domingo, 5 de junio de 2016

(Día 287) MOCTEZUMA SE ASUSTA al conocer la derrota de los TLAXCALTECAS; en adelante, su comportamiento resultará confuso. El rebelde XICOTENCA ‘EL MOZO’ rinde pleitesía a CORTÉS. Los TLAXCALTECAS colaboran entusiasmados con CORTÉS.

(39) –Digamos ya, fiel escribano, que Moctezuma va a resultar un personaje desconcertante, pero muy apreciado por los españoles.
     -Choca, ciertamente, docto abad, el contraste de la tiranía de su poder con la vulnerabilidad de su carácter. Escribe Bernal: “Tras darnos nuestro Señor la victoria de las batallas de Tlaxcala, voló nuestra fama por todas aquellas comarcas y fue a oídos del gran Moctezuma. Y si de antes nos tenían por teúles, puso espanto en todas las tierras cómo, siendo nosotros tan pocos y los tlaxcaltecas de muy grandes poderes, los vencimos. Por manera que Moctezuma temió nuestra ida a su ciudad, y nos envió cinco principales con un presente de oro y joyas muy ricas, y a decirnos que  se holgaba mucho de nuestra gran victoria y que quería ser vasallo de nuestro gran emperador”. Era, sin duda, una hipócrita oferta, porque se mostraba dispuesto a pagar tributo a Carlos V “con tal que no fuésemos a México, porque la tierra era fragosa”.
     -Como ves, jovencito, un argumento pueril. Los embajadores tuvieron ocasión de presenciar otro hecho preocupante para los mexicanos. “Vino el capitán Xicotenca el Mozo con muchos caciques y muy de paz, y le hizo mucho acato a Cortés, que, con gran amor, le mandó sentar cabe sí”. Pidió perdón por las batallas, diciendo que había creído que los españoles estaban al servicio de Moctezuma. Y sigue Bernal: “Era Xicotenca alto de cuerpo y de gran espalda y bien hecho, y tenía la cara larga e como hoyosa y robusta; era de unos 35 años, y mostraba en su persona gravedad. Y dijo que tenía por cierto que, con nuestra compañía, serían guardadas sus personas, mujeres e hijos, y no estarían con sobresalto de los traidores mexicanos. Y Cortés le dio las gracias muy cumplidas y con halagos”. Partieron los tlaxcaltecas, “y a los embajadores mexicanos les pesó en gran manera las paces, y le dijeron a Cortés que todo lo que le habían dicho era burla y palabras engañosas de hombres muy traidores”. Sin que Cortés diera importancia al comentario,  tras partir los mexicanos con la promesa de traer pronto más noticias de Moctezuma, y aprovechando el remanso de paz después  del triunfo logrado, lo primero que hizo fue mandar las maravillosas noticias a los de la Villa Rica, y darles algunas instrucciones, entre ellas las de que “siempre favoreciesen a los pueblos totonacos, nuestros amigos (desde Veracruz hasta Tlaxcala todo quedaba pacificado)”.
     -Sigue con la copla, santo clérigo, que también pensaba en las misas.
     -Así es, puritano joven. Entonces, aunque pecadores, éramos muy creyentes. Por eso pidió además Cortés a los de la Villa Rica “que le enviasen pronto dos botijas de vino que había dejado soterradas en su aposento, y asimismo trajesen hostias de las que habíamos traído de la isla de Cuba, porque ya se habían acabado”. Vuestras malisiosas y poco piadosas mersedes sepan que las botijas de vino eran solamente para celebrar la santa misa, y que aquellos toscos soldados se sentían medio perdidos si faltaba la eucaristía. Bernal al habla: “Volvieron de México seis principales y trajeron un rico presente del gran Moctezuma, que le rogaba a Cortés que no se confiase de los de tlaxcaltecas”. Era otra ingenua trampilla; casualmente los de Tlaxcala, ansiosos porque Cortés no se decidía a visitarlos, llegaron entonces en masa con sus caciques principales, “y nos hicieron gran acato”. Al decir Cortés que no había ido aún porque le faltaba gente para llevar a cuestas la artillería, “sintieron tanto placer que en los rostros se les conoció, y dijeron: ‘Malinche (Cortés), ¿por eso has esperado y no lo has dicho?’. Y trajeron al otro día sobre 500 indios de carga, y comenzamos a marchar con mucho orden camino de Tlaxcala”. Bernal, en boca de los nativos, llamará Malinche repetidamente a Cortés, y lo explica: “La causa de haberle puesto este nombre los indios es que, porque doña Marina, nuestra lengua, estaba siempre en su compañía, le llamaban a Cortés ‘el capitán de Marina’, y para más breve, le llamaron Malinche”. Tiene razón Bernal, pero lo deja confuso. En realidad se debía a que el nombre indígena de esa mujer sin par era Malinchin.

     (Foto: una escena del Lienzo de Tlaxcala, cuyo original, de mediados del XVI, se perdió, pero pudo ser reproducido en esta copia del XVIII; muestra a los tlaxcaltecas aportando provisiones a Cortés para la campaña de México; figura también doña Marina al lado de Cortés como su intérprete de la lengua náhuatl, y se ven detrás guerreros totonacos).


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