(1112) Según el cronista, Francisco de
Villagra actuó sin contemplaciones porque sabía que Pedro Sancho de la Hoz y
sus partidarios, ausente Pedro de Valdivia, iban a matarlo a él para hacerse
fácilmente con el poder en la ciudad de Santiago: "Muerto Pedro Sancho,
quedó Villagra en quietud, cuidando lo que Valdivia le había dejado a su cargo.
Se hizo querido por muchos, ganándoles su voluntad". Pero también a
Villagra le tentaba el ansia de poder, y tomó astutas medidas: "Puso en
efecto una precaución oculta debajo de la amistad que debía a Valdivia. Dio
orden de que se hicieran dos informes, uno a favor de Valdivia, y el otro en
contra. Una vez terminados (y halló testigos para todo), mandó hacer una
fragata, y en ella envió al Perú a algunos que veían mal a Valdivia y tenían
quejas de él, y con ellos envió a Pedro de Villagra, que después fue
gobernador, el cual llevaba las probanzas con mala intención, de manera que, si viese a
Valdivia mal considerado por el que gobernaba al Perú, le ayudase a derribarlo con las que le
perjudicaban él, y, si lo hallase bien situado,
presentase en su favor la otra probanza. Todo esto lo supo después Valdivia, y de ello le resultó a Francisco de Villagra mucho
daño y desasosiego".
Entre tanto, Pedro de Valdivia también
maniobraba a su favor, aunque haciendo méritos: "Llegado Valdivia al
puerto de Arica (al sur de Perú), supo que el licenciado Pedro de la Gasca
estaba en Lima con grandes poderes que traía del emperador don Carlos, y que
Gonzalo Pizarro tenía el reino tiranizado, aunque esto ya lo sabía él por
cartas del mismo Gonzalo. De allí navegó hasta Lima, y, llegado al puerto, supo
que el licenciado Gasca iba caminando en busca de Gonzalo Pizarro hacia el valle de
Jaquijaguana (para luchar contra él). Tomando cabalgaduras, se dio tanta
prisa que lo alcanzó en breve. Viéndose con él fue bien recibido por Pedro de
la Gasca, que le hizo mucha honra y merced en su tratamiento".
La intención de Pedro de Valdivia era
transparente. La vía más directa para que se le confirmara como gobernador de
Chile era la mediación de Pedro de la Gasca ante Carlos V. Él tenía poderes
para nombrarle gobernador, aunque la confirmación definitiva tenía que dársela
el emperador (casi como mero trámite). La forma más segura de convencer a La
Gasca era arriesgar su vida ayudándole en la lucha contra Gonzalo Pizarro, y es
lo que le va a ofrecer sin titubeos. Dio un paso adelante de mucho mérito,
aunque después resultó que, imprevisiblemente, la victoria militar fue un
paseo.
Y sigue contando Marmolejo: "Como
Valdivia era tenido por hombre de guerra, el licenciado Gasca le rogó que interviniese
en todo lo que viese que al servicio de su Majestad convenía, porque él en su
nombre se lo mandaba y en el suyo se lo pedía por merced, pues había probabilidades
de que su venida fuese muy beneficiosa. Y así, Valdivia, sin estar al mando,
sino como hombre privado, andaba en el campo de batalla y decía todo lo que a
él le parecía convenir. Sucediendo lo que todos conocen (la derrota de
Gonzalo Pizarro), y sabida la historia por parte del rey, todo se mostraba
favorable a los deseos que él tenía. Estando bien avenido con el licenciado
Gasca, vueltos que fueron a Lima, comenzó Valdivia a tratar en sus negocios
pidiéndole la gobernación de Chile, y todo lo que decía le parecía muy bien al
licenciado Pedro de la Gasca, teniéndole por muy hombre. Pedro de Valdivia supo
negociarlo tan bien, que, con la ayuda de algunas personas principales, alcanzó
de palabra la promesa de la merced que pretendía".
(Imagen) El apellido VILLAGRA dejó en
Chile un rastro histórico, pero no por un conquistador, sino por dos, lo cual
se ha prestado a confusiones, y ahora los acabamos de mencionar juntos.
FRANCISCO DE VILLAGRA era el que tenía preparadas dos actitudes para con Pedro
de Valdivia: una, la de apoyarle si lograba ser gobernador, y, la otra, la de
tratar de ganarle el puesto. Luego esto le pasará factura frente al vencedor
Valdivia. Había nacido (como Juan Ponce de León), en Santervás de Campos (Valladolid),
el año 1511. Su padre, Álvaro de Sarria, era comendador de la Orden de Santiago.
En 1535, Francisco de Villagra había estado en Túnez luchando victoriosamente
con Carlos V contra los turcos. El año 1537, ya andaba por Perú luchando, como
almagrista, contra Francisco Pizarro, e hizo un fracasado intento de liberar a
Diego de Almagro. En 1540, llegó, bajo las órdenes de Pedro de Valdivia, a
Chile. Su confianza mutua flaqueó por parte de Valdivia al comprender que
Villagra deseaba suplantarle con malas artes. No obstante, la colaboración entre
ellos siguió funcionando. Sufrieron ambos la pesadilla de los indios araucanos.
A Villagra lo derrotaron, y después le dieron muerte de forma horrenda a Valdivia,
pero será el propio Villagra, en 1557, quien venza y mate al mítico cacique
Lautaro. Tras la muerte de Valdivia (el 25 de diciembre de 1553), ejerció
Francisco de Villagra como gobernador interino (siéndolo oficial luego dos
veces), y, después de diversas peripecias que veremos más tarde, murió de
enfermedad el año 1563. Entonces, tomó el relevo como gobernador interino su
primo PEDRO DE VILLAGRA, el cual había nacido el año 1513 en Mombeltrán (Ávila).
Estuvo, como Francisco, en Perú, y fue con él a Chile. Tras la muerte de Valdivia,
le sucedió como gobernador Francisco de Villagra. Pasado un tiempo, se sintió
gravemente enfermo, y le cedió a Pedro el mando de sus tropas, quien tuvo que vérselas con los araucanos, a los
que siempre derrotó. Francisco murió el año 1563, dejándole a Pedro como
gobernador, pero, en 1565, le quitó el mando el nuevo titular, Rodrigo de
Quiroga, y lo envió a Perú para que lo juzgaran por ciertas acusaciones, de las
que fue absuelto. Murió en Lima en 1577, dejando fama de haber sido muy humano
con los indígenas. La imagen muestra que, en 1555, su primo, FRANCISCO DE
VILLAGRA, era gobernador de Chile, y que se le informaba al Rey que era digno
de que le concediera el Hábito de Santiago.
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