miércoles, 1 de septiembre de 2021

(1509) Los rebeldes no se atrevieron a matar a Cabeza de Vaca, y, tras once meses de encierro, lo embarcaron para España. Él quiso dejar como gobernador a Juan de Salazar, pero también lo metieron en el barco.

 

     (1099) Las críticas del cronista y escribano público Pedro Hernández contra Domingo de Irala, los funcionarios del Rey y sus cómplices siguen siendo muy duras. Sin que podamos contrastarlas con otras opiniones, hay algo que le inclina a uno a pensar que, aunque fueran exageradas, la razón estaba de parte de Cabeza de Vaca, entre otras cosas, porque había sido destituido violentamente, y sin haberle informado previamente de nada al emperador Carlos V. Hay también detalles que animan a tener esa opinión, como el hecho de que uno de los 'golpistas' mencionados haya sido el valenciano Jaime Rasquín, de quien, en su día, vi pruebas de su mala catadura moral, de lo que, en breve, haré un amplio comentario porque las recogí en la biografía que escribí hace años sobre Sancho Ortiz de Matienzo, doctor en leyes, canónigo de Sevilla y tesorero de la Casa de Contratación de las Indias, radicada en la misma ciudad.

     Lo que cuenta el cronista estaba absolutamente prohibido en las Indias: "Para ganarse los oficiales y Domingo de Irala a los indios, les dieron licencia para que matasen y comiesen a sus indios enemigos, y muchos de ellos eran cristianos recientemente convertidos, cosa tan en contra del servicio a Dios y a Su Majestad, y tan aborrecible a todos cuantos lo supieron.  Y, además, les decían a los indios que el gobernador era malo, que por eso no les consentía matar y comer a sus enemigos, y que por esta causa lo tenían preso. Pero, viendo los oficiales y Domingo de Irala que, con todo lo que ellos hacían, no cesaban los alborotos y escándalos, acordaron sacar de la provincia al gobernador, aunque los mismos que lo decidieron se quisieron quedar allí y no venir a España, pues, con sólo echarle de la tierra con algunos de sus amigos se contentaron".  

     El plan de llevar a Cabeza de Vaca a España va a generar una protesta en los dos bandos que había en la ciudad. Los amigos de los oficiales y de Domingo de Irala, por el modo de querer hacerlo, y, los partidarios del gobernador, por intentar llevarlo a cabo:  "Lo cual molestó mucho a sus cómplices, y entre ellos hubo muy gran escándalo, diciendo que los oficiales habían afirmado que tenían derecho a prenderle, pero habían prometido que irían con el gobernador a explicarle todo a Su Majestad.  Por ello, les exigían que fueran a España, aunque no quisiesen, a dar cuenta de lo que habían hecho.  Y, por esa protesta, tuvieron que ponerse de acuerdo para que dos de los oficiales partiesen con el gobernador, y los otros dos se quedasen en Asunción. Con el fin llevarlo a cabo, prepararon uno de los bergantines que el gobernador había hecho, y, cuando se supo,  hubo muy grandes alborotos por el gran descontento que la gente tenía al ver que querían llevarse al gobernador fuera de Río de la Plata. Entonces los oficiales acordaron prender a los que eran seguidos por la gente en su protesta, pero no osaron  hacerlo. Además, por petición del gobernador, al cual le habían pedido que calmase a la gente, dieron  su palabra de no sacarle de la prisión, y prometieron no prender a nadie y que soltarían a los que tenían presos. Como hacía tanto tiempo que tenían preso al gobernador en la cárcel (unos once meses) y ninguna persona le había visto, muchos recelaban de que le hubiesen matado secretamente, y pedían que dejasen entrar a dos religiosos y dos caballeros para que le viesen y pudiesen certificar a la gente que estaba vivo.  Los oficiales prometieron hacerlo tres o cuatro días antes de que lo embarcasen, pero no lo cumplieron".

 

     (Imagen) Luego llegó la pelea burocrática, como hacen los políticos peleones y retorcidos. Había sido mucha osadía destituir y apresar a Cabeza de Vaca, el gobernador de Río de la Plata nombrado por Carlos V. Los autores decidieron llevarlo preso a España para justificar ante el emperador su actuación: "Cuando esto pasó, los funcionarios reales prepararon muchos escritos contra el gobernador, y, para acusarle de delitos, escribieron cosas que nunca pasaron. Por su parte, los amigos del gobernador ocultaron, en un hueco del bergantín en el que lo iban a llevar a España, una información general que el gobernador había hecho para enviar a Su Majestad". Después el veedor Alonso Cabrera y el factor Pedro Dorantes se encargaron de trasladar al gobernador al bergantín sin dejar que fuera visto, a pesar de que lo habían prometido. Cabeza de Vaca, al ver que lo llevaban, les dijo algo que tiene importancia para opinar sobre el papel que tuvo en aquel drama un personaje histórico: "Señores, sed testigos que dejo por mi lugarteniente de gobernador al capitán JUAN SALAZAR DE ESPINOSA, para que por mí, y en nombre de Su Majestad, tenga esta tierra en paz y justicia hasta que Su Majestad provea lo que más servido sea". Sin embargo, el cronista Pedro Hernández va a poner en duda (a mi entender, injustamente) la fidelidad de Salazar. Según cuenta, estas palabras le sacaron de quicio al teniente de tesorero Garci Venegas: "Arremetió contra el gobernador con mucha furia, le puso el puñal en la sien, le hizo una herida pequeña y le dio tal empujón a él y a los que lo tenían sujeto, que cayeron todos al suelo, pero pudieron llevarlo a toda prisa al bergantín, que se puso en marcha río abajo. Dos días después, Domingo de Irala, el contador Felipe de Cáceres y el factor Pedro Dorantes fueron a la casa del capitán Juan de Salazar, lo prendieron a él y a Pedro de Estopiñán Cabeza de Vaca, fueron río abajo hasta alcanzar el bergantín en que estaba el gobernador, y con él vinieron presos a Castilla. Si el capitán Salazar hubiese querido, el gobernador no habría sido apresado, ni traído a Castilla, pero, como quedaba en el puesto de teniente del gobernador, lo disimuló todo". Lo que el cronista le exige a JUAN DE SALAZAR DE ESPINOSA DE LOS MONTEROS parece un imposible, porque lo único que habría conseguido es que Domingo de lrala y sus compinches le cortaran la cabeza. (Le debía este comentario  a mi casi paisano Juan de Salazar, natural de Espinosa de los Monteros-Burgos).




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