jueves, 22 de diciembre de 2022

(1914) Sufrimientos y muertes: peaje habitual de los españoles. A pesar de todo, lograron fundar muchas poblaciones, y una de ellas fue establecida por el capitán Francisco Hernández. Por un capricho del Gobernador, se llamó definitivamente Ocaña.

 

     (1514) Los españoles no paraban de conquistar (lo que suponía un golpe duro para los indios, aunque algunos veían ventajas en el cambio), pero tampoco de construir: “Por el año 1566, salió en campaña, hacia el oeste, desde la ciudad de Pamplona (establecida, como vimos, por el navarro Pedro de Ursúa) el Capitán Francisco Hernández con algunos soldados. Dio vista,  con harto riesgo suyo y muerte de algunos compañeros, a las tribus principales, como los indios orotomos, carates y palenques, quienes, a su vez, tenían cercados sus pueblos para defenderse de los continuos ataques de los motilones, gente belicosa (cuyo nombre es de todos conocido). Hernández dio orden de dar la vuelta, pero, el año 1572, volvieron a salir de Pamplona, y, tropezando con miles de dificultades y peligros, llegaron al territorio de los indios carates. Como era tierra muy templada, y bien situada para las conquistas de los indios de la zona, que serían más de catorce mil, decidió que se estableciese allí una ciudad. La fundó el mismo año, el veintiséis de Julio, día de Santa Ana, y le puso este nombre, que le duró un tiempo hasta que, no sé por qué razón, Pedro Fernández de Busto, Gobernador de Santa Marta, lo cambió por el de Ocaña  (se debía a la pequeña vanidad de que él era natural de la española Ocaña)”. Villa de Leyva y la ciudad de Ocaña (que además tenía un buen puesto fluvial) arraigaron bien, y resultaron tan productivas, que fomentaron el comercio y la llegada de nuevos habitantes. Entre los que frecuentaban los viajes para venta de ganado, había un tal Pedro de Villarroel que se dirigía a Santa Fe con sus animales, y protegido por dieciséis soldados. Cuando bajaban una pronunciada cuesta, llamada Pernia, por haber matado antes los nativos allí a un valeroso capitán español de este nombre, salió una multitud de feroces indios de repente, y atacaron a Villarroel y a sus compañeros. De poco les sirvió a los españoles su veteranía y bravura: “Los Indios mataron a todos, menos a dos soldados mozos, uno de los cuales era un vizcaíno llamado Gamarra. Comprendiendo que era imposible escapar de los indios, tuvieron el acierto de meterse por una quebrada, y, viendo una cascada de agua, se escondieron tras ella sin que los indios imaginaran que estaban allí. Llegada la noche,  salieron fuera, consiguieron llegar a la villa de San Cristóbal y avisaron de lo ocurrido a  los alcaldes, los cuales consiguieron juntar gente, aunque escasa para  ir a castigar a los indios agresores”. Pero veremos que encontraron pronto refuerzos. La imagen  muestra la columna situada en la Plaza de Ocaña, dedicada el año 1851 a la supresión de la esclavitud.




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