jueves, 8 de octubre de 2015

(15) - Ha dado la docena campanada, y aquí estoy, aitite ejemplar.
     - ¿A qué viene eso, clérigo guasón?
     - Verás: por perder la antigua fórmula (onceno, doceno) hasta los profesionales se equivocan a veces y dicen, por ejemplo, doceavo. Y lo de abuelo es porque me enternecía verte viajar por toda España con Mario, tu carranzano nieto,  “perversamente” dispuesto a despiojarlo de prejuicios. Terminó encantado, y casi le convenciste de que descendía de los Trastámara. Y eso porque le llevaste varias veces  a Madrigal de las Altas Torres, donde nacieron muchos de tus antepasados, varios con el nombre de Nicolás (“En Madrigal, en cada casa, un Nicolás o una Nicolasa”). Hablaremos bastante de ese lugar, por razones históricas. Pero ahora viene a cuento porque allí nació Isabel la Católica (Trastámara, “como tu nieto”), y, siendo yo bisoño canónigo sevillano, con mando en plaza, me llamó al orden un par de veces por haberme atrevido a sancionar duramente a algunos laicos, traspasando en plan chulo mis competencias. Todavía me dura el canguelo. Sin embargo, pasados unos años, la reina manifestó expresamente cuánto valoraba mi competencia. Ni te imaginas lo que llegó a ser el dolor del pueblo cuando ella murió. Tuvo que estar muy enamorada del mujeriego Fernando, porque, en su testamento, expresó su deseo de ser enterrada en la catedral de Granada, pero indicando que, si su marido escogía otro lugar para sus propias exequias, que la depositaran junto a él, para estar así “como siempre estuvieron en vida (romanticismo a tope)”. Pon en su memoria una foto del palacio de Madrigal en el que nació, y otra de la pila donde la bautizaron, la  de la iglesia de San Nicolás,. Happy dreams, my dear son.
     - Ciertamente, a la reina Isabel todo le salió bien durante gran parte de su vida, pero la última etapa fue un revoltijo de fracasos y desgracias que, probablemente, aceleraron su muerte. La rueda de la Fortuna no para de girar, y la Historia ha pagado un alto precio por estar expuesta con frecuencia a que se encargara de las riendas del “carruaje” el menos presentable de una familia real. Good night, my dear father.
     - Lo malo no es que te hayas puesto melodramático: lo malo es que tienes razón. Pero, “que les vayan dando”.
     - Stop, Sancho.


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