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–Da miedo verlo hasta desde la barrera, secre. Que vienen, que vienen los
escuadrones de Potonchán, “con sus armas de algodón (en realidad, ropas de protección acolchadas, tan prácticas que las
copiaron los españoles), arcos, flechas, rodelas, espadas, hondas con
piedras, y con sus penachos; las caras pintadas de blanco, prieto (casi negro) y enalmagrado (rojo)”.
-De momento fue solo un acercamiento
táctico, caro Sancio. “Esto pasó a las horas de las avemarías (anochecer)”. Los indios se marcharon,
pero “ya que era de día claro, vinieron muchos más y nos cercaron, y nos dieron tal rociada de
flechas y piedras que hirieron unos 80 de nuestros soldados, y los indios decían
‘calachuni, calachuni’ (capitán), y
le dieron diez flechazos (al capitán
Hernández de Córdoba), y a mí tres, y uno fue bien peligroso, que me pasó
lo güeco. Y a dos soldados llevaron vivos, que uno era Alonso Boto, y otro un
portugués viejo”. Bernal siempre procura conservar la memoria de sus
compañeros; parte el alma saber su destino. Se vieron tan desesperados que
optaron por abrirse paso a las bravas, en riguroso orden militar, hasta los bateles de la playa.
-Así fue, socio: “Hechos todos nosotros un
escuadrón, rompimos por ellos, y como mejor pudimos nos acogimos a los bateles,
y fuimos al navío que venía con gran priesa a buscarnos; y ya embarcados,
hallamos que faltaban sobre 50 soldados, más los dos que llevaron vivos, y
cinco que echamos a la mar a los pocos días, muertos de las heridas. Los
pilotos le pusieron por nombre al lugar en las cartas de marear Costa de la
Mala Pelea (no cuajó). Y ciertos
soldados maldecían al piloto Antón de Alaminos porque porfiaba que el lugar era
una isla y no tierra firme”. Estaba
equivocado, y el ‘cabreo’ de la gente se
debía a que, de no ser tierra firme, su descubrimiento tenía poco valor. Antón
era muy experto, pero se pasó de listo.
-Yo creo, reverendo, que para calibrar la
dosis de terror de aquella aventura, lo mejor sería verse antes y de un tirón
Apocalypto, la película de Mel Gibson. Con todos descalabrados, “solo un soldado quedó sin
herir, y acordamos volver a Cuba, pero teníamos otro mal mayor, la falta de
agua, porque, con la gran guerra que nos dieron y prisa de salvarnos, se
quedaron allá los barriles llenos. Tanta sed pasamos que teníamos lenguas y
bocas hechas grietas de la secura”. Y Bernal, con el recuerdo, explota. Te dejo
la delicatesen.
-Okay, joven: “¡Oh, qué cosa tan trabajosa
es ir a descubrir tierras nuevas, y de la manera que nosotros nos aventuramos!
No lo pueden ponderar sino los que han
sufrido esos excesivos trabajos”.
-Ya ves, daddy: el tío más sufrido del
mundo, quejándose.
-Prosigamos con Bernal. A pesar del
malestar con el piloto Alaminos por insistir equivocadamente en que no habían
descubierto tierra firme, aceptaron su consejo de volver a Cuba por la Florida,
puesto que conocía bien la ruta por
haberla descubierto con Juan Ponce de León (otra estrella que vemos
pasar fugazmente). Y aquí, un inciso;
como forofos de Bernal, vamos a confiar en lo que dice, aunque los
comentaristas afirman que se equivoca en esta frase: “Alaminos había ido con
Juan Ponce de León a la Florida hará ya 14 o 15 años, y en aquella mesma tierra
mataron a Ponce”. Si bien su forma oral de escribir, a veces algo confusa,
parece indicar que lo mataron entonces, resulta impensable que Bernal no
recordara que a Ponce (personaje harto conocido) le hirieron mortalmente en ese
mismo lugar, pero el año 1521, en una expedición posterior. Sigamos. En la
costa de la Florida, continuaron las peleas. Los indios apresaron a otro
soldado, precisamente al único que no salió herido en Potonchán. Consiguieron
rechazarlos y llevar agua al barco, “con que se alegraron todos como si les
diéramos la vida; y un soldado que se arrojó desde el navío al batel por la
gran sed que tenía, tomó una botija a pechos y bebió tanta agua que se hinchó y
murió dende a dos días”.
(La foto es ilustrativa. Alaminos se
aferró a la chapuza de creer que estaban costeando una isla, y resulta que se
trataba en realidad del inmenso México. Pero era un grandísimo navegante, y
acertó al escoger el camino de vuelta a Cuba subiendo hasta la Florida, tierra que
había descubierto en 1513 bajo el mando de Juan Ponce de León, con el recorrido
que muestra el gráfico).
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