martes, 17 de mayo de 2016

(Día 268) CORTÉS SE PUSO AL FRENTE DE LA BATALLA. La ganaron y, al tomar posesión, CORTÉS no mencionó al gobernador, implicando a todos en un amago de alzamiento. El intérprete indio huido resultó un traidor. Los combates se hicieron cada vez más dramáticos.

(20) –Está claro, tierno trovador, que Cortés luchaba en primera fila, porque hasta perdió un zapato en aquel lodo de la ribera.
     -Sin duda, excelso menés, era el motor de aquella piña de soldados que, espantando el miedo al grito de ¡Santiago!, arremetió contra la masa de indios, “y les hicimos retraer hasta que huyeron; llegamos a un gran patio donde estaban unos aposentos y tres casas de ídolos, y Cortés tomó posesión de aquella tierra en nombre de Su Majestad, y dijo que si alguno se lo contradijese, que él lo mantendría con su espada y su rodela. Y todos respondimos que era bien tomar aquella posesión en nombre de Su Majestad. E por un escribano del rey se hizo aquel auto”.
     -¡Alto, alto!, perillán, que el discursito lleva ponzoña. El astuto, temerario y megalómano Cortés acaba de dar sutilmente un paso que les compromete a todos en un acto de rebeldía (hasta a los que, por miedo, se callaron): se ha saltado con todo descaro la autoridad del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, su superior, puenteándolo sin pestañear y estableciendo una conexión directa entre México y Castilla, entre él y el rey, aunque solo haya tomado posesión de una parcelita de Tabasco. Como la araña teje la tela.
     -Era un  caso, dottore: encauzaba al instante las ocasiones y los problemas. El día siguiente ordenó otra salida de dos grupos de soldados. Se dieron cuenta de que Melchorejo, ‘la lengua’, había huido, “y Cortés sintió enojo por que pudiera contar a los indios algunas cosas que nos trajesen poco provecho; y en aquellas escaramuzas murieron 2 soldados, nos hirieron a 11, se mataron 15 indios y se prendieron 3. Y uno de los indios dijo que Melchorejo les aconsejó que nos diesen guerra día y noche, e que nos vencerían porque éramos muy pocos; de manera que habíamos traído con nosotros muy mala ayuda e nuestro contrario; e también supimos que, siguiendo su consejo, estaban los indios aparejados para nos dar guerra”. El perfeccionista Cortés lo controló todo y organizó la estrategia para frenar la avalancha de indios que les iba a caer encima al amanecer. “Apercibió a los mejores jinetes  que llevasen los caballos con  pretales (cincha por debajo del pecho) de cascabeles, e que no se parasen a lancear hasta haberles desbaratado, sino que las lanzas se las pasasen por los rostros. Y señaló 13 de a caballo”. ¡Qué heroicos suicidas!: la gloria o la muerte. No como yo, pobre de mí, que solo me dedicaba a mis rezos.
     -Y a controlar lo de Indias desde Sevilla, reverendo. Veamos los preparativos.
     -Copiaré, mayordomo mío, casi entera la parrafada de Bernal. Al frente de la caballería iba a ir Cortés. Cita al resto de los jinetes por este orden: “Cristóbal de Olid, Pedro Alvarado, Alonso Hdez. Puertocarrero. Juan de Escalante, Francisco de Montejo, Alonso de Ávila, Juan Velázquez de León, Francisco de Morla, Lares el buen jinete, Gonzalo Domínguez, extremado hombre de caballo, Morón el de Bayamo y Pero González de Trujillo. Mandó a Mesa, el artillero, que tuviese muy a punto su artillería, y a Diego de Ordaz, que no era hombre de a caballo, que fuese capitán de todos nosotros, los soldados. Y otro día, muy de mañana, después de oído misa, que nos dijo fray Bartolomé de Olmedo (qué bravos frailes aquellos), puestos en orden con nuestro alférez, Antonio de Villarroel, marido que fue de Isabel de Ojeda (incorregible Bernal), fuimos por unas sabanas al pueblo de Cintla. E yendo de la manera que he dicho, dimos con todo el poder de escuadrones de indios guerreros”. Bernal titula el siguiente capítulo: “Cómo nos dieron guerra en una batalla todos los caciques de Tabasco y sus provincias”. El encontronazo entre indios y españoles iba creciendo de forma exponencial.

     (En la foto, el monumento de Cortés en su extremeño pueblo natal, Medellín, donde no dejó ningún recuerdo personal salvo el de su asombrosa biografía: su verdadero hogar estuvo definitivamente en México. El lugar fue importante desde los romanos; actualmente no pasa de 2.500 habitantes. El castillo delata su notable historia medieval, y se ve también asomar la torre de la iglesia en la que fue bautizado tan excepcional personaje).


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