sábado, 24 de octubre de 2015

(42) - Todo Quántix, como un  solo ectoplasma, ha terminado de oír las doce campanadas de la humilde iglesia románica de Rosales (al ladito de Medina), donde se casó  mi queridísima nieta Catalina Ortiz de Matienzo. Están las muchedumbres cuánticas eufóricas porque ha habido, por fin, un reconocimiento muy significativo para nuestro libro. Nos gusta que triunfe la humildad, pequeñín, y que subas al Parnaso tú que has yacido hasta ahora en la tumba del genio desconocido. Hasta hay una importante editorial que te está echando los tejos.  (No andes con escrúpulos: eres hombre fiel, pero como hijo mío, tienes que ser más fiel a la difusión de mi extraordinaria aportación histórica). Sin embargo, la verdadera euforia nos viene de una carta que acabas de recibir.
     - Con la que me siento muy honrado, y cuyo texto…
     - Alto, querubín: espérate un poco. Quiero recordarles a los meneses que, para recuperar ese enorme y valiosísimo pedazo de sus entrañas ancestrales (que, maldita sea, les  parece casquería), te tiraste tres años de azarosos viajes de investigación, con largos encierros monacales, como Cervantes en la cárcel y García Márquez en Aracataca, a pan y agua, al borde de la locura, y escribiendo como un demente desatado con paroxísticos dolores de parto, hasta que diste a luz esa hermosa criatura. La gloriosa carta que has recibido es la de un hombre muy grande, pero sencillo, doblemente ilustre, como escritor y como miembro de la Real Academia de la Lengua Española. No vamos a usar su santo nombre en vano, pero pon en letras mayúsculas un breve pasaje de su texto.
     - Ciertamente, buen Sancho, me emocionan sus caballerosas palabras: “QUERIDO AMIGO: …HE LEÍDO CON MUCHO GUSTO E INTERÉS SU LIBRO, Y A PARTIR DE AHORA SERÁ HONRADO COMO MERECE EN MI BIBLIOTECA…”. Eso mismo he hecho yo con su carta, y también será honrada como merece en mi biblioteca.
     - De aquí, ángel de amor, a Estocolmo, a recibir el premio Nobel de Literatura. Iré contigo, en tu viejo coche, con la foto mía que llevas pegada en el cristal (¡oh humilde criatura!), y, en el acto de entrega nos bailaremos un vals (no será más ridículo que lo de Cela). Y, sin más tardanza, empecemos ahorita mismo a celebrarlo
con ríos de champán hasta que agarremos una castaña cósmica, aunque me desintegre (llevo casi 500 años sin probar el alcohol). Pon una foto de la ventanilla de tu coche.
     - De acuerdo: tú mandas. ¿Y si tanto exceso provoca otro big bang?
     - No te preocupes: nos están supervisando los del Control Cuántico de Locuras (el COCULO). FELIX CELEBRATIO FOR EVERYBODY.


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