martes, 14 de septiembre de 2021

(1521) Los indios acabaron con todos los hombres de Juan Bohó, y, a él, lo mataron salvajemente. Valdivia perdonó a Pedro Sancho de la Hoz varios motines. Francisco de Villagra, viendo que lo intentaba otra vez, lo ejecutó.

 

      (1111) El cronista Marmolejo sigue contando de forma abreviada la cosas que ocurrieron en Chile antes de que él  llegara a aquellas tierras, el año 1549. Ahora nos detalla cómo murió Juan Bohón, quien había fundado pocos años antes la ciudad de La Serena, cuando Valdivia se lo encargó por haber considerado que Francisco de Aguirre, a quien confió la misión, no había tratado allí como era debido a los indios: "Volviendo al capitán Joan Bohón, diré que, habiendo poblado la ciudad de La Serena,  Pedro de Valdivia, contento por su trabajo, partió de la ciudad de Santiago. Entonces el capitán Bohón quiso asentar el valle de Copiapó con el fin de tener seguro contra ataques indios aquel camino para los que del reino del Perú viniesen a Chile. Llegado a este valle, salieron los nativos fingidamente a servirle de paz cautelosamente. Una mañana, siendo capitán bisoño y con poca práctica en la guerra, y no teniendo guardia que le protegiese, los indios dieron en él, y, antes de que se pudiesen juntarse los españoles para defenderse, con grandísima braveza los mataron a todos, no escapando vivo ninguno de ellos, que eran treinta y dos,  salvo Juan Bohón. Al cual lo prendieron, y, atadas las manos con una cruz que él solía tener en un bastón, diciendo que con aquella en la mano pacificaría todo el reino de Chile, le trajeron por todo el valle triunfantes de él y de su miseria, y le dieron muerte tan dura, que, usando muchas crueldades, terminaron ahorcándole. Algunos dijeron que lo vieron ahorcado, y tenía cruces marcadas en las espaldas y en los pechos. Pudo ser que, como era buen cristiano, fuese Dios servido de que la cruz que él traía en la mano, se mostrase en su cuerpo para felicidad de su ánima. Sabido en la ciudad de La Serena lo ocurrido, los que en ella habían quedado miraron por sí viviendo recelosos de los naturales, y dieron aviso a la ciudad de Santiago. Les respondió Francisco de Villagra que mirasen ellos por su pueblo, ya que, al presente, no tenía gente que poderles enviar. Ellos no quisieron irse a Santiago, porque su deseo era ser vecinos de La Serena, y les parecía que podrían resistir por haber pocos indios en aquella comarca". Recordemos que después los indios arrasaron la ciudad, y el cronista nos lo explicará con más detalle.

     Ya hemos visto que Pedro de Valdivia corrió varias veces peligro de que lo matara Pedro Sancho de la Hoz, pero nunca se atrevió a castigarlo, quizá por temor a que tuviera que dar muchas explicaciones ante la Corona. Pero aquello no podía acabar bien: "Francisco de Villagra se quedó en la ciudad de Santiago por capitán de Valdivia, con todos los poderes, como persona a la que tenía por amigo. Entonces acaeció que un hidalgo principal casado en Toledo, llamado Pedro Sancho de la Hoz, había llegado hacía poco de España, nombrado por el emperador don Carlos gobernador del territorio que alcanzase, desde el Estrecho de Magallanes abajo, trecientas leguas por la costa de Chile (ya, de entrada, era una zona muy poco apetecible) . Pero, después de que Valdivia fue ido al Perú (aún  no tenía confirmado el título de gobernador), comenzó a decir que se creía que no volvería más, por lo que, teniendo él una cédula de gobernación, era justo que él gobernara Chile".  

     Las pretensiones de Sancho de la Hoz encontraron eco en bastante gente, e incluso se hablaba de que convenía matar a Francisco de Villagra antes de que volviese Valdivia. Pero se dio cuenta de que tenía que reaccionar rápidamente, y  no le tembló el pulso: "Informado Villagra por sus amigos, hizo información contra él por escrito, y hallándolo culpable, según su parecer, lo mandó prender y luego cortarle la cabeza, cosa de gran crueldad".

 

     (Imagen) Al cronista Marmolejo le pareció excesivo que Francisco de Villagra ejecutara por traidor, en 1547, a PEDRO SANCHO DE LA HOZ. Pero todo apunta a que Pedro, con su oportunismo, se lo estaba ganando a pulso. Solo el Rey podría haber ampliado los límites de la gobernación que le había concedido. Pero también se entiende que le cegara la ambición, ya que la situación era bastante confusa (pero no lo suficiente). Pedro había nacido en Calahorra (La Rioja), hacia el año 1510. Tenía el título de escribano público, y fue secretario de Francisco Pizarro. Él se encargó de dar fe de los repartos que se hicieron entre los conquistadores, en 1533, del botín de Atahualpa, ya ejecutado, e, incluso, escribió una crónica sobre aquella conquista. Volvió a España en 1535, se casó con la aristocrática Guiomar de Aragón y, el año 1539, regresó solo a Perú, habiéndole concedido Carlos V el descubrimiento y  gobernación  de las tierras situadas al sur de lo que les correspondía a Pizarro y a Almagro (siendo lo de este último territorio chileno). Se encontró con la sorpresa de que, muerto Almagro, Pizarro le dio permiso a Valdivia para conquistar territorio chileno, y Pedro tuvo que aceptar, de mala gana, asociarse con él. Ninguno de los dos tenía esos derechos por concesión del Rey, porque lo que le asignó a Sancho de la Hoz estaba más al sur, en una zona tan dura, que fue la tumba de muchas campañas. (Acababa de ocurrir entonces el desastre de la organizada por el obispo de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal, y muchos años después se produjo la catástrofe de la  capitaneada por un hombre de todo punto excepcional: Pedro Sarmiento de Gamboa). Pedro de Valdivia buscó con sensatez su confirmación como gobernador, y lo consiguió, pero Pedro Sancho de la Hoz, queriendo lograrlo a la brava (y, además, se había arruinado), promovió varios atentados contra la vida de su rival, quien siempre lo perdonó, a él y a sus cómplices. Dado el carácter implacable de Pedro de Valdivia, solo puede tener una explicación: hizo encaje de bolillos para que Carlos V no tuviera nada que reprocharle, y persiguió su objetivo con insistencia y hábiles maniobras diplomáticas, que estuvieron a punto de torcerse en su trato con el gran Pedro de la Gasca, quien, sin embargo, terminó por reconocerlo como gobernador de Chile y, asimismo, consiguió que el emperador lo ratificara. En la imagen se ve que la concesión que le hicieron a Sancho de la Hoz era para descubrir por la costa del Mar del Sur (el Pacífico), y más abajo del Estrecho de Magallanes ("la otra parte del dicho Estrecho").




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