jueves, 9 de septiembre de 2021

(1516) Los indios mataron a muchos españoles. Fingieron después hacer la paz con Valdivia, pero volvieron a las andadas, y, en otro enfrentamiento, mataron a todos menos a un negro y a GONZALO DE LOS RÍOS, quien tuvo luego una mujer y una nieta siniestras.

 

     (1106) Pedro de Valdivia fundó la futura gran capital de Chile el 12 de febrero del año 1541: "Le puso el nombre de Santiago, amparándose en el apóstol como patrón de España, para ser favorecidos en los casos de guerra que contra los indios esperaba tener cada día. Pensando los indios que los españoles se querían perpetuar allí y que serían unos terribles vecinos, se conjuraron todos los caciques para matarlos. Y acaeció entonces que Valdivia había salido de la ciudad a buscar provisiones, y, como quedaron pocos españoles, pensaron los indios que mejor coyuntura no podían tener para conseguir lo que deseaban. Con ímpetu bravo, arremetieron quemando algunas casas y mostrando su braveza. Apretaron a los soldados de tal manera que, aunque resultaban rechazados, se volvían a rehacer, y así les ganaron casi toda la ciudad, matando a dos soldados que habían peleado bien, y a los que, faltándoles ayuda, los hicieron pedazos en la plaza. Alonso de Monroy, a quien Valdivia había dejado encomendada la ciudad, le envió a dar aviso haciéndole saber el aprieto en que estaba. Vino luego con gran presteza, y los indios lo supieron antes de que llegase. Los cuales, considerando además que ya les habían matado trecientos indios con sus furiosos ataques, y en especial los de un clérigo natural de Sanlúcar, llamado Lobo, que andaba entre ellos como lobo entre pobres ovejas, con estos temores, se volvieron a sus tierras, habiendo primero hablado entre sí de dar muestras de paz y ver lo que sucedía después".

     Como solían hacer todos los conquistadores de las Indias, Pedro de Valdivia, cuando llegó a la ciudad, quería una paz con los indios, olvidando su comportamiento anterior. Los caciques se mostraban amistosos, e incluso prometieron darle oro, con lo que se confirmó que tenían minas, y que era un tributo que solían pagar a los emperadores incas. A Valdivia le encantó la promesa, y, además, se dio cuenta de que ese oro sería un buen reclamo para que viniera más gente de Perú a incorporarse en su ejército: "Envió al capitán Gonzalo de los Ríos, que era su mayordomo, con doce hombres, diciéndole que recibiese el oro y se encargase de hacer un barco grande para enviar al Pirú a por la gente que necesitaba. Llegado al valle de Quillota, el capitán les pidió a los caciques que sus indios cortasen la madera con la que se pudiese hacer el barco. Se la dieron cautelosamente, y asimismo comenzaron a sacar el oro en las minas". Pero un cacique fue adonde Gonzalo de los Ríos, le enseñó una muestra de oro, y, mientras el capitán la veía, dio la señal a unos indios ocultos para que atacaran: "Salieron de sobresalto contra todos los españoles con tanto ímpetu, que, teniéndolos cercados y dándoles flechazos por el cuerpo, se vieron en tanta necesidad, que pelearon desesperadamente sin que quedase ninguno de ellos vivo, salvo el capitán Gonzalo de los Ríos y un negro, que acertaron a tener los caballos ensillados,  huyeron en ellos y llegaron a la ciudad de Santiago haciendo dieciséis leguas de camino  en un día, donde Valdivia fue avisado de lo sucedido".

 

     (Imagen) Como acabamos de ver, GONZALO DE LOS RÍOS se salvó de puro  milagro en un traicionero ataque de los indios. Era capitán y mayordomo de Pedro de Valdivia, así como uno de sus hombres de confianza, lo que tenía especial valor en aquellas conflictivas tropas. Había nacido en Córdoba el año 1515. Estaba tan entroncado en familias ilustres, que se le conocía como Gonzalo de los Ríos y Ávila Baena Mendoza Enríquez de Cisneros. Comenzó su carrera militar en la toma de Túnez y en la guerra de Francia, bajo el mando de Carlos V. Llegó a las Indias en 1534 con su tío Pedro de los Ríos y Aguayo, que había sido gobernador en el entorno de Panamá (recordemos que más tarde luchó como simple capitán en las guerras civiles de Perú). También Gonzalo se trasladó a Perú, y partió con  Pedro de Valdivia hacia Chile el año 1540. Sus andanzas posteriores nos las mencionará Góngora Marmolejo, pero  no queda más remedio que centrarnos en su vida personal, pues se vio envuelta en  circunstancias esperpénticas y siniestras. Pedro de Valdivia fue obligado por el Rey a terminar su relación amorosa con Inés Suárez, debiendo llevar de España a su verdadera esposa, Marina Ortiz de Gaete (la cual llegó después de haber muerto su marido). Valdivia se separó de Inés y siguió tonteando con otra mujer, María de Encío, pero, poco después, la abandonó, y convenció a su amigo Gonzalo de los Ríos para que se casara con ella. Hubo matrimonio y, por méritos propios de Gonzalo, más las generosas recompensas que les daba Valdivia, llegaron a ser muy ricos. Tuvieron tres hijos y tres hijas, pero ella odiaba a su marido, quizá por ser un entusiasta de las indias jóvenes. María era aficionada a los hechizos y las brujerías, y, al parecer, mató a su marido echándole mercurio en los oídos, siendo ya los dos muy mayores, puesto que ella tuvo que defenderse de esas acusaciones el año 1579, aunque reconoció que, siendo jóvenes, había recurrido a la magia para que dejara de serle infiel con las nativas. Pero no acabó ahí la cosa. Si María era bruja, su nieta Catalina de los Ríos y Lisperguer, llamada La Quintrala (el quintral es una hierba venenosa chilena), se caracterizaba por un sadismo brutal, y así se la recuerda en Chile. Teniendo solamente 17 años, asesinó a su padre, Gonzalo de los Ríos Encío, con un pollo envenenado. Un comentarista chileno ha escrito: "Tan surrealista es nuestro país, que algunos han decidido erigir un monumento (además de dedicarle biografías y películas) a la mujer más poderosa e inhumana de nuestra historia".




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