(1499) El retorcido Juan Maldonado no solo
apresó a Juan Rodríguez Suárez, sino también a Juan Esteban, acusándole, sin
fundamento, de que los dos eran cómplices en el hecho de haber fundado Mérida
sin previo consentimiento oficial. Les acompañaron a Santa Fe varios amigos, y,
entre ellos, Pedro de Gaviria, que iba representando como procurador a los
vecinos de la nueva población, para que se conservara la ciudad y el reparto de
cargos que Juan Rodríguez había señalado. El rencoroso Maldonado criticaba todo
lo que este había hecho, y, a pesar de que la ciudad estaba emplazada en un
sitio maravilloso, la desplazó 30 millas a otro buen sitio, la refundó allí y
le dio el nombre de Santiago de los Caballeros (si pudiera saber que se sigue
llamando Mérida…). Después Maldonado partió hacia otros territorios de
conquista, y, a principios del año 1560, por orden de la Real Audiencia de
Santa Fe, se revisaron las concesiones que se habían hecho en distintos poblados
a sus fundadores, y no se respetaron las establecidas por Juan Rodríguez
Suárez. Pero dice el cronista: “Sin embargo, cuando llegó
el Capitán Ortún Velasco desde la ciudad de Pamplona para revisarlo, por ser
hombre veterano y experto en estas cosas, no se olvidó de mejorar a los
primeros conquistadores y pobladores de la ciudad de Mérida, que con este
nombre ha permanecido siempre hasta hoy, quedando olvidado el de Santiago de
los Caballeros. Mientras ocurría esto en la ciudad de Mérida, lo pasaba mal en
Santa Fe Juan Rodríguez Suárez, porque el Fiscal Valverde tenía un expediente
lleno de calumnias contra él. Le acusaban de matar a indios, incendiar sus
casas y destruir sus sementeras”. La situación se agravaba por momentos,
incluso para Juan Esteban, y este, temiéndose lo peor, se escapó de la cárcel y
buscó refugio sagrado en las casas obispales de
Fray Juan de los Barrios, pero de allí lo sacó con amenazas de muerte el
Oidor Melchor Pérez de Arteaga, y lo llevó de nuevo a la cárcel, sin que
hiciera caso de las advertencias del
obispo sobre que sus casas tenían la misma inmunidad religiosa que las
iglesias. Tras esto, se vigiló más a Juan Rodríguez Suárez, pero fue en vano,
ya que, viendo la oportunidad durante la noche del día 22 de marzo de 1560, se
fugó junto a Juan Esteban y otros. Esto provocó que, en el proceso al que
estaba sometido ante la Real Audiencia de Santa Fe, fuera sentenciado a pena de
muerte, y dictada orden de apresamiento. No tardó en saberlo JUAN RODRÍGUEZ
SUÁREZ, y, aunque era de suponer que tarde o temprano sería apresado, encontró
un sorprendente remedio, como veremos.
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