(1106) Pedro de Valdivia fundó la futura
gran capital de Chile el 12 de febrero del año 1541: "Le puso el nombre
de Santiago, amparándose en el apóstol como patrón de España, para ser
favorecidos en los casos de guerra que contra los indios esperaba tener cada
día. Pensando los indios que los españoles se querían perpetuar allí y que
serían unos terribles vecinos, se conjuraron todos los caciques para matarlos. Y
acaeció entonces que Valdivia había salido de la ciudad a buscar provisiones, y,
como quedaron pocos españoles, pensaron los indios que mejor coyuntura no
podían tener para conseguir lo que deseaban. Con ímpetu bravo, arremetieron quemando
algunas casas y mostrando su braveza. Apretaron a los soldados de tal manera
que, aunque resultaban rechazados, se volvían a rehacer, y así les ganaron casi
toda la ciudad, matando a dos soldados que habían peleado bien, y a los que,
faltándoles ayuda, los hicieron pedazos en la plaza. Alonso de Monroy, a quien
Valdivia había dejado encomendada la ciudad, le envió a dar aviso haciéndole
saber el aprieto en que estaba. Vino luego con gran presteza, y los indios lo
supieron antes de que llegase. Los cuales, considerando además que ya les
habían matado trecientos indios con sus furiosos ataques, y en especial los de un
clérigo natural de Sanlúcar, llamado Lobo, que andaba entre ellos como lobo
entre pobres ovejas, con estos temores, se volvieron a sus tierras, habiendo
primero hablado entre sí de dar muestras de paz y ver lo que sucedía
después".
Como solían hacer todos los conquistadores
de las Indias, Pedro de Valdivia, cuando llegó a la ciudad, quería una paz con
los indios, olvidando su comportamiento anterior. Los caciques se mostraban
amistosos, e incluso prometieron darle oro, con lo que se confirmó que tenían
minas, y que era un tributo que solían pagar a los emperadores incas. A
Valdivia le encantó la promesa, y, además, se dio cuenta de que ese oro sería
un buen reclamo para que viniera más gente de Perú a incorporarse en su
ejército: "Envió al capitán Gonzalo de los Ríos, que era su
mayordomo, con doce hombres, diciéndole que recibiese el oro y se encargase de hacer
un barco grande para enviar al Pirú a por la gente que necesitaba. Llegado al
valle de Quillota, el capitán les pidió a los caciques que sus indios cortasen la
madera con la que se pudiese hacer el barco. Se la dieron cautelosamente, y
asimismo comenzaron a sacar el oro en las minas". Pero un cacique fue
adonde Gonzalo de los Ríos, le enseñó una muestra de oro, y, mientras el
capitán la veía, dio la señal a unos indios ocultos para que atacaran: "Salieron
de sobresalto contra todos los españoles con tanto ímpetu, que, teniéndolos
cercados y dándoles flechazos por el cuerpo, se vieron en tanta necesidad, que pelearon
desesperadamente sin que quedase ninguno de ellos vivo, salvo el capitán
Gonzalo de los Ríos y un negro, que acertaron a tener los caballos ensillados, huyeron en ellos y llegaron a la ciudad de
Santiago haciendo dieciséis leguas de camino
en un día, donde Valdivia fue avisado de lo sucedido".
(Imagen) Como acabamos de ver, GONZALO DE
LOS RÍOS se salvó de puro milagro en un
traicionero ataque de los indios. Era capitán y mayordomo de Pedro de Valdivia,
así como uno de sus hombres de confianza, lo que tenía especial valor en
aquellas conflictivas tropas. Había nacido en Córdoba el año 1515.
Estaba tan entroncado en familias ilustres, que se le conocía como Gonzalo de
los Ríos y Ávila Baena Mendoza Enríquez de Cisneros. Comenzó su carrera militar
en la toma de Túnez y en la guerra de Francia, bajo el mando de Carlos V. Llegó
a las Indias en 1534 con su tío Pedro de los Ríos y Aguayo, que había sido
gobernador en el entorno de Panamá (recordemos que más tarde luchó como simple
capitán en las guerras civiles de Perú). También Gonzalo se trasladó a Perú, y
partió con Pedro de Valdivia hacia Chile
el año 1540. Sus andanzas posteriores nos las mencionará Góngora Marmolejo,
pero no queda más remedio que centrarnos
en su vida personal, pues se vio envuelta en
circunstancias esperpénticas y siniestras. Pedro de Valdivia fue
obligado por el Rey a terminar su relación amorosa con Inés Suárez, debiendo
llevar de España a su verdadera esposa, Marina Ortiz de Gaete (la cual llegó
después de haber muerto su marido). Valdivia se separó de Inés y siguió
tonteando con otra mujer, María de Encío, pero, poco después, la abandonó, y
convenció a su amigo Gonzalo de los Ríos para que se casara con ella. Hubo
matrimonio y, por méritos propios de Gonzalo, más las generosas recompensas que
les daba Valdivia, llegaron a ser muy ricos. Tuvieron tres hijos y tres hijas,
pero ella odiaba a su marido, quizá por ser un entusiasta de las indias
jóvenes. María era aficionada a los hechizos y las brujerías, y, al parecer,
mató a su marido echándole mercurio en los oídos, siendo ya los dos muy
mayores, puesto que ella tuvo que defenderse de esas acusaciones el año 1579,
aunque reconoció que, siendo jóvenes, había recurrido a la magia para que dejara
de serle infiel con las nativas. Pero no acabó ahí la cosa. Si María era bruja,
su nieta Catalina de los Ríos y Lisperguer, llamada La Quintrala (el quintral
es una hierba venenosa chilena), se caracterizaba por un sadismo brutal, y así
se la recuerda en Chile. Teniendo solamente 17 años, asesinó a su padre,
Gonzalo de los Ríos Encío, con un pollo envenenado. Un comentarista chileno ha
escrito: "Tan surrealista es nuestro país, que algunos han decidido erigir
un monumento (además de dedicarle biografías y películas) a la mujer más
poderosa e inhumana de nuestra historia".
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