(1513) Uno de los que se instalaron en la recién
fundada Villa de Leyva fue FRAY VICENTE DE REQUEJADA, el cual había sido el
primer párroco que hubo en Tunja (ver imagen). Su biografía resulta
desconcertante, hasta el punto de que es difícil comprender a personaje tan
excéntrico. Quizá fuera capaz de vivir experiencias contradictorias sin ningún
remordimiento. Tuvo grandes méritos, y, al mismo tiempo, comportamientos
sospechosos en un clérigo. Había nacido en Zaragoza hacia 1500. Ordenado
sacerdote como agustino, llegó a Venezuela hacia 1528, y, ya en 1530, fue a una
expedición capitaneada por el duro alemán Nicolás de Federman, se supone que
como capellán, pero quizá también empuñando las armas, porque bravura no le
faltaba: se dice que tuvo el valor de enfrentarse a un puma del que huían hasta
los soldados. Luego aparece en Colombia cuando se fundó la la ciudad de Tunja.
El año 1541, se incorporó a otra de las campañas que buscaban El Dorado: la
que, como vimos, fue un desastre capitaneada por Hernán Pérez de Quesada,
hermano de Gonzalo Jiménez de Quesada, quien, como sabemos, repitió el fracaso en
la misma loca aventura. La de Hernán Pérez también fue durísima, hasta el punto
de que el reverendo Requejada tuvo que matar, para no morir de hambre, un burro
que llevaba. Iba con él una india que le servía como criada, y pudo regresar,
que no era poca suerte, pero arruinado, a pesar de que había obtenido grandes
beneficios en algunos negocios previos. No obstante, a su vuelta, pudo
recuperar las posesiones inmobiliarias y otros
bienes que tenía documentados, situados en Tunja y Villa Leyva, regalados
por el obispo de Santa Marta recompensando sus servicios como párroco. El año
1551 se encontraba de vuelta en España, y, sin el permiso de los superiores de
la Orden de San Agustín, salió de Zaragoza. Como eso estaba castigado con penas
canónicas, consiguió una bula papal con la que pudo ingresar en otro convento,
también agustino, pero regido por los Comendadores del Espíritu Santo, situado
en Triana, a las afueras de Sevilla, lo que le facilitaba obtener beneficios
económicos. Esa autorización era válida por 20 años, y, ya pasados, se
reincorporó a la Orden de San Agustín el año 1572. Volvió a Colombia y permaneció
hasta su fallecimiento en Villa de Leiva. Dejó testamento, y el Obispo trató de
borrar algunos párrafos, quizá porque delataban que había tenido un hijo
ilegítimo con una indígena. No obstante, en una biografía publicada
recientemente, se ve que, a pesar de todo, FRAY VICENTE DE REQUEJADA fue una
persona muy valiosa, y un buen evangelizador.
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