sábado, 7 de mayo de 2016

(Día 258) TIENEN NOTICIA DE LA EXISTENCIA DE MOZTEZUMA, y de que está enterado con detalle de las andanzas de los españoles. Ven por primera vez EL HORROR DE LOS SACRIFICIOS HUMANOS.

(10) –Siguieron navegando y los indios ‘se cachondeaban’ a lo lejos.
     -Certo, dottore. Dice Bernal que, “desde la costa y armados, iban haciendo pernetas (saltos de burla enseñando el trasero). E más adelante llegamos a un río que pusimos por nombre río de Banderas, porque estaban en él muchos indios revolando banderas grandes y llamándonos”. A toro pasado, Bernal, que escribe años después, puede explicar perfectamente a qué venía aquella exhibición. Moctezuma (el nombre más apropiado sería Motecuzoma) tenía un sistema de información ‘postal’ muy eficaz: mensajeros de rapidez olímpica, que turnándose sin parar día y noche, le llevaban las noticias en tiempo récord. Estaba enterado al detalle del viaje anterior y del presente, de lo temibles que eran los españoles luchando, a pesar de su, comparativamente, reducido número, “y, en fin, de que nuestra demanda era buscar oro a trueque del rescate (objetos para cambio) que traíamos”. Tenía, además, ‘fotógrafos’, es decir, artistas que “todo lo habían llevado pintado en unos paños”. Por eso había dado orden de comerciar el oro con los españoles “e inquirir cuál era nuestro intento”. Bernal comenta lo que siempre se ha contado y debe de ser cierto, a pesar de su absurdo: “Según se decía, sus antepasados les habían dicho
que vendrían gentes de donde el sol, con barbas, que los habían de señorear”. ¿Cómo lo ves?
     -Pues como siempre, socio: aquello de las banderas parecía un recibimiento solemne y amistoso de los indios, pero alguien tenía que dar el primer bocado por si era venenoso. Le tocó bajar a la playa a Francisco de Montejo con varios soldados, Bernal entre ellos. Por primera vez, se pusieron en contacto con autoridades aztecas, en medio de numerosos indios sometidos por Moctezuma. Al final, todo fueron estratégicas zalamerías por ambas partes, dialogando por señas, puesto que Julianillo, ‘la lengua’, no entendía el náhuatl, y los españoles recibieron una cantidad importante de joyas de oro. Incluso “tomamos un indio que después entendió nuestra lengua, se volvió cristiano, con el nombre de Francisco, y después le vi casado con una india”. Digamos que habían empezado los tanteos de dos pesos pesados que se temen. Como pasaron después varios días sin que volvieran los indios, zarparon de nuevo, bautizando todo lo que encontraban: “vimos una isleta de arena blanca, y posímosle nombre de Isla Blanca, y no muy lejos otra que tenía árboles verdes, y posímosle Isla Verde”.
     -De lo  más inocente, querido Sancho. Pero encontraron otra…

     -Así es, mi secretario; encontraron otra isla también de apariencia inocente, y lo era para aquella civilización nutrida del horror. No se olvide que toda Mesoamérica tenía por dios al sol, y vivía con la angustia de que podía apagarse si no se le alimentaba con sacrificios humanos. Esta vez copiaremos a Bernal de pe a pa: “Hallamos dos casas de cal y canto, y en cada casa unas gradas (sin duda eran pirámides mayas) que subían a unos como altares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de malas figuras que eran sus dioses. Y allí hallamos sacrificados de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos y cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas de sangre, de todo lo cual nos admiramos en gran manera. Y pusimos nombre a esta isleta Isla de los Sacrificios, y ansí está en las cartas de marear (conserva el nombre; véase el mapa)”. ¿Quién que no estuviera loco seguiría porfiando en enfrentarse a aquel espantoso imperio? La 2ª foto es la de la isla, donde solo vive el farero, se supone que con horribles y ancestrales pesadillas nocturnas.



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