lunes, 19 de octubre de 2015

(32) - Salud, camarada Felisenko.
     - Bienvenido, compañero Sancheski.
     - Hombre, ya sé que patino a menudo con el lenguaje, pero me parece infantil y ridículo el nombrecito. Aunque yo también me reí con ganas ayer de ti. Menuda encerrona te preparó tu querida amiga colombiana.
     - Es su especialidad, pero ya lo dijo, más o menos, el Señor: “Se le perdonará mucho porque tiene mucho corazón”. La verdad es que terminé contento de compartir en su casa esa entrañable celebración de la novena previa a la Navidad. Incluso aquí, aunque pocos lo sepan, se tenía devoción  a María de la O (que creo que se está recuperando en Burgos), con novenarios y tiernos piropos a la Virgen por su próximo parto. El pueblo americano odió a los españoles, pero también los admiraron, y, sin duda, amaron profundamente su lengua, su cultura y su religión, haciéndolas suyas y modificándolas a su estilo.
     - Pobre pequeñuelo. Cómo envidiaste su fe cristiana, ¿eh?
     - No te rías de mis cuitas. Ya sabes  que mi estrategia es no parar de dar pedales y procurar celebrar todos los diaversarios.
     - Vale, caro figlio mío. Tenemos que decir algo más del cardenal Juan Pardo Tavera. Sorprendentemente, está contento con el retrato que le hizo El Greco, porque le da un aire muy ectoplásmico. Y quiere que hablemos de sus amigos los Quiroga, con los que tuvo un trato muy cercano cuando se crió de niño en tu querido Madrigal de las Altas Torres. Del humanísimo, excepcional, sabio, hábil y raro ejemplar de español dedicado a la protección de los indios Vasco de Quiroga (a ver si terminan de una vez su proceso de canonización), ya hablaremos más adelante. Ahora toca su sobrino, Gaspar de Quiroga. Lo cogió Tavera bajo su amparo, y se produjo una rara conjunción astral de pareja excepcional, como la de Alejandro Magno y Aristóteles. Gaspar casi calcó la esplendorosa trayectoria de su protector. Resumiendo: fue, nombrado por Felipe II, auditor en el Tribunal de la Rota  de Nápoles y miembro del Consejo Supremo de Justicia, obispo de Cuenca, Inquisidor General, arzobispo de Toledo y cardenal. ¡La releche! (con perdón). Inmensamente rico, pero generoso, construyó un espectacular monasterio en Madrigal, tanto que era conocido como El Escorial de Castilla. ¿Y todo para qué? Para que la ignorancia y la desidia hayan permitido que ahora no quede más que una majestuosa ruina. Me despido, querido, que hoy nos hemos pasado. Pon foto.
      - Amén, mi paternal abad.


     Conocí personalmente al humanísimo Vasco de Quiroga, pero no a su sobrino el cardenal Gaspar de Quiroga, uno de los hombres más importantes de la historia de España. Por si fuersa poco, tuvo el inmenso honor de que lo pintara El Greco depositando el cuerpo del conde de Orgaz en ese cuadro que es un prodigio.

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