sábado, 4 de junio de 2016

(Día 286) LOS CACIQUES DE TLAXCALA deciden pactar, pero XICOTENCA ‘EL MOZO’ se opone. Nueva maniobra hábil de CORTÉS para evitar que algunos soldados se vuelvan a CUBA. Con un duro castigo a unos espías tlaxcaltecas, XICOTENCA se acobarda, y LLEGA LA PAZ DEFINITIVA.

(38) –Es curioso, paisano, el contraste entre un viejo y un joven. Las razones del corazón de un mancebo no suelen ser razonables.
     -Ya sabes, tierno abad, aquello de que se empieza pirómano y se termina bombero. Veamos las palabras de Bernal: “Xicotenca el  Mozo dijo que ya había muerto (matado) muchos teúles y la yegua, y que quería acabarnos de vencer y matar. Desque oyeron la respuesta su padre y los demás caciques (los ‘ancianos’), se enojaron y mandaron a todos los capitanes que no fuesen con el Xicotenca a darnos guerra”. Pero no se presentaron adonde Cortés para hacer las paces, al parecer por miedo al irascible y joven caudillo indio. Entre tanto, volvieron a flaquear los partidarios de Velázquez, ansiosos por acabar aquella pesadilla volviendo a Cuba: “Uno de ellos, que habló por todos y que tenía buena expresiva, le dijo a Cortés que mirase cuán mal andábamos todos”; pero el hábil capitán no tuvo difícil amontonar argumentos basados en las dificultades y peligros pasados, presentes y futuros. Tras contestarles que “en todos esos peligros no me habréis conocido tener pereza, que en ellos me hallaba con vosotros; e tuvo razón de lo decir porque en todas las batallas se hallaba entre los primeros”, elaboró una brillante réplica mostrándoles la botella medio llena, y apelando, entre otras cosas, a la riqueza, el honor y la gloria. “Y además de lo hablado por Cortés, todos los que le habíamos alzado por capitán y aconsejado dar al través con los navíos dijimos en alta voz que no se preocupase de corrillos ni de oír semejantes pláticas, sino de que estemos con buen concierto para hacer lo que convenga. Y así cesaron todas las pláticas”. Xicontenga el Joven, por su parte, como estrategia de despiste, mandó varios indios con comida a los españoles, “y supo doña Marina (porque lo decían los totonacos) que eran espías, y se lo dijo a Cortés, que consiguió que confesaran que así era y que Xicotenca iba a dar aquella noche con todas sus capitanías contra nosotros, por lo que mandó que  se les cortaran, a unos las manos, y a otros los pulgares, y se los enviamos a Xicotenca. Y como vio llegar a sus espías de aquella manera, perdió el  brío y la soberbia; además se le había ido del real un capitán con su gente porque tuvieron discusiones desde las batallas pasadas”. Santo remedio: aunque, pasado el tiempo, volverá a crear graves problemas este rebelde (quizá con sincera causa), los tlaxcaltecas fueron por fin a negociar la paz.
     -Y sería, dulce trovador, el principio de un bello amor eterno. Estamos asistiendo a una encrucijada esencial en el viaje hacia el enfrentamiento con Moctezuma. Españoles, totonacos y  tlaxcaltecas vencerán, serán derrotados y, conservando su alianza, lograrán la victoria definitiva. Cuando llegaron los caciques de Tlaxcala acompañados de una muchedumbre de indios, la primera reacción de los españoles fue de alarma, pero pronto vieron que venían en son de paz y con muchos regalos. Hicieron señales de amistad y gestos protocolarios de sumisión, “y dijeron que venían a meterse bajo la amistad de Cortés y de todos  sus hermanos teúles, y que les perdone por la guerra que nos habían dado, porque tuvieron por cierto que éramos amigos de Moctezuma viendo en nuestra compañía a muchos de sus vasallos que le dan tributos. Cortés se hizo el enojado por las tres veces que nos dieron guerra, pero dijo que los recibía en nombre de nuestro rey y señor. Y desde entonces nos traían muy bien de comer. Y cuando aquello vimos y nos parecieron las paces ser verdaderas, dimos muchas gracias a Dios, porque estábamos ya tan flacos y trabajados con las guerras, y sin saber el fin que habría dellas”. Le saca a Bernal de quicio que el cronista Gómara comente que los soldados se le querían amotinar a Cortés. Dice que “nunca capitán fue obedecido con tanto acato y puntualidad, y las palabras que le decían era para bien aconsejarle y porque les parecía que estaban bien dichas”.

     (En la foto, una estatua situada también en Tlaxcala-Xicohtencatl, pero de otro de sus héroes patrios: Tlahuicole. Su lucha fue contra Moctezuma, y anterior a la llegada de los españoles; quizá, de haber tenido la oportunidad, se hubiese unido a Cortés para tomarse la revancha contra los aztecas).


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