miércoles, 14 de diciembre de 2022

(1907) Antonio de Toledo iba a ser juzgado por fundar La Palma sin permiso. Los españoles tuvieron que abandonar la ciudad tras ser derrotados, y dejar en manos de los caníbales indios al soldado Alegría.

 

     (1507) Aunque Don Antonio de Toledo no tenía permiso previo para fundar La Palma, lo hizo, pero sin otorgarle a la villa autonomía total, quedando dependiente de las autoridades que residían en Mariquita. Aun así, los Oidores de la Real Audiencia de Santa Fe ordenaron su apresamiento. Se llevó a cabo, y (como en el caso de Juan Rodríguez Suárez) fue también acusado de haber luchado sin permiso contra los indios de aquella zona. Actuaron como acusadores el Fiscal  y tres Oidores, los cuales le mandaron al Contador Juan de Otálora que fuera a La Palma para recoger datos acerca de las actuaciones de Don Antonio de Toledo y sus partidarios, así como para mantener allí el orden, ya que los indios estaban algo alborotados porque quien estaba al mando, el capitán Gutierre de Ovalle, había ido a Mariquita con el fin de traer soldados de refuerzo. Llegado Otálora a La Palma, decidió enviar parte de su tropa al territorio en el que había más indios rebelados: “Iba como jefe un valiente soldado llamado Pedro Hernández, y, según avanzaban, lucharon más de dos mil indios hasta el anochecer, resultando muertos el capitán y varios soldados. Otros veinte quedaron heridos por flechas emponzoñadas con veneno de yerbas venenosísimas, y a un soldado llamado Alegría lo tomaron vivo, sin ser posible liberarlo de los indios”. El regreso de los derrotados españoles fue también muy angustioso debido a que sufrían una persecución constante por parte de los indios. Cuando llegaron a La Palma, Juan de Otálora se sintió muy afectado por las noticias que le dieron los de la retirada. Por si fuera poco, ya en la noche, se dieron cuenta de que los indios estaban preparados para atacar en el recinto, y les resultó demoledor a los españoles oír gritar a Alegría advirtiéndoles de que estuvieran alertas porque el ataque iba a ser inminente, y pidiéndoles que rezaran por él, ya que iba a ser sacrificado y comido por los indios: “Este aviso le decidió del todo a Otálora y a sus soldados a abandonar la villa.  Salieron con rapidez y lo más secretamente que pudieron, y, al llegar al territorio de los panches, indios amigos, descansaron y curaron a los heridos. Allí los encontró Don Gutierre de Ovalle, que venía ya con ayuda de soldados, pero no le parecieron bastantes a Otálora para volver a la villa de La Palma y oponer resistencia a aquella multitud de indios tan agresivos. Dadas las circunstancias, Ovalle regresó a la ciudad de Mariquita, y Otálora, con los demás soldados, partió hacia Santa Fe para dar cuenta de lo sucedido y de las informaciones obtenidas sobre el caso de Don Antonio de Toledo”.




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