lunes, 6 de septiembre de 2021

(1513) Empezamos ya con la historia de la conquista de Chile. Nos la contará el cronista Alonso de Góngora Marmolejo con objetividad, y con precisión (debida a su gran memoria). Fue testigo de todo, menos del inicio, al que también se refiere.

 

     (1103) Acabada la interesante crónica de LOS COMENTARIOS, cuyo autor real era ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, aunque aparentemente figuraba como tal su secretario Pedro Hernández, creo que  merecerá la pena meternos en la Historia de Chile de la mano de ALONSO DE GÓNGORA MARMOLEJO, otro testigo presencial de los hechos. En la imagen le haré una sencilla reseña, porque son escasos los datos que se conocen sobre su vida, salvo aquellos que, habiéndolos vivido, los cuenta él mismo tal como sucedieron. Quiero subrayar dos aspectos de su estilo. No era un literato, pero, aunque con sencillez, sabía narrar los hechos, y tenía una rara virtud reconocida por todos los críticos: en general, escribía siempre con objetividad, lo cual es, sin duda, la mayor virtud para narrar acontecimientos históricos.

     Como ya hablé en su día largo y tendido de las guerras civiles de Perú, aviso de que Alonso de Góngora iniciará su crónica mencionando parte de lo ocurrido, pero será breve, y aportará algunos datos interesantes. Como siempre hago, respetaré el texto del autor, pero lo abreviaré, y haré algunos cambios de estilo para que todo sea más comprensible y menos repetitivo. Empecemos, pues, a escuchar al cronista: "Después de haber descubierto el Perú don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro, pensaron que, como en el Perú habían hallado tanta abundancia de riqueza de oro y plata, lo mismo habría en Chile, y, como el mandar no sufre igual (lo dice en  alusión a la rivalidad que había entre Pizarro y Almagro), acordó don Diego de Almagro con sus amigos, y en conformidad de Francisco Pizarro, venir a descubrir en Chile. Salió con cuatrocientos hombres el año 1536, quedando por señor en el Perú Francisco Pizarro. Informado de que, si venía por Atacama (el terrible desierto) hasta llegar a Copiapó, había de pasar forzosamente ochenta leguas de despoblado falto de yerba y de agua, y, por conservar los caballos, que tenían mucho precio en aquel tiempo, dejó este camino y vino por la zona de los indios diaguitas. Luego atravesó la Cordillera Nevada por el mejor camino que había, donde, repentinamente, le sobrevino una tempestad de frío y nieve. No teniendo donde abrigarse, perecieron más de ochocientos indios que llevaba de servicio, sin poderlos ayudar. Con esta pérdida y la de muchos caballos, llegó al valle de Copiapó, donde halló un buen río y abundancia de alimentos para todos".

     Continuaron su marcha hasta el valle de Aconcagua, y Marmolejo contará algo que ya vimos hace tiempo, a lo que añade algún detalle interesante: "Allí acaeció una cosa notable, y fue, que, cuando se pobló Lima en el valle de Jauja, un soldado llamado Pedro Calvo Barrientos hizo un hurto, por el cual, en justicia, le cortaron las orejas. Viéndose avergonzado, abandonó en lugar  con intención de no verse más entre gente española, y así afrentado desamparó el campo y se metió tierra adentro. De pueblo en pueblo, vino a parar al reino de Chile, pidió ayuda a los indios y le dieron guías que lo llevaron en hamacas a sus hombros hasta llegar al valle de Aconcagua. Allí había dos caciques señores principales enemistados. Los indios lo encaminaron a uno de ellos, haciéndole su amigo, el cual, maravillado de que tal hombre viniese a su tierra, lo honró mucho".

 

     (Imagen) ALONSO DE GÓNGORA MARMOLEJO nos va a narrar las vivencias que tuvo (y las que le contaron) de la conquista de Chile, desde los primeros tanteos de Diego de Almagro, centrándose luego en el gran protagonismo de Pedro de Valdivia, y continuando la historia hasta finales del año 1575, pocos días antes de que muriera. Había nacido en Carmona (Sevilla) el año 1523. Llegó a Chile en 1549 sirviendo a Valdivia, y alcanzó el grado de capitán. Se decidió a hacer su crónica porque no había otra, salvo la Araucana, de Alonso de Ercilla (escrita en verso), y consideró que no era muy apropiada para mostrar la cruda realidad (además, Ercilla idealizaba a los indios araucanos). Así lo explicó (sin que le faltara razón) en la siguiente frase: "Me pareció necesario contar en prosa los muchos trabajos e infortunios que se han padecido en este reino de Chile, mayores que en ninguna otra parte de las Indias, por ser tan belicosos sus nativos". Otra circunstancia que le decidió a redactar la crónica fue quedarse frustrado (para fortuna de sus futuros lectores) al no obtener el cargo de Defensor de los Indios, que el gobernador Melchor Bravo Sarabia le concedió a quien no lo merecía, y, además, era mercader, no soldado. Así se queja: "Este puesto lo pidieron muchos soldados, y yo, Alonso de Góngora, era uno de ellos, pues, desde el tiempo de Pedro de Valdivia, había servido al Rey luchando para ganar este reino, y no había tenido remuneración de mis trabajos". Tenía ya 49  años y muchas ganas de comunicar todas las intensas vivencias que había acumulado  en las tortuosas batallas de Chile. Durante dos años fue componiendo su texto, terminándolo a finales de 1575, y murió a principios de enero de 1576 (le quedó un hijo mestizo), pero lo dejó ya preparado para que fuera publicado en España. Afortunadamente, no supo que su manuscrito (como ocurrió con otros también importantes) permaneció dormido durante siglos, hasta que el bibliófilo Andrés González Barcia (uno de los fundadores de la Real Academia de la Lengua) lo descubrió en algún lugar perdido, vio que era una joya, y lo guardó celosamente, pero falleció en 1743, y hubo que esperar hasta el año 1852 para que fuera publicado (en Madrid, con el título de HISTORIA DE TODAS LAS COSAS QUE HAN ACAECIDO EN EL REINO DE CHILE Y DE LOS QUE LO HAN GOBERNADO). ¿Las máximas virtudes de ALONSO DE GÓNGORA MARMOLEJO?: Supo narrar los hechos y lo  hizo con objetividad, lo cual es de agradecer.




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