lejana Panamá. Mucha gente ha oído hablar de la heroicidad de los trece compañeros que se quedaron con Francisco Pizarro en la isla del Gallo, dispuestos a continuar a su lado aunque les costase la vida. Han pasado a la historia como LOS TRECE DE LA FAMA. Pues bien: GREGORIO DE CASTAÑEDA formó parte de otro grupo, asimismo heroico, y recordado como LOS CATORCE DE LA FAMA. El día 25 de diciembre de 1553, los durísimos araucanos (también llamados mapuches) masacraron a Valdivia, y allá fue Juan Gómez de Almagro con Gregorio de Castañeda y otros doce suicidas esperando ser de ayuda a los españoles. Se encontraron con que los implacables indios habían matado a todos, y estaban celebrando su triunfo profanando los cuerpos y las cabezas de los vencidos. En un enfrentamiento feroz,  murieron otros seis españoles, y solo pudieron escapar ocho de los CATORCE DE LA FAMA. Catorce años después (en 1567), murió ahogado GREGORIO DE CASTAÑEDA al  hundirse el barco que lo traía desde Perú a Chile.




domingo, 19 de septiembre de 2021

(1525) Gran victoria de Pedro de Valdivia y sus hombres frente a los indios junto al río Biobío. En ella mostraron su valor dos grandes amigos: Juan Godínez y Francisco de Riberos.

 

     (1115) Pasaría un tiempo hasta que el gran capitán se hubiese recuperado: "Estando ya Valdivia sano de la pierna que se había quebrado, salió de Santiago con 170 hombres, y llegó al río de Biobío, teniendo con los naturales muchos enfrentamientos, y los desbarató muchas veces. Yendo caminando un tambor que llevaba en su tropa, se apartó para apresar algún ganado, pero le atacaron unos indios emboscados, y,  antes de que pudiese ser socorrido, lo mataron. Los indios en este tiempo no se descuidaban, sino que sabían por dónde andaban los españoles, y, así, conociendo dónde habían hecho alto, determinaron pelear con ellos, creyendo que, de noche, se turbarían los caballos, y que, a los soldados, los tomarían en las camas. Cuando llegaron donde los cristianos, los centinelas tocaron alarma y se fueron hacia el campamento, porque los indios iban sobre ellos con gran número de flechas que llovían como granizo, y con muchas lanzas, macanas grandes y porras tan largas como las macanas. Los cristianos, que, precavidos, estaban armados y muy en orden, se juntaron rápidamente. Como los indios avanzaron tanto, resultó una hermosa batalla nocturna. Ellos tocaban un cuerno (con el que sabían lo que habían de hacer), y sus capitanes los animaban a gritos. Por parte de los cristianos, era brava cosa oír el estruendo de los caballos, el gran sonido de las trompetas y las voces que Valdivia les daba animándolos a que atacasen a los indios. Andaban los indios tan bien ordenados, que no podían los españoles entrar en ellos, porque en llegando los caballos, aunque los llevaban bien protegidos, les daban con las porras tales golpes en las cabezas, que los hacían retroceder empinándose, sin que los pudiesen hacer volver hacia los indios. Pedro de Valdivia peleaba bien protegido con un coselete de infante (coraza de cuero) y su caballo con buenas cubiertas, pero no pudo hacer que los indios se retirasen. Viendo que se perdían, y para animar a los que peleaban a pie, mandó que se apeasen de los caballos algunos hombres principales. Así lo hicieron Francisco de Riberos, Juan Godínez y Gregorio de Castañeda, hombres valientes y conocidos. Viéndolos a estos, se apearon otros muchos con sus lanzas y adargas, y algunos con arcabuces. Mandando, además, Valdivia que acometiesen a los indios treinta soldados por las espaldas, los apretaron de tal manera, que, viéndose los indios cercados por todas partes y el ánimo de los cristianos en crecimiento, así como que les faltaba munición de flechas, y que eran muchos que ya habían muerto, desmayaron en tal manera, que, volviendo las espaldas, comenzaron a huir por todas partes. Luego unos trescientos yanaconas de Santiago (criados indios) que Valdivia tenía consigo para servicio del campamento, y que, por orden suya, habían estado quietos, viendo que los indios iban desbaratados, fueron matando con grandísima crueldad a cuantos hallaban. Murieron en esta batalla más de tres mil indios, y, de los cristianos, solamente uno, al que un soldado, tirando a los enemigos, como era de noche, le dio un arcabuzazo por las espaldas del que murió. Fue  su mucha estatura lo que lo mató, porque recibió la herida en lo que sobraba de los hombros para arriba. De todos los demás españoles, capitanes y soldados, no quedó ninguno que no saliese herido; de condición que, si otra batalla les dieran, los desbarataran, según quedaron de temerosos y maltratados ellos y los caballos.

 

     (Imagen) Valdivia vio la conveniencia de que se apearan los jinetes para pelear contra los indios, y quienes lo hicieron de inmediato, echándole mucho valor y dando ejemplo, fueron los capitanes Juan Godínez, Francisco de Riberos y Gregorio de Castañeda. Hablemos de los dos primeros, y dejaremos a Castañeda para la próxima imagen. JUAN GODÍNEZ nació en Úbeda (Jaén) en 1517. Llegó a las Indias en 1530 y formó parte de los primeros españoles que hicieron campaña en Chile  (bajo el mando de Diego de Almagro, año 1536). Al  volver a Perú, se decantó por el bando de los pizarristas, y participó en dos campañas de exploración, la de Pedro de Candía, que resultó durísima y acabó en fracaso, y, en 1539, la de Diego de Rojas (con dirección a Paraguay), regresando la tropa sin encontrar lo que buscaban, pero descubriendo amplios territorios. Fue a su vuelta, en 1540, cuando Godínez (como hemos visto) se puso al servicio de Pedro de Valdivia para ir a Chile, donde en 1556 y 1557 tuvo una importante participación en las batallas contra el gran cacique araucano Lautaro, el cual, finalmente, murió derrotado. Entonces se casó con Catalina de la Cueva, tuvieron ocho hijos, y JUAN GODÍNEZ murió en Santiago de Chile el año 1571 (en 1572, como se ve en la imagen, su mujer y sus hijos presentaron sus méritos). Veamos algunos datos de su compañero FRANCISCO DE RIBEROS. Nació en 1521 en la madrileña Torrejón de Velasco (allí murió encarcelado Nuño de Guzmán, quien tantas brutalidades hizo por tierras mexicanas). Hijo de familia noble, fue paje del conde Juan Arias Dávila. En 1534 partió hacia las Indias en la armada del gobernador Rodrigo de Contreras (a quien, como vimos, dos hijos le resultaron rebeldes contra la Corona). Luego, Francisco de Riberos coincidió con Juan Godínez en sus aventuras con Pedro de Candía, Diego de Rojas y Pedro de Valdivia. Estuvieron ambos en la fundación de Santiago de Chile, y, después en la batallas contra los araucanos. Esa vida paralela de luchas, derrotas y victorias en común, tuvo que cimentar una sólida amistad entre los dos. El prestigio de Riberos debió de ser muy grande, porque, cuando murió Pedro de Valdivia, fue enviado a Perú para ayudar a resolver el conflicto entre los pretendientes a ocupar su puesto. FRANCISCO DE RIBEROS tuvo numerosa descendencia con su mujer, Teresa Suárez de Figueroa, y murió en Santiago de Chile el año 1580. Gracias al cronista Marmolejo, seguiremos viendo en acción a Godínez y a su inseparable amigo Riberos.




viernes, 17 de septiembre de 2021

(1524) Pedro de Valdivia, más comprensivo al ser nombrado gobernador, al llegar a Chile envió a Francisco de Villagra a Perú, quizá para no tener que castigarlo. Le confió una misión a Francisco de Aguirre, y apreció mucho a un joven y brillante Juan Jufré.

 

     (1114) Veremos si Pedro de Valdivia cumple su promesa y le devuelve el oro que les había quitado a varios de sus hombres. A ver qué dice Marmolejo: "Viéndose Pedro de Valdivia en Chile recibido como gobernador en nombre del Rey y con la gente que había deseado para ampliar el reino, procuró, a los que le eran enemigos, hacerlos amigos, y, a los amigos, confirmarlos más en amistad. Dio orden de pagarles el oro que les había tomado cuando se fue al Perú y de preparar algunos soldados para salir a la conquista. Como hombre de gran experiencia, quiso evitar tener sospechas de que alguno pudiera hacer movimientos contra él. Aprovechándose de  que era hombre discreto, le llamó un día a Francisco de Villagra, a quien había dejado por su teniente en Santiago, y le dijo que lo mucho que le debía no se lo podía pagar en Chile, por lo que deseaba enviarlo al Perú para que juntase toda la gente que pudiese, y que con ella tomase el camino de Yungugo, pues el capitán Diego Rojas había llevado  noticias de que era la mejor campaña que se podía hacer, y que él esperaba convertirlo en señor, ya que, para ello,  contaría con la ayuda del licenciado Pedro de la Gasca. Francisco de Villagra estuvo algo temeroso, porque creía que, si iba al Perú, le pedirían cuentas por  la muerte de Pedro Sancho de la Hoz, a quien había cortado la cabeza. Pero, viendo que no podía hacer otra cosa, se conformó. No obstante, para protegerse, llevó un informe que había hecho contra Pedro Sancho, con el cual podría defenderse de acusaciones. Decía la gente que Valdivia  no alejaba de sí a Villagra por amor, ni por hacerlo señor, como él decía, sino porque supo que, en su ausencia, no le había sido amigo. Se pensaba que, lo que quería apartándolo de sí, era no entregarse a la venganza, pues es cierto que Valdivia, desde que tuvo confirmada la gobernación, mudó mucho en costumbres y condición, aplicándose en muchas cosas a la virtud".

     De manera que Francisco de Villagra partió hacia Perú, mientras su jefe se dedicaba a preparativos: "Ordenando Valdivia todo lo necesario para su partida con mucho contento,  un día le dio un mal a su caballo en la plaza de Santiago, cayó al suelo, y, tomándole una pierna debajo, se la quebró, por lo cual se retrasó la salida a la campaña que tenía tan a la mano. Sin embargo mandó enseguida que un capitán llamado Francisco de Aguirre, hombre principal (ya comenté que tendrá gran protagonismo), fuese con gente a poblar la ciudad de La Serena (destruida por los indios) y castigar la muerte del capitán Juan Bohón. Francisco de Aguirre partió con ánimo determinado, y, en cuanto llegó, hizo un fuerte torreado y bien cercado, donde estaban seguros. Luego salió con parte de los soldados a recorrer los valles, castigando a los culpables de las muertes pasadas. Asentó todo el territorio de aquella ciudad, ganando en ello mucha reputación y gloria, por ser cosa importante tener seguro aquel camino para los que venían del Perú, los cuales, como pasaban sin peligro alguno, ensalzaron el nombre de Francisco de Aguirre en gran manera".

 

     (Imagen) El mencionado JUAN JUFRÉ (extraño y antiguo apellido catalán, pero de raíces germánicas) nació en Medina de Rioseco (Valladolid) el año 1517, y demostró ser un personaje del más alto relieve  militar y social. Además de triunfar como brillante capitán, tuvo otro aspecto menos frecuente entre los conquistadores. Era un hombre emprendedor, con visión de desarrollo económico (de lo que dejó rastro en Chile), fundador de ciudades, terrateniente y propietario de varios navíos, llegando a ser muy rico. Es probable que tuviera buena relación con Francisco de Villagra, porque la mujer de este era sobrina de la madre de Jufré, llamándose las dos Cándida de Montesa. Su padre, Francisco de Jufré, estaba muy relacionado con la nobleza, por lo que Juan tuvo la suerte de educarse en el palacio de Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, cuarto Duque de Feria. Llegó a Perú en 1539, donde luchó bajo el mando de Pedro de Candía, aquel magistral arcabucero al que, años después (como vimos in illo tempore), lo mató a lanzadas Diego de Almagro el Mozo creyendo que fallaba a propósito sus disparos contra las fuerzas de Vaca de Castro, el representante del Rey. Juan Jufré se puso a las órdenes de Valdivia en Perú el año 1540, para ir a la campaña de Chile. Mucho le gustarían las cualidades del jovenzuelo (23 años), porque de inmediato lo nombró capitán. Estuvo presente en la fundación de Santiago de Chile. Fue uno de los diez capitanes que Valdivia llevó a Perú en 1548 para luchar contra la sublevación de Gonzalo Pizarro (y, sobre todo, para lograr, como hemos visto, que por ello Pedro de la Gasca lo confirmara como gobernador de Chile). Se casó, de forma complicada, con Constanza de Meneses, hija del gran conquistador Francisco de Aguirre (lo tuvo que hacer por poderes en 1555, ya que sus complejas actividades no le dejaban tiempo para ir a España). Ella partió para Chile, y después llegaron a tener ocho hijos. Derrotó, sin perder un solo hombre, a los feroces mapuches que  habían matado a Valdivia. Francisco de Villagra lo nombró teniente de corregidor de la ciudad de Concepción, donde Jufré logró imponerse al rechazo de algunos vecinos. En 1562, fundó la ciudad de San Juan de la Frontera (en territorio argentino), y allí le recuerdan con el monumento de la imagen. Su biografía, que alcanzó gran prestigio social a todos los niveles, fue demasiado rica para ser abreviada en esta reseña, pero el cronista Marmolejo nos lo irá sacando al escenario a medida que Juan Jufré lleve a cabo algunas de sus brillantes intervenciones. Murió en Santiago de Chile el año 1578.