viernes, 10 de septiembre de 2021

(1517) Las guerras de los españoles siempre eran forzadas. Valdivia mandó dos veces a Alonso de Monroy a Perú en busca de refuerzos. La primera, salvó la vida gracias a la música. La segunda, murió allá de enfermedad.

 

     (1107) Valdivia reaccionó rápidamente: "Salió de la ciudad con cuarenta hombres, y, llegado al valle de Quillota, halló algunos indios que estaban al servicio de los españoles que habían muerto, y algunos anaconas (criados indios) del Perú que se habían escondido. Después de haberlos recogido y haber observado el valle, comprendió que, para tener controlados a los nativos, era necesario hacer un fuerte en el que hubiese guarnición de ordinario. Y, con toda la diligencia posible, fueron en breve tiempo realizados los trabajos, y, asimismo, dio orden de hacer sementeras de maíz e impedir que  los indios hiciesen las suyas. También se ocupó de que se extrajera oro, como hombre prudente en todo. Los indios, viendo el orden que los cristianos tenían, y que ellos no podían sembrar ni salir al valle, comenzaron a venir en son de paz y a servir. Como a los que venían no se les hacía daño alguno, sino que los recibían bien, llegaban muchos todos los días. De esta manera se fue poblando aquel valle y otros comarcanos, gracias, sobre todo, al fuerte que se hizo en él".

     Una y otra vez se confirma que los españoles solo querían tener un control tranquilo de las tierras que conquistaban, y, para ello, hacían paces con los indios dejando en el olvido los perjuicios que, casi siempre por medio de engaños, les habían causado, muertes incluidas. En medio de aquellos percances, Pedro de Valdivia seguía ansioso por conseguir refuerzos de soldados que llegaran de Perú, y sabía que la única manera de conseguirlo era deslumbrarlos con expectativas de triunfos y riquezas: "Habiendo procurado darle importancia a aquellas tierras con el oro que había sacado, le pareció acertado enviar ya al Perú alguna muestra, y hubo algunos caballeros con voluntad de servirle en aquella misión.  Tras hacerles promesas, concertó, con el capitán Alonso de Monroy, Pedro de Miranda y otros cuatro soldados, que fuesen con noticias de la tierra de Chile e informasen en el Perú al que gobernase aquel reino (era una incógnita quién estaba al mando en aquellas tierras tan alteradas por las guerras civiles). Incluso tuvo una aparatosa idea para despertar el interés de posibles interesados en la aventura de Chile: "Y, para que en el Perú les diesen crédito de que era Chile una tierra próspera, les mandó a los que iban a partir que hiciesen los estribos de las sillas y las guarniciones de las espadas con oro. Salieron así de Santiago y llegaron al valle de Copiapó, que está de la ciudad de Santiago a ciento veinte leguas, donde, queriendo obtener provisiones,  fueron asaltados por los indios, los cuales, peleando con ellos y no dejándoles subir a los caballos, mataron a los cuatro soldados, y, al capitán Monroy y a Pedro de Miranda los prendieron y los llevaron ante los indios principales. Entonces, quiso Dios que viera allí Pedro de Miranda una flauta, y comenzó a tocarla, porque lo sabía hacer. A los indios principales les dio tanto contento oír su música, que le dijeron que les enseñase a tañer, y no lo matarían. Él les contestó que lo haría, pero que les rogaba que al capitán Monroy no lo matasen, porque era su amigo y lo quería mucho. Fue tanto lo que persuadió a aquellos principales con la flauta, que cedieron a su petición, remedando en parte a Orfeo, cuando fue en busca de su mujer al infierno".

 

     (Imagen) La empresa de Chile fue una consecuencia de la conquista de Perú, por la lógica del Plus Ultra, aquel impulso conquistador con el que llegaron los españoles a las Indias. El primer intento lo llevó a cabo Diego de Almagro, con la ilusión de que, si conquistaba aquellas tierras, se convertiría en un verdadero gobernador y podría disfrutarlo sin la rivalidad de Francisco Pizarro. Pero fracasó, volvió  a Perú y murió luchando contra el  gran Pizarro, habiendo sido antes socios y excelentes compañeros. El segundo y definitivo intento corrió a cargo de Pedro de Valdivia. Aunque murió trágicamente, había conseguido dar definitiva estabilidad a la conquista de Chile. Fue también en Perú donde se alistó en su ejército ALONSO DE MONROY. Había nacido, de familia hidalga, hacia el año 1510 en Salamanca, y, como vemos en la imagen de su registro de embarque, partió hacia Perú en 1537, siendo sus padres Cristóbal de Monroy y Constanza Gómez de Prado. En 1539, muerto ya Diego de Almagro, él y algún otro más, se asociaron con Pedro de Valdivia (y bajo su mando) para financiar la campaña de Chile. Durante el viaje Monroy salió en defensa de Pedro Sancho de la Hoz (otro de los socios), acusado de haberse unido a traidores. Valdivia se lo alabó, y extrañamente, porque luego fue objeto de nuevas traiciones de Sancho de la Hoz. Es posible que a Valdivia le gustara la intervención diplomática de Monroy porque, de  momento, tuvo un efecto positivo, ya que calmó la situación, pero ya veremos que la terquedad del sospechoso será tan repetitiva que le costará la vida. Pedro de Valdivia siempre le tuvo un gran aprecio a Alonso de Monroy, y lo nombró teniente general de la  nueva gobernación de Chile en 1541, recién fundada la ciudad de Santiago, la que sería la gran capital del país. Enseguida veremos que terminará con éxito el accidentado viaje que ahora está realizando con Pedro de Miranda hacia Perú, por encargo de Valdivia y con el principal objetivo de reclutar más gente. Llegará a Perú cuando ya habían asesinado a Francisco Pizarro y Cristóbal Vaca de Castro había derrotado y ejecutado a Diego de Almagro el Mozo. Tras volver a Chile en 1544, Valdivia le encargó otro viaje a Perú, en los turbulentos tiempos de la rebelión de Gonzalo Pizarro, y allí murió a principios del año 1546, en Lima, el valiente y leal ALONSO DE MONROY, pero por los efectos de una prosaica enfermedad contagiosa.




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