(1102) Después de terminar el texto de la
crónica titulada Comentarios, hay un añadido que admite dos interpretaciones. Algunos
piensan que es una falsificación para favorecer en sus pleitos a Álvar Núñez
Cabeza de Vaca, pero personalmente creo que es una sospecha muy retorcida,
aunque nada hay seguro, ya que es casi ley de vida que quien publica algo trate
de dar buena imagen. Cabeza de Vaca, antes de ser destituido, fue muy duro con el
capitán Hernando de Ribera porque había permanecido más tiempo del debido en
una misión de conquista que le había
confiado, llegando al extremo de querer ahorcarlo, pero tuvo que ceder para
evitar un motín general. Hasta se decía que Cabeza de Vaca, en ausencia de
Ribera, había tenido como amante a su mujer, una indígena. Cuando ya estaba
preso en Asunción el gobernador, Hernando de Ribera, por petición de Pedro
Hernández, hizo un informe de lo que habían descubierto en ese viaje excesivamente
prolongado. En él se hablaba de maravillas, pero no conocidas personalmente,
sino a través de lo que los indios les contaban. Quienes sospechan dicen que el
informe sería falso, y resultado de un montaje de Pedro Hernández para aumentar
el prestigio de Cabeza de Vaca de forma que pudiera seguir siendo gobernador, y
así emprender una nueva campaña destinada a conquistar aquellas tierras
tan 'prometedoras'. El documento está
cargado de garantías legales, refrendado por Pedro Hernández ante numerosos
testigos, y declarando Hernando de Ribera bajo juramento. Lo hizo el año 1545,
y explica que el gobernador le envió desde el puerto de los Reyes con varios
hombres en un bergantín por el río Paraguay hacia el norte en 1543. Bajó a
tierra con cuarenta hombres, "y, yendo por muchos pueblos de indios, tomó de
ellos copiosa relación para saber de ellos la verdad, como hombre que sabe la
lengua caria, para que luego entrase personalmente el gobernador a conquistar aquella
tierra". Los indios les informaron de la existencia de otras tribus, ya en
términos peruanos, y hasta les aseguraron que, en aquella zona había mujeres
amazonas, que eran guerreras. A esta fantasía, añadían otras, como la de que había poblados de gente negra con casas
de piedra, y donde abundaba "el metal blanco y el amarillo". Si bien
la información era imprecisa, es muy probable que estuvieran hablando de la lejana civilización
inca, debido a que rumores poco precisos
se hubieran ido extendiendo hacia territorios que estaban al sur del imperio
peruano. Eso explicaría que también hicieran otro comentario curioso: "Entre
las dichas poblaciones hay cristianos. Fueron preguntados cómo lo sabían, y
dijeron que indios de sus tribus, yendo cerca de aquel territorio, habían visto
venir mucha gente vestida, blanca, con barbas y que traían caballos, yendo montados en ellos". El documento
es bastante más extenso. Hernando de Ribera juró solemnemente ser verdad todo
lo dicho y pidió que se le diera una copia del original al gobernador Cabeza de
Vaca, de cuya entrega fueron testigos el padre Paniagua, Sebastián de
Valdivieso, Gaspar de Hortigosa, y Juan de Hoces, todos vecinos de Córdoba (España).
Por otra parte, no parece tener sentido que se dude de la autenticidad de lo
que dice Hernando de Ribera, ya que con
él iba en la expedición el alemán Ulrico Schmidl, quien hizo por su cuenta un
relato casi idéntico, y, además, criticando a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, al
que le reprochaba no saber mandar y ser un prepotente.
(Imagen) Vamos a finalizar el tema de los
COMENTARIOS de Álvar Núñez Cabeza de Vaca dedicándole esta reseña, como
desagravio, a HERNANDO DE RIBERA. No se sabe su lugar de origen, pero llevaba
tiempo en los territorios de Paraguay, por haber llegado en la expedición del
veneciano Sebastián Caboto, quien, al servicio de Carlos V, anduvo navegando
por aquellas tierras. Parece ser que Ribera, con otro grupo de españoles e indios,
se quedó perdido en tierra, hacia 1527, hasta que fueron encontrados en 1536
por los hombres del gobernador de Río de la Plata, Pedro de Mendoza. En ese
tiempo aprendió alguna de las lenguas nativas, lo que, como hemos visto, le
sirvió para hablar con los indios carios en la expedición que le confió Cabeza
de Vaca, y redactar el informe que hizo sobre las posibles riquezas del norte
de Paraguay. A pesar de que Cabeza de Vaca se enfadó violentamente por su
tardanza en volver, no es de creer que Hernando de Ribera se convirtiera en uno
de sus enemigos. Antes de que llegara como gobernador Cabeza de Vaca, había
establecido, junto a Juan de Salazar de Espinosa, y bajo sus órdenes, el
poblado de La Asunción, que pronto se convertiría en la capital de Paraguay,
ciudad en la que el propio Ribera fue luego regidor. No parece que formara
parte en 1544 de la rebelión que destituyó al gobernador, y, ante la duda y
mientras no haya pruebas de lo contrario, habrá que dar por cierta la
autenticidad del informe que declaró
(para entregárselo al apresado Cabeza de Vaca) sobre su viaje a las tierras de
los carios. Quien se hizo más tarde con la gobernación fue Domingo de Irala (probable
principal impulsor, desde la sombra, de la destitución de Cabeza de Vaca), cuyos
métodos no parecían gustarle a Hernando de Ribera. De hecho, consiguió que fuera
destituido Francisco de Mendoza (siendo nombrado Diego de Andreu), al cual
había elegido Irala como sustituto suyo al salir él de expedición. Más tarde se
complicaron aún más las cosas en Paraguay, con la ejecución de Andreu y la confirmación de Domingo de
Irala como gobernador. Eran tiempos tumultuosos en los que Hernando de Ribera
se mantuvo en la sombra. Hizo un viaje a España, y consta que figuraba en la
lista de los que partieron de allí hacia Paraguay bajo el mando de Juan Ortiz
de Zárate, cuya flota llegó el año 1572. Se supone que por entonces, y en
Asunción, murió HERNANDO DE RIBERA. Dicho lo cual, damos por terminado el
relato de los COMENTARIOS DE ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, con quien la diosa
Fortuna se mostró especialmente caprichosa.
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