martes, 6 de diciembre de 2022

(1899) Por culpa del envidioso Maldonado, todo se enredó judicialmente contra los capitanes Juan Rodríguez y Juan Esteban. Lograron huir, y, aunque Rodríguez fue condenado a muerte, encontrará una sorprendente solución para su problema.

 

     (1499) El retorcido Juan Maldonado no solo apresó a Juan Rodríguez Suárez, sino también a Juan Esteban, acusándole, sin fundamento, de que los dos eran cómplices en el hecho de haber fundado Mérida sin previo consentimiento oficial. Les acompañaron a Santa Fe varios amigos, y, entre ellos, Pedro de Gaviria, que iba representando como procurador a los vecinos de la nueva población, para que se conservara la ciudad y el reparto de cargos que Juan Rodríguez había señalado. El rencoroso Maldonado criticaba todo lo que este había hecho, y, a pesar de que la ciudad estaba emplazada en un sitio maravilloso, la desplazó 30 millas a otro buen sitio, la refundó allí y le dio el nombre de Santiago de los Caballeros (si pudiera saber que se sigue llamando Mérida…). Después Maldonado partió hacia otros territorios de conquista, y, a principios del año 1560, por orden de la Real Audiencia de Santa Fe, se revisaron las concesiones que se habían hecho en distintos poblados a sus fundadores, y no se respetaron las establecidas por Juan Rodríguez Suárez.  Pero  dice el cronista: “Sin embargo, cuando llegó el Capitán Ortún Velasco desde la ciudad de Pamplona para revisarlo, por ser hombre veterano y experto en estas cosas, no se olvidó de mejorar a los primeros conquistadores y pobladores de la ciudad de Mérida, que con este nombre ha permanecido siempre hasta hoy, quedando olvidado el de Santiago de los Caballeros. Mientras ocurría esto en la ciudad de Mérida, lo pasaba mal en Santa Fe Juan Rodríguez Suárez, porque el Fiscal Valverde tenía un expediente lleno de calumnias contra él. Le acusaban de matar a indios, incendiar sus casas y destruir sus sementeras”. La situación se agravaba por momentos, incluso para Juan Esteban, y este, temiéndose lo peor, se escapó de la cárcel y buscó refugio sagrado en las casas obispales de  Fray Juan de los Barrios, pero de allí lo sacó con amenazas de muerte el Oidor Melchor Pérez de Arteaga, y lo llevó de nuevo a la cárcel, sin que hiciera caso de las advertencias  del obispo sobre que sus casas tenían la misma inmunidad religiosa que las iglesias. Tras esto, se vigiló más a Juan Rodríguez Suárez, pero fue en vano, ya que, viendo la oportunidad durante la noche del día 22 de marzo de 1560, se fugó junto a Juan Esteban y otros. Esto provocó que, en el proceso al que estaba sometido ante la Real Audiencia de Santa Fe, fuera sentenciado a pena de muerte, y dictada orden de apresamiento. No tardó en saberlo JUAN RODRÍGUEZ SUÁREZ, y, aunque era de suponer que tarde o temprano sería apresado, encontró un sorprendente remedio, como veremos.




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